SUBO ESTE TEXTO POR LA ADMIRACIÓN Y PERPLEJIDAD QUE ME HA DESPERTADO.ES OBRA DE UN AMIGO: JULIÁN, QUE HACE POCO TUVO EL GESTO ABNEGADO DE ABRIR UN BLOG PARA QUE TODO PODAMOS DISFRUTARLO, SU NOMBRE ES-EL DE SU BLOG-:http://pichongaray.blogspot.com NO SE LO PIERDA AMIGO/A.
Me llama un a amigo a la madrugada y me dice: “me acabo de separar, vos podes creer, mi tercera separación che y vos?, esto no tiene vuelta. Que ganas de verte tengo, de charlar. Me sigue hablando sin que yo le pueda entender. Hace años que no me veía, ni me llamaba: “te acordás el día que encerramos esas minitas en el corso, toda con espuma estaba la putita, sensual la negra se dejaba. Sus palabras se llenan de toxicidad, la carga en el teléfono se hace mas presente, su vos es pesada añeja, escandalosamente vomitiva.” Decí que nos pararon sino eso terminaba mal, si ella se dejaba, la zorra. Sus problemas me apabullan. Y me sigue hablando no puedo escapar de él: “te acordás como me puse, estaba inyectado, yo con las minas me pongo loco, pero bueno, ahora la estoy pasando mal, mi mujer me dejó”l
No desea comenzar el año 2010, no esta de ánimo para hacerlo “estamos perdidos”, repite, varias veces, grita eso. Observo que dice- es-tamos- me involucra en su drama. Le digo que intente recuperarse, que es tarde y mañana me debo levantar temprano. “che, vos estas bien, no me hablas nada, te pasa algo”. Le digo que no pasa nada, y que me sorprende el llamado.
Igual siento que hay comunicaciones que se manchan, fallidas las letras no crecen, no crecemos, nos apagamos, le corto. Toda una cultura nos separaba, aunque suene feo hay amistades que deben ser enterradas.
Eso es lo que acabo de sentir,- experimentar el desencanto- Bueno. Bueno, me digo, después de cortar el teléfono: “desde la perspectiva psicológica uno estudia la fobia como huida, como huida de situaciones temidas o catastróficas”. En mi cocina, cuatro y cuarto de la mañana, reflexiono, me invade una preocupación: ¿qué hace un amigo, que cree ser amigo cuando el otro le corta, le huye?. Voy hacia el teléfono y creo que será bueno desconectarlo. Lo desconecto, sin piedad, sin temor. Pienso que en estos tiempos no esta mal el personaje de POROTO( obra Teatral, Eduardo Pavlovsky, Ediciones búsqueda de Ayllú)) que pasa gran parte de sus horas huyendo de aquellas situaciones que se huelen a tóxicas.
Me aseguro que el aparato no vuelva a sonar, y me veo obligado a pensar en otra táctica. Y si le da por venir a mi casa?, se que tocará el timbre… CORTO la luz. El silencio de la noche impide el gajo de lo sonoro. Eso lo sé lo aprendí en mi escuela de CARMEN, si la hermosa Carmen me enseño en ese verano cosa de Deleuze “ en esta sociedad tenemos que llevar en los bolsillos vacuolas de incomunicación”. Y todo esto pienso. Que tal vez los años serán de preparación, deberán ser precisos los movimientos, ahorrar la energía, y no destinar AMOR donde no se debe. Hay vinculos tóxicos, como lo hay en la comida, en las nalgas de las señoritas, en la espera de los médicos, en los fantasmas del pasado. Y con el recuerdo de este diálogo, con el disparate de este amigo, huyo busco la flor no muerta, la lecturas de Santy, la prosa de José, la prosa personal, y singular; mía; mis amistades, el futbol, el flaco ( el si leyó la obra de POROTO).
JULIÁN ARDESI
Y sobre todo mirar con inocencia, como si nada pasara, lo cual es cierto. Alejandra Pizarnik
miércoles, 30 de diciembre de 2009
domingo, 27 de diciembre de 2009
Puro siempre medio (resumen del año en esta poesiita)
El peso péndulo irrefreno
de la diaria auto-experiencia
pánica de mi acto de presencia,
cíclico peso de mí-conmigo
indisoluto e indescifrable;
peso precípito-vértigo del
ocupar siempre entre "entres",
de ocupar un puro medio,
un puro devenir desarme
sin interrupto existente.
!Radicalidad de intermitencia!,
circular siempre caerse en
la infructuosa tentativa
del hallarse,
Fluida in-disolución
de integridad caótica,
fisonomía táctil de
patética ajenidad adentro,
y todo visto desde el
predestino inminente
de la finitud viniendo,
desde la disolución incorruptible
de los organos descomponiéndose
de la diaria auto-experiencia
pánica de mi acto de presencia,
cíclico peso de mí-conmigo
indisoluto e indescifrable;
peso precípito-vértigo del
ocupar siempre entre "entres",
de ocupar un puro medio,
un puro devenir desarme
sin interrupto existente.
!Radicalidad de intermitencia!,
circular siempre caerse en
la infructuosa tentativa
del hallarse,
Fluida in-disolución
de integridad caótica,
fisonomía táctil de
patética ajenidad adentro,
y todo visto desde el
predestino inminente
de la finitud viniendo,
desde la disolución incorruptible
de los organos descomponiéndose
domingo, 20 de diciembre de 2009
Buscarse el mostrar en el decir del poema
Encontrarse diciéndose
En el estar del “decir”,
Encontrar la cara entre mil
Rostros surgiendo desde
Dentro de la palabra.
¡encontrarse para sacarse
En el decir y verse!!,
Para eso sirve el poema:
Para depurar caretas,
Para verse la cara de frente
Sacándose al papel por medio
Del oído de la tinta,
Para emascular la innominable
Anatomía de extrafagados adentros
Influjos catatónicos,
Para desarticular la maquínica
Inconsútil de la ancilar
Borra que nos contiene,
Para revelar los símbolos
Del más allá furtivos yacidos
En el uso bóvédico de
Nuestro propio animáculo,
Para eso sirve el poema:
Para pueblar el constructor
Universalmente mal corporeo
Con autopsias de letras hasta
Llegar a decir el final
Del principio que nos nombra,
Para eso sirve el poema,
Para anular el foro pueril
Del contaminado mostrar de la conciencia
Y llegar hasta el tuétano
Del decir de los organos,
Hasta decir el inventar
Universal innato detrás de la memoria.
Para eso sirve el poema:
Para descubrirnos,
Para hacer contacto,
Para irrumpir con la cosmopolita
Al unísono fuerza de la ambigüedad
Ancestralmente dominante,
Para pegarle un boleo poético
A la finitud que eternamente nos corre,
Para ocupar el sin péndulo de carácter
Intempestivo del tiempo.
Para eso sirve el poema,
Para ahondar en lo vivible,
Para buscar un nombre real.,
Para sacarnos las vestiduras,
Para meter la birome en el
Enchufe del papel
Y vernos temblando
En el reflejo del decir
Desnudos
De
origen
En el estar del “decir”,
Encontrar la cara entre mil
Rostros surgiendo desde
Dentro de la palabra.
¡encontrarse para sacarse
En el decir y verse!!,
Para eso sirve el poema:
Para depurar caretas,
Para verse la cara de frente
Sacándose al papel por medio
Del oído de la tinta,
Para emascular la innominable
Anatomía de extrafagados adentros
Influjos catatónicos,
Para desarticular la maquínica
Inconsútil de la ancilar
Borra que nos contiene,
Para revelar los símbolos
Del más allá furtivos yacidos
En el uso bóvédico de
Nuestro propio animáculo,
Para eso sirve el poema:
Para pueblar el constructor
Universalmente mal corporeo
Con autopsias de letras hasta
Llegar a decir el final
Del principio que nos nombra,
Para eso sirve el poema,
Para anular el foro pueril
Del contaminado mostrar de la conciencia
Y llegar hasta el tuétano
Del decir de los organos,
Hasta decir el inventar
Universal innato detrás de la memoria.
Para eso sirve el poema:
Para descubrirnos,
Para hacer contacto,
Para irrumpir con la cosmopolita
Al unísono fuerza de la ambigüedad
Ancestralmente dominante,
Para pegarle un boleo poético
A la finitud que eternamente nos corre,
Para ocupar el sin péndulo de carácter
Intempestivo del tiempo.
Para eso sirve el poema,
Para ahondar en lo vivible,
Para buscar un nombre real.,
Para sacarnos las vestiduras,
Para meter la birome en el
Enchufe del papel
Y vernos temblando
En el reflejo del decir
Desnudos
De
origen
viernes, 11 de diciembre de 2009
Cerco de espectrales esperpentos
¡Y fuego falta!
Falta fragor de
Trafago volitivo
Flameando por la lengua
Catetos innominos
De adentro cócktailes subversivos.
¡Brebaje intempestivo
Dicho desde la eufonía
Matriarcal de la sangre
Hace falta!
Consonante voz
De mi encaje natal,
Animales innatos evocando
Trizas de límites,
!Hablas talismánicas de
Mi soplo clarividente
Hace falta!
Cercanía de mí
Alardeando alcantarillas
De refugio de poema,
Árdidas imbuidas hordas
De confines de atreverse
En inéditas sílabas aún
No arrasadas
hacen falta en esta noche
de cercos
De alrededores de esperpentos
De sombras,
En esta noche descompensada
De sogas dentadas de
Amianto de ausencia,
En esta gran, pero gran noche
Al unísono de marcha viniendo
De caterva espectral de
Eunucos invasivos,
De eunucos de cimientos de silencio
Cayendo como moles invisibles
Desde el núcleo pulsional de la nada,
Desde el CORAZÓN
De la nada tan presente en el
Sin fuego de esta noche
Falta fragor de
Trafago volitivo
Flameando por la lengua
Catetos innominos
De adentro cócktailes subversivos.
¡Brebaje intempestivo
Dicho desde la eufonía
Matriarcal de la sangre
Hace falta!
Consonante voz
De mi encaje natal,
Animales innatos evocando
Trizas de límites,
!Hablas talismánicas de
Mi soplo clarividente
Hace falta!
Cercanía de mí
Alardeando alcantarillas
De refugio de poema,
Árdidas imbuidas hordas
De confines de atreverse
En inéditas sílabas aún
No arrasadas
hacen falta en esta noche
de cercos
De alrededores de esperpentos
De sombras,
En esta noche descompensada
De sogas dentadas de
Amianto de ausencia,
En esta gran, pero gran noche
Al unísono de marcha viniendo
De caterva espectral de
Eunucos invasivos,
De eunucos de cimientos de silencio
Cayendo como moles invisibles
Desde el núcleo pulsional de la nada,
Desde el CORAZÓN
De la nada tan presente en el
Sin fuego de esta noche
jueves, 10 de diciembre de 2009
El amparo de lo aún no dicho
Y siempre la salida
en la otra vivencia,
en la faz del amparo
de la belleza aún no dicha,
de las palabras como flores ineditas
esperando ser nombradas.
Papel y lápiz son la entrada
hacia el jardín de la otra hilaridad:
hilaridad entre la mano y el poema
donde el elemento clarividente de la interioridad
suma al carromato de lo "dicho"
el mostrar de la belleza inédita,
donde la otra vivencia del no decir
revelada en semántica de furor visceral,
venida desde la luz ignota del hundimiento pre-verbal,
desde la gramática inasible de la autenticidad,
sube al papel para renovar una y otra vez
la PUERIL ancestralidad del decir que nos nombra
en la otra vivencia,
en la faz del amparo
de la belleza aún no dicha,
de las palabras como flores ineditas
esperando ser nombradas.
Papel y lápiz son la entrada
hacia el jardín de la otra hilaridad:
hilaridad entre la mano y el poema
donde el elemento clarividente de la interioridad
suma al carromato de lo "dicho"
el mostrar de la belleza inédita,
donde la otra vivencia del no decir
revelada en semántica de furor visceral,
venida desde la luz ignota del hundimiento pre-verbal,
desde la gramática inasible de la autenticidad,
sube al papel para renovar una y otra vez
la PUERIL ancestralidad del decir que nos nombra
lunes, 7 de diciembre de 2009
Ajenidad
El eco de la apariencia
indisoluble como sistematización
de una jaula dicha.
No hay grietas de entrada
para discernir sobre
la amplitud de la ajenidad adentro.
La mirada se abre en retornos
sin nombre
y mira con el rostro
de la huella que no tiene.
Rostro de ajenidad
en la amplitud de la
mirada sin nombre,
sistematizada jaula
de lo adentro impropio
en la amplitud del ojo sin huella,
!Retornos indiscernibles
del sin nombre saliendo!
y todo desde la sistematización
indisoluble de mi jaula adentro,
desde mi puta jaula dicha
por el eco sin nombre
de mi ojo aparente
indisoluble como sistematización
de una jaula dicha.
No hay grietas de entrada
para discernir sobre
la amplitud de la ajenidad adentro.
La mirada se abre en retornos
sin nombre
y mira con el rostro
de la huella que no tiene.
Rostro de ajenidad
en la amplitud de la
mirada sin nombre,
sistematizada jaula
de lo adentro impropio
en la amplitud del ojo sin huella,
!Retornos indiscernibles
del sin nombre saliendo!
y todo desde la sistematización
indisoluble de mi jaula adentro,
desde mi puta jaula dicha
por el eco sin nombre
de mi ojo aparente
viernes, 27 de noviembre de 2009
Tapujo de caretas
Y todo, pero todo
El prefacio del canon
Sin núcleo primigenio.
No hay rastro
Sólo tráfagos psicóticos
De a-coordenadas adheridas,
Sólo ambiguos eclecticismos
Izando tapujos de caretas empotradas.
¡Oh, si! Soy la inmensidad
De la evanescencia desnuda,
El gran cántaro de voces de polvareda,
El extenso ademán escupiendo
Denominaciones extraviadas.
Oh, si,
Estoy perdido sin mí,
Corrido por mis axiomas licuefactos,
Por mi fosilizadas
Heterogeneidades indisolubles.
Si, soy la amorfa alinealidad
Corrida por el eterno retorno
De mis petrificados
Ramilletes innominables;
E indefectiblemente esto me desespera,
Pues sé que en esta
Frenética corrida circular
No hay parates,
No hay trazos de alivio,
Sólo terrenos cercados
Sin ningún escaparate,
Sin ninguna salida,
Sin ninguna puerta
Hacia el alivio
Del lugar SIN MUNDO
El prefacio del canon
Sin núcleo primigenio.
No hay rastro
Sólo tráfagos psicóticos
De a-coordenadas adheridas,
Sólo ambiguos eclecticismos
Izando tapujos de caretas empotradas.
¡Oh, si! Soy la inmensidad
De la evanescencia desnuda,
El gran cántaro de voces de polvareda,
El extenso ademán escupiendo
Denominaciones extraviadas.
Oh, si,
Estoy perdido sin mí,
Corrido por mis axiomas licuefactos,
Por mi fosilizadas
Heterogeneidades indisolubles.
Si, soy la amorfa alinealidad
Corrida por el eterno retorno
De mis petrificados
Ramilletes innominables;
E indefectiblemente esto me desespera,
Pues sé que en esta
Frenética corrida circular
No hay parates,
No hay trazos de alivio,
Sólo terrenos cercados
Sin ningún escaparate,
Sin ninguna salida,
Sin ninguna puerta
Hacia el alivio
Del lugar SIN MUNDO
martes, 17 de noviembre de 2009
Trabalenguas !in-aconsejable!
A lo largo de la histórica saga de metafísica mudicidad terrestre, el lenguaje a tenido y sigue teniendo sentido y utilidad gracias al ambage escurridizo de nuestro innominable interioridad implícita,
pues si podríamos mostrar en el decir el hablar entendido de nuestra interioridad IMPLICITA , el lenguaje en sí ya no tendría sentido, puesto que es él quien intenta, ancestralmente, revelar la fuerza de la ambigüedad adherida de la universalidad peculiar que se aloja en el contenido de cada individuo sin excepción, pues no hay yo semejantes, ni ninguno de éstos que pueda explicar la identidad de la substancialidad subjetiva del otro.
Es, entonces-a mi entender- el intento de entender la interioridad implicita, el manantial que mantiene al lenguaje activo, curioso, vehemente, despierto, vivo, que lo mantiene como constructo de traslación de interpretaciones que ayudan a palear, mínimamente, el espejismo del devenir, el timorato habitar sin certezas; que ayudan a palear la muda azarocidad ininterrumpidamente viniendo, naciendo como correlatada escala de herméticos símbolos.
Ahora bien, si el lenguaje es la traslación de nuestra universalidad peculiar salida de nuestra identidad substancialmente subjetiva, encallada éstas- la subjetividad, la peculiaridad- en el manantial de nuestra implícita interioridad , el lenguaje-indefectiblemente- a lo largo del tiempo aportará multifacéticas gamas emocionales, lo que llevará a que el lenguaje nunca deje de sumar nuevos símbolos a sus
Ya emblemas acumulados, acumulando así nuevos formatos de originalidad interpretativa a la repetición del tiempo mudo ininterrumpidamente viniendo, y ¿para qué servirá toda esta originalidad?, sería aquí la pregunta y respondo: en principio para calmar un poco la historicidad de la incertidumbre que nos persigue rauda sin abatatamientos visibles, sin revoleo de certezas en el talante acéfalo de sus señas simbólicas.
En esta suma de interpretaciones al revoleo acéfalo de la incertidumbre visiblemente in-abatatable, el lenguaje poético es el que mejor muestra el decir de nuestra implícita interioridad hablada, puesto que éste, a parte de romper con los petulantes dogmatismos de severa veracidad de la ciencia y la religión, aportan datos del rocambolesco sustrato del inconsciente, lo que ayuda al sujeto a liberarse del peso de los arquetipos canonizados del afuera que se plasman incómodamente en nuestro adentro, adentro formado por la indómita puricidad visceral de nuestras pulsiones afectivas y emocionales que son, a saber, el campo siempre naciente para la reproducción y renovación del lenguaje, que paralelo a su crecimiento no sólo se depura la mudicidad de la metafísica histórica saga terrenal, sino también la definición inconclusa de nuestro entender de la interioridad implícita que, supongo, el día que cada cual la defina no hará falta siquiera decir una sola palabra, será únicamente quien hable, para ese entonces, el mostrar revelado de nuestra definición interior dicha sin la necesidad del habla del lenguaje del simbólico.
En resumen, lo que quiero decir con todo esto es que es difícil encontrarnos en nuestro simbólico decir y mucho más complicado entender la unicidad del entender de nuestra propia interioridad adherida, pues la gesta de su manantial estuvo y está en manos de la universalidad indecible del decir originario, y para llegar a abatatar y mostrar lo inconcluso de lo indeciblemente primigenio es necesario hablar y hablar y así entendiendo de a poco la universalidad peculiar del manantial de la interioridad- que es simetría del decir mudo de lo primigenio- poder, finalmente, ¡callarnos!
pues si podríamos mostrar en el decir el hablar entendido de nuestra interioridad IMPLICITA , el lenguaje en sí ya no tendría sentido, puesto que es él quien intenta, ancestralmente, revelar la fuerza de la ambigüedad adherida de la universalidad peculiar que se aloja en el contenido de cada individuo sin excepción, pues no hay yo semejantes, ni ninguno de éstos que pueda explicar la identidad de la substancialidad subjetiva del otro.
Es, entonces-a mi entender- el intento de entender la interioridad implicita, el manantial que mantiene al lenguaje activo, curioso, vehemente, despierto, vivo, que lo mantiene como constructo de traslación de interpretaciones que ayudan a palear, mínimamente, el espejismo del devenir, el timorato habitar sin certezas; que ayudan a palear la muda azarocidad ininterrumpidamente viniendo, naciendo como correlatada escala de herméticos símbolos.
Ahora bien, si el lenguaje es la traslación de nuestra universalidad peculiar salida de nuestra identidad substancialmente subjetiva, encallada éstas- la subjetividad, la peculiaridad- en el manantial de nuestra implícita interioridad , el lenguaje-indefectiblemente- a lo largo del tiempo aportará multifacéticas gamas emocionales, lo que llevará a que el lenguaje nunca deje de sumar nuevos símbolos a sus
Ya emblemas acumulados, acumulando así nuevos formatos de originalidad interpretativa a la repetición del tiempo mudo ininterrumpidamente viniendo, y ¿para qué servirá toda esta originalidad?, sería aquí la pregunta y respondo: en principio para calmar un poco la historicidad de la incertidumbre que nos persigue rauda sin abatatamientos visibles, sin revoleo de certezas en el talante acéfalo de sus señas simbólicas.
En esta suma de interpretaciones al revoleo acéfalo de la incertidumbre visiblemente in-abatatable, el lenguaje poético es el que mejor muestra el decir de nuestra implícita interioridad hablada, puesto que éste, a parte de romper con los petulantes dogmatismos de severa veracidad de la ciencia y la religión, aportan datos del rocambolesco sustrato del inconsciente, lo que ayuda al sujeto a liberarse del peso de los arquetipos canonizados del afuera que se plasman incómodamente en nuestro adentro, adentro formado por la indómita puricidad visceral de nuestras pulsiones afectivas y emocionales que son, a saber, el campo siempre naciente para la reproducción y renovación del lenguaje, que paralelo a su crecimiento no sólo se depura la mudicidad de la metafísica histórica saga terrenal, sino también la definición inconclusa de nuestro entender de la interioridad implícita que, supongo, el día que cada cual la defina no hará falta siquiera decir una sola palabra, será únicamente quien hable, para ese entonces, el mostrar revelado de nuestra definición interior dicha sin la necesidad del habla del lenguaje del simbólico.
En resumen, lo que quiero decir con todo esto es que es difícil encontrarnos en nuestro simbólico decir y mucho más complicado entender la unicidad del entender de nuestra propia interioridad adherida, pues la gesta de su manantial estuvo y está en manos de la universalidad indecible del decir originario, y para llegar a abatatar y mostrar lo inconcluso de lo indeciblemente primigenio es necesario hablar y hablar y así entendiendo de a poco la universalidad peculiar del manantial de la interioridad- que es simetría del decir mudo de lo primigenio- poder, finalmente, ¡callarnos!
lunes, 16 de noviembre de 2009
Patinando en el avance de lo quieto
El pie fuera del paso
Avanza a trote nulo
Por la ensanchadora
Del centímetro trizado,
Por la ambigua senda
Del trazo dislocado.
Nulo trote avanza a la inversa
Como brillo de musa ranqueante.
Trote nulo por el barro suelto
Que derrama el hondo peso
De la hule aletargada,
Peso conciso de mano abierta
De impulso de pelambre de piedras,
Peso de vértigo de tuétano empinado,
De hondo tuétano de vértigo
De garganta desfondada,
De proterva garganta
Escupiendo al pasar
Jinetes de temple de brasa,
Jinetes lanzadores
De torvas brasas súbitas
¡DUROS GINETES DE PESO DE MANO ABIERTA DE VÉRTIGO!
Sin embargo ¡avanza el piecito quieto fuera del paso!
Avanza atropellando dislocadas quietudes
De trazos de hule aletargada,
Atropellando sendas de mano de impulsos de piedra,
Llevando por delante el duro derrame de la musa trizada
¡Avanza el trote nulo
De pies sin pasos!
Avanza por el centímetro inverso
Del ranqueante brillo del trazo de la musa,
Por la ensanchadora ambigua
De la pelambra de piedras;
Avanza con el movimiento de la quietud
Del trote nulo,
Avanza por el tuétano empinado
Del temple de la braza,
Por los brazos de vértigo
De la proterva de jinetes,
Por la garganta desfondada
Del tuétano de la senda dislocada
¡Avanza y avanza el pasito!
Avanza a paso nulo de trayecto desfondado
Avanza por el espejismo resbaladizo
Del horizonte de tuétano
De derrame de trizas,
Avanza como quien avanza
Con el trote conciso
De la neutralidad del paso,
Con la neutralidad de la quietud
Del impulso a la inversa,
Con el impulso empinado
De la garganta abierta
De peso pesado de tuétano
De piedra correlatada,
De correlatada pelambre
De manos de braza de jinete
Quemando la senda del centímetro,
Quemado el centímetro de la senda,
Que-indefectiblemente-
Dejando al pie fuera del paso,
Al pie sin paso
En
la
quemadura
avanzada
De
la
ensanchadura
de
La
senda
nula
Avanza a trote nulo
Por la ensanchadora
Del centímetro trizado,
Por la ambigua senda
Del trazo dislocado.
Nulo trote avanza a la inversa
Como brillo de musa ranqueante.
Trote nulo por el barro suelto
Que derrama el hondo peso
De la hule aletargada,
Peso conciso de mano abierta
De impulso de pelambre de piedras,
Peso de vértigo de tuétano empinado,
De hondo tuétano de vértigo
De garganta desfondada,
De proterva garganta
Escupiendo al pasar
Jinetes de temple de brasa,
Jinetes lanzadores
De torvas brasas súbitas
¡DUROS GINETES DE PESO DE MANO ABIERTA DE VÉRTIGO!
Sin embargo ¡avanza el piecito quieto fuera del paso!
Avanza atropellando dislocadas quietudes
De trazos de hule aletargada,
Atropellando sendas de mano de impulsos de piedra,
Llevando por delante el duro derrame de la musa trizada
¡Avanza el trote nulo
De pies sin pasos!
Avanza por el centímetro inverso
Del ranqueante brillo del trazo de la musa,
Por la ensanchadora ambigua
De la pelambra de piedras;
Avanza con el movimiento de la quietud
Del trote nulo,
Avanza por el tuétano empinado
Del temple de la braza,
Por los brazos de vértigo
De la proterva de jinetes,
Por la garganta desfondada
Del tuétano de la senda dislocada
¡Avanza y avanza el pasito!
Avanza a paso nulo de trayecto desfondado
Avanza por el espejismo resbaladizo
Del horizonte de tuétano
De derrame de trizas,
Avanza como quien avanza
Con el trote conciso
De la neutralidad del paso,
Con la neutralidad de la quietud
Del impulso a la inversa,
Con el impulso empinado
De la garganta abierta
De peso pesado de tuétano
De piedra correlatada,
De correlatada pelambre
De manos de braza de jinete
Quemando la senda del centímetro,
Quemado el centímetro de la senda,
Que-indefectiblemente-
Dejando al pie fuera del paso,
Al pie sin paso
En
la
quemadura
avanzada
De
la
ensanchadura
de
La
senda
nula
viernes, 13 de noviembre de 2009
Pata pateada al perímetro exterior del sin mapa
Otra vez el bufido
De la pata encajada
En la puta saga descentralizada
De lo árido.
Otra vez pata a pata
En el centro abstracto del sin mapa,
En la periferia muda
De la neblina de cemento.
Otra vez pata afuera
Caminando por el
Perímetro asfáltico
De la reja abismada,
Por el aguijón de ortiga
De la senda acéfala.
Otra vez pata a pata
Por el camino de huella sin huída;
Pata sin escape por el centro
De la neblina abismada,
Por la periferia de la reja sin huella,
Por el cemento abstracto de la saga sin mapa,
Por el encajado bufido de la senda colapsada.
Esta es la paradoja historia
De la pata pateada
Al dentre vertiginoso
De la pendiente sin manija,
Al negro dentre del fondo
Descerebrado de cimiento,
A la inconclusa trayectoria
De la fronda de Magoya,
Al agujero ladeado del tumbo envueltado.
Esta es la gran historia
De la pata pateada
Al fondo del cimiento
De la pendiente descerebrada de manija,
A la trayectoria ladeada
De la huella acéfala de Magoya,
Al centro encajado de la neblina
De reja de cemento con manija
De aguijón de ortigas
¡Pata de cabra
Nula es esta pata!
Pata a tientas
Malabareando
En el largo camino
De un paso a otro.
Pata ciega encajada
En el largo centímetro mudo
Del silencio hablado
Del asfalto de mapa
De reja abismada,
De reja envueltada
De cimientos de
Huella de aguijón
De ortiga,
Pata encajada
en el camino de aguijón
Sin manijas de huellas
De huida,
En la periférica trayectoria
De centímetro de neblina.
Pata de cimiento de ortiga
Pisando en el cemento
Del tumbo abismado,
Del gran tumbo envueltado
De descerebrado
Mapa colapsado.
Pisando el gran centímetro
cenntral del mapa sin mapa,
Del mapa completo de saga abstracta,
De saga central
De trayectoria sin huida,
Sin ni siquiera huella periférica
De pendiente ladeada.
De la pata encajada
En la puta saga descentralizada
De lo árido.
Otra vez pata a pata
En el centro abstracto del sin mapa,
En la periferia muda
De la neblina de cemento.
Otra vez pata afuera
Caminando por el
Perímetro asfáltico
De la reja abismada,
Por el aguijón de ortiga
De la senda acéfala.
Otra vez pata a pata
Por el camino de huella sin huída;
Pata sin escape por el centro
De la neblina abismada,
Por la periferia de la reja sin huella,
Por el cemento abstracto de la saga sin mapa,
Por el encajado bufido de la senda colapsada.
Esta es la paradoja historia
De la pata pateada
Al dentre vertiginoso
De la pendiente sin manija,
Al negro dentre del fondo
Descerebrado de cimiento,
A la inconclusa trayectoria
De la fronda de Magoya,
Al agujero ladeado del tumbo envueltado.
Esta es la gran historia
De la pata pateada
Al fondo del cimiento
De la pendiente descerebrada de manija,
A la trayectoria ladeada
De la huella acéfala de Magoya,
Al centro encajado de la neblina
De reja de cemento con manija
De aguijón de ortigas
¡Pata de cabra
Nula es esta pata!
Pata a tientas
Malabareando
En el largo camino
De un paso a otro.
Pata ciega encajada
En el largo centímetro mudo
Del silencio hablado
Del asfalto de mapa
De reja abismada,
De reja envueltada
De cimientos de
Huella de aguijón
De ortiga,
Pata encajada
en el camino de aguijón
Sin manijas de huellas
De huida,
En la periférica trayectoria
De centímetro de neblina.
Pata de cimiento de ortiga
Pisando en el cemento
Del tumbo abismado,
Del gran tumbo envueltado
De descerebrado
Mapa colapsado.
Pisando el gran centímetro
cenntral del mapa sin mapa,
Del mapa completo de saga abstracta,
De saga central
De trayectoria sin huida,
Sin ni siquiera huella periférica
De pendiente ladeada.
martes, 10 de noviembre de 2009
Monte centímetro viniendo
(dedicado al lacerado por el progreso, al abiertamente encerrado)
Anímese:!monte el tembladeral!
No deje que el corcoveo
Del martillazo en ascenso
Arruine la orfebrería fina
Del ensillado malabar.
Subir para salir
De la huida inexistente
Del adentro no se puede,
Por eso ¡monte la lija
De la deriva empinada!
¡Dese maña para la artimaña
Del ríspido centímetro viniendo!
¡Monte que el derrumbe no se cae!
Lo que se derrumba es usted
Si lo agarra el movimiento de lo quieto.
¿Alguna vez vio como queda
El derrumbado por el movimiento de lo quieto?
Queda como significante difuminado
En el amplio borrador del sujeto,
Como cobarde gueto
En la periferia de la mancha descartada,
Como tumbo rodado de calavera pateada,
Como mendigo manoseado de atropello,
Como banana detenida ante el trote de elefantes.
Por eso ¡monte el tembladeral!
¡Corra, señor! Corra por larga horca del centímetro
Que por ahí con el impulso,
Por ahí con el ajetreo del movimiento
Tiene la suerte de cortar la soga.
Por eso ¡monte el puto tembladeral!
¿O quiere, usted, quedar como
Calavera pateada hacia la periferia
De la mancha descartada,
Como trémulo bocinazo de banana
Ante el amplio centímetro
del elefantino trote viniendo?.
¡Monte monte!
Ensille el malabar,
Que la muerte no está
En el ensayo pavoroso del ladeo,
Sino en ser
Calavera de mendigo QUIETO
Comiendo una banana atropellada
En medio de la
Pateada mancha periférica.
Anímese:!monte el tembladeral!
No deje que el corcoveo
Del martillazo en ascenso
Arruine la orfebrería fina
Del ensillado malabar.
Subir para salir
De la huida inexistente
Del adentro no se puede,
Por eso ¡monte la lija
De la deriva empinada!
¡Dese maña para la artimaña
Del ríspido centímetro viniendo!
¡Monte que el derrumbe no se cae!
Lo que se derrumba es usted
Si lo agarra el movimiento de lo quieto.
¿Alguna vez vio como queda
El derrumbado por el movimiento de lo quieto?
Queda como significante difuminado
En el amplio borrador del sujeto,
Como cobarde gueto
En la periferia de la mancha descartada,
Como tumbo rodado de calavera pateada,
Como mendigo manoseado de atropello,
Como banana detenida ante el trote de elefantes.
Por eso ¡monte el tembladeral!
¡Corra, señor! Corra por larga horca del centímetro
Que por ahí con el impulso,
Por ahí con el ajetreo del movimiento
Tiene la suerte de cortar la soga.
Por eso ¡monte el puto tembladeral!
¿O quiere, usted, quedar como
Calavera pateada hacia la periferia
De la mancha descartada,
Como trémulo bocinazo de banana
Ante el amplio centímetro
del elefantino trote viniendo?.
¡Monte monte!
Ensille el malabar,
Que la muerte no está
En el ensayo pavoroso del ladeo,
Sino en ser
Calavera de mendigo QUIETO
Comiendo una banana atropellada
En medio de la
Pateada mancha periférica.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Madre e hija: desde una mirada de felpudo
Ah!! Y yo?
Yo justo
En el jaspe muerto
De la plegaria sin huida,
En el centro dopado
Del paisaje trastabillado,
En la corcoveada crónica
De la patada de espuela.
Para ser más claro, en el centro
Puntiagudo de la voleadura de la puerta.
¡!Sii!! Yo del otro lado de la puerta
De la vivida imaginada casa
Muerta hace ya seis años,
Yo de su otro lado
Pelando la fisicidad, volviéndola felpudo,
tornandola felpudo
espiando por la hendija
Baja de su maldita puerta.
¡Felpudo biónico quería ser yo! (y a la larga lo logré)
Aunque fuera alfombrilla de patada
De espuela trastabillada
Corcoveando en la cabalgadura
Muerta de la plegaria
Del paisaje sin huída,
Aunque sea crónica anunciada
De un felpudo dopado
De tanto tiempo allí clavado.
Aunque sea un felpudo nomás.
A mi me alcazaba con ser
Felpudo biónico
Tarareando pasos de furtiva
Retina,
Tarareando pasos de ojos
Para estar allí:
Justo donde había quedado
Mi yo hallado
Mi imaginado yo hallado
Hace seis años,
Justo donde estaba
La vitalidad del lenguaje
De mi decir, que estaba
Perdido ahora en el jaspe
Muerto de la plegaria
Sin huida del felpudo,
Del felpudo clavado,
Acalorado, petrificado
Del otro lado la puerta que vislumbraba
Crónicas de patadas de espuela,
Que tarareaba corcoveos
De voleaduras puntiagudas;
Justo donde estaba toda
La fronda voraz de mis
Pistoneadas quiméricas,
Donde estaba mi proyección de
Yo y ella adentro de la
Maldita puerta
De cerradura, ahora,
De voleadura de espuelas;
Donde estaba
Mi unicidad de paisaje
De decir hallado,
Donde estaba el paisaje imaginado
De yo y ella como fisicidad
De lenguaje sin agujeros
De migajas,
Como ficisidad de lenguaje
que nos revelaba en siete palabras:
“Yo y ella adentro de la casa”.
¡Puto lenguaje muerto este!
Pues soy hoy, yo, ojos de felpudo biónico,
Metamorfoseada fisicidad
Hecha felpa biónica,
Súper héroe de felpa inhallada
Observando furtivo
A ellas-dos-,
Desde abajo
De la puntiaguda
Puerta de cerradura
De voleadura
¡Inabrible!
Yo justo
En el jaspe muerto
De la plegaria sin huida,
En el centro dopado
Del paisaje trastabillado,
En la corcoveada crónica
De la patada de espuela.
Para ser más claro, en el centro
Puntiagudo de la voleadura de la puerta.
¡!Sii!! Yo del otro lado de la puerta
De la vivida imaginada casa
Muerta hace ya seis años,
Yo de su otro lado
Pelando la fisicidad, volviéndola felpudo,
tornandola felpudo
espiando por la hendija
Baja de su maldita puerta.
¡Felpudo biónico quería ser yo! (y a la larga lo logré)
Aunque fuera alfombrilla de patada
De espuela trastabillada
Corcoveando en la cabalgadura
Muerta de la plegaria
Del paisaje sin huída,
Aunque sea crónica anunciada
De un felpudo dopado
De tanto tiempo allí clavado.
Aunque sea un felpudo nomás.
A mi me alcazaba con ser
Felpudo biónico
Tarareando pasos de furtiva
Retina,
Tarareando pasos de ojos
Para estar allí:
Justo donde había quedado
Mi yo hallado
Mi imaginado yo hallado
Hace seis años,
Justo donde estaba
La vitalidad del lenguaje
De mi decir, que estaba
Perdido ahora en el jaspe
Muerto de la plegaria
Sin huida del felpudo,
Del felpudo clavado,
Acalorado, petrificado
Del otro lado la puerta que vislumbraba
Crónicas de patadas de espuela,
Que tarareaba corcoveos
De voleaduras puntiagudas;
Justo donde estaba toda
La fronda voraz de mis
Pistoneadas quiméricas,
Donde estaba mi proyección de
Yo y ella adentro de la
Maldita puerta
De cerradura, ahora,
De voleadura de espuelas;
Donde estaba
Mi unicidad de paisaje
De decir hallado,
Donde estaba el paisaje imaginado
De yo y ella como fisicidad
De lenguaje sin agujeros
De migajas,
Como ficisidad de lenguaje
que nos revelaba en siete palabras:
“Yo y ella adentro de la casa”.
¡Puto lenguaje muerto este!
Pues soy hoy, yo, ojos de felpudo biónico,
Metamorfoseada fisicidad
Hecha felpa biónica,
Súper héroe de felpa inhallada
Observando furtivo
A ellas-dos-,
Desde abajo
De la puntiaguda
Puerta de cerradura
De voleadura
¡Inabrible!
jueves, 5 de noviembre de 2009
El niño proletario
El niño proletario
Desde que empieza a dar sus primeros pasos en la vida, el niño proletario sufre las consecuencias de pertenecer a la clase explotada. Nace en una pieza que se cae a pedazos, generalmente con una inmensa herencia alcohólica en la sangre. Mientras la autora de sus días lo echa al mundo, asistida por una curandera vieja y reviciosa, el padre, el autor, entre vómitos que apagan los gemidos lícitos de la parturienta, se emborracha con un vino más denso que la mugre de su miseria.
Me congratulo por eso de no ser obrero, de no haber nacido en un hogar proletario.
El padre borracho y siempre al borde de la desocupación, le pega a su niño con una cadena de pegar, y cuando le habla es sólo para inculcarle ideas asesinas. Desde niño el niño proletario trabaja, saltando de tranvía en tranvía para vender sus periódicos. En la escuela, que nunca termina, es diariamente humillado por sus compañeros ricos. En su hogar, ese antro repulsivo, asiste a la prostitución de su madre, que se deja trincar por los comerciantes del barrio para conservar el fiado.
En mi escuela teníamos a uno, a un niño proletario.
Stroppani era su nombre, pero la maestra de inferior se lo había cambiado por el de ¡Estropeado! A rodillazos llevaba a la Dirección a ¡Estropeado! cada vez que, filtrado por el hambre, ¡Estropeado! no acertaba a entender sus explicaciones. Nosotros nos divertíamos en grande.
Evidentemente, la sociedad burguesa, se complace en torturar al nino proletario, esa baba, esa larva criada en medio de la idiotez y del terror.
Con el correr de los años el niño proletario se convierte en hombre proletario y vale menos que una cosa. Contrae sífilis y, enseguida que la contrae, siente el irresistible impulso de casarse para perpetuar la enfermedad a través de las generaciones. Como la única herencia que puede dejar es la de sus chancros jamás se abstiene de dejarla. Hace cuantas veces puede la bestia de dos espaldas con su esposa ilícita, y así, gracias a una alquimia que aún no puedo llegar a entender (o que tal vez nunca llegaré a entender), su semen se convierte en venéreos niños proletarios. De esa manera se cierra el círculo, exasperadamente se completa.
¡Estropeado!, con su pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo y los periódicos bajo el brazo, venía sin vernos caminando hacia nosotros, tres niños burgueses: Esteban, Gustavo, yo.
La execración de los obreros también nosotros la llevamos en la sangre.
Gustavo adelantó la rueda de su bicicleta azul y así ocupó toda la vereda. ¡Estropeado! hubo de parar y nos miró con ojos azorados, inquiriendo con la mirada a qué nueva humillación debía someterse. Nosotros tampoco lo sabíamos aún pero empezamos por incendiarle los periódicos y arrancarle las monedas ganadas del fondo destrozado de sus bolsillos. ¡Estropeado! nos miraba inquiriendo con la cara blanca de terror
oh por ese color blanco de terror en las caras odiadas, en las fachas obreras más odiadas, por verlo aparecer sin desaparición nosotros hubiéramos donado nuestros palacios multicolores, la atmósfera que nos envolvía de dorado color.
A empujones y patadas zambullimos a ¡Estropeado! en el fondo de una zanja de agua escasa. Chapoteaba de bruces ahí, con la cara manchada de barro, y. Nuestro delirio iba en aumento. La cara de Gustavo aparecía contraída por un espasmo de agónico placer. Esteban alcanzó un pedazo cortante de vidrio triangular. Los tres nos zambullimos en la zanja. Gustavo, con el brazo que le terminaba en un vidrio triangular en alto, se aproximó a ¡Estropeado!, y lo miró. Yo me aferraba a mis testículos por miedo a mi propio placer, temeroso de mi propio ululante, agónico placer. Gustavo le tajeó la cara al niño proletario de arriba hacia abajo y después ahondó lateralmente los labios de la herida. Esteban y yo ululábamos. Gustavo se sostenía el brazo del vidrio con la otra mano para aumentar la fuerza de la incisión.
No desfallecer, Gustavo, no desfallecer.
Nosotros quisiéramos morir así, cuando el goce y la venganza se penetran y llegan a su culminación.
Porque el goce llama al goce, llama a la venganza, llama a la culminación.
Porque Gustavo parecía, al sol, exhibir una espada espejeante con destellos que también a nosotros venían a herirnos en los ojos y en los órganos del goce.
Porque el goce ya estaba decretado ahí, por decreto, en ese pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo gris, mugriento y desflecado.
Esteban se lo arrancó y quedaron al aire las nalgas sin calzoncillos, amargamente desnutridas del niño proletario. El goce estaba ahí, ya decretado, y Esteban, Esteban de un solo manotazo, arrancó el sucio tirador. Pero fue Gustavo quien se le echó encima primero, el primero que arremetió contra el cuerpiño de ¡Estropeado!, Gustavo, quien nos lideraría luego en la edad madura, todos estos años de fracasada, estropeada pasión: él primero, clavó primero el vidrio triangular donde empezaba la raya del trasero de ¡Estropeado! y prolongó el tajo natural. Salió la sangre esparcida hacia arriba y hacia abajo, iluminada por el sol, y el agujero del ano quedó húmedo sin esfuerzo como para facilitar el acto que preparábamos. Y fue Gustavo, Gustavo el que lo traspasó primero con su falo, enorme para su edad, demasiado filoso para el amor.
Esteban y yo nos conteníamos ásperamente, con las gargantas bloqueadas por un silencio de ansiedad, desesperación. Esteban y yo. Con los falos enardecidos en las manos esperábamos y esperábamos, mientras Gustavo daba brincos que taladraban a ¡Estropeado! y ¡Estropeado! no podía gritar, ni siquiera gritar, porque su boca era firmernente hundida en el barro por la mano fuerte militari de Gustavo.
A Esteban se le contrajo el estómago a raíz de la ansiedad y luego de la arcada desalojó algo del estómago, algo que cayó a mis pies. Era un espléndido conjunto de objetos brillantes, ricamente ornamentados, espejeantes al sol. Me agaché, lo incorporé a mi estómago, y Esteban entendió mi hermanación. Se arrojó a mis brazos y yo me bajé los pantalones. Por el ano desocupé. Desalojé una masa luminosa que enceguecía con el sol. Esteban la comió y a sus brazos hermanados me arrojé.
Mientras tanto ¡Estropeado! se ahogaba en el barro, con su ano opaco rasgado por el falo de Gustavo, quien por fin tuvo su goce con un alarido. La inocencia del justiciero placer.
Esteban y yo nos precipitamos sobre el inmundo cuerpo abandonado. Esteban le enterró el falo, recóndito, fecal, y yo le horadé un pie con un punzón a través de la suela de soga de alpargata. Pero no me contentaba tristemente con eso. Le corté uno a uno los dedos mugrientos de los pies, malolientes de los pies, que ya de nada irían a servirle. Nunca más correteos, correteos y saltos de tranvía en tranvía, tranvías amarillos.
Promediaba mi turno pero yo no quería penetrarlo por el ano.
—Yo quiero succión —crují.
Esteban se afanaba en los últimos jadeos. Yo esperaba que Esteban terminara, que la cara de ¡Estropeado! se desuniera del barro para que ¡Estropeado! me lamiera el falo, pero debía entretener la espera, armarme en la tardanza. Entonces todas las cosas que le hice, en la tarde de sol menguante, azul, con el punzón. Le abrí un canal de doble labio en la pierna izquierda hasta que el hueso despreciable y atorrante quedó al desnudo. Era un hueso blanco como todos los demás, pero sus huesos no eran huesos semejantes. Le rebané la mano y vi otro hueso, crispados los nódulosfalanges aferrados, clavados en el barro, mientras Esteban agonizaba a punto de gozar. Con mi corbata roja hice un ensayo en el coello del niño proletario. Cuatro tirones rápidos, dolorosos, sin todavía el prístino argénteo fin de muerte. Todavía escabullirse literalmente en la tardanza.
Gustavo pedía a gritos por su parte un fino pañuelo de batista. Quería limpiarse la arremolinada materia fecal conque ¡Estropeado! le ensuciara la punta rósea hiriente de su falo. Parece que ¡Estropeado! se cagó. Era enorme y agresivo entre paréntesis el falo de Gustavo. Con entera independencia y solo se movía, así, y así, cabezadas y embestidas. Tensaba para colmo los labios delgados de su boca como si ya mismo y sin tardanza fuera a aullar. Y el sol se ponía, el sol que se ponía, ponía. Nos iluminaban los últimos rayos en la rompiente tarde azul. Cada cosa que se rompe y adentro que se rompe y afuera que se rompe, adentro y afuera, adentro y afuera, entra y sale que se rompe, lívido Gustavo miraba el sol que se moría y reclamaba aquel pañuelo de batista, bordado y maternal. Yo le di para calmarlo mi pañuelo de batista donde el rostro de mi madre augusta estaba bordado, rodeado por una esplendente aureola como de fingidos rayos, en tanto que tantas veces sequé mis lágrimas en ese mismo pañuelo, y sobre él volqué, años después, mi primera y trémula eyaculación.
Porque la venganza llama al goce y el goce a la venganza pero no en cualquier vagina y es preferible que en ninguna. Con mi pañuelo de batista en la mano Gustavo se limpió su punta agresiva y así me lo devolvió rojo sangre y marrón. Mi lengua lo limpió en un segundo, hasta devolverle al paño la cara augusta, el retrato con un collar de perlas en el cuello, eh. Con un collar en el cuello. Justo ahí.
Descansaba Esteban mirando el aire después de gozar y era mi turno. Yo me acerqué a la forma de ¡Estropeado! medio sepultada en el barro y la di vuelta con el pie. En la cara brillaba el tajo obra del vidrio triangular. El ombligo de raquítico lucía lívido azulado. Tenía los brazos y las piernas encogidos, como si ahora y todavía, después de la derrota, intentara protegerse del asalto. Reflejo que no pudo tener en su momento condenado por la clase. Con el punzón le alargué el ombligo de otro tajo. Manó la sangre entre los dedos de sus manos. En el estilo más feroz el punzón le vació los ojos con dos y sólo dos golpes exactos. Me felicitó Gustavo y Esteban abandonó el gesto de contemplar el vidrio esférico del sol para felicitar. Me agaché. Conecté el falo a la boca respirante de ¡Estropeado! Con los cinco dedos de la mano imité la forma de la fusta. A fustazos le arranqué tiras de la piel de la cara a ¡Estropeado! y le impartí la parca orden:
—Habrás de lamerlo. Succión—
¡Estropeado! se puso a lamerlo. Con escasas fuerzas, como si temiera hacerme daño, aumentándome el placer.
A otra cosa. La verdad nunca una muerte logró afectarme. Los que dije querer y que murieron, y si es que alguna vez lo dije, incluso camaradas, al irse me regalaron un claro sentimiento de liberación. Era un espacio en blanco aquel que se extendía para mi crujir.
Era un espacio en blanco.
Era un espacio en blanco.
Era un espacio en blanco.
Pero también vendrá por mí. Mi muerte será otro parto solitario del que ni sé siquiera si conservo memoria.
Desde la torre fría y de vidrio . De sde donde he con templado después el trabajo de los jornaleros tendiendo las vías del nuevo ferrocarril. Desde la torre erigida como si yo alguna vez pudiera estar erecto. Los cuerpos se aplanaban con paciencia sobre las labores de encargo. La muerte plana, aplanada, que me dejaba vacío y crispado. Yo soy aquel que ayer nomás decía y eso es lo que digo. La exasperación no me abandonó nunca y mi estilo lo confirma letra por letra.
Desde este ángulo de agonía la muerte de un niño proletario es un hecho perfectamente lógico y natural. Es un hecho perfecto.
Los despojos de ¡Estropeado! ya no daban para más. Mi mano los palpaba mientras él me lamía el falo. Con los ojos entrecerrados y a punto de gozar yo comprobaba, con una sola recorrida de mi mano, que todo estaba herido ya con exhaustiva precisión. Se ocultaba el sol, le negaba sus rayos a todo un hemisferio y la tarde moría. Descargué mi puño martillo sobre la cabeza achatada de animal de ¡Estropeado!: él me lamía el falo. Impacientes Gustavo y Esteban querían que aquello culminara para de una buena vez por todas: Ejecutar el acto. Empuñé mechones del pelo de ¡Estropeado! y le sacudí la cabeza para acelerar el goce. No podía salir de ahí para entrar al otro acto. Le metí en la boca el punzón para sentir el frío del metal junto a la punta del falo. Hasta que de puro estremecimiento pude gozar. Entonces dejé que se posara sobre el barro la cabeza achatada de animal.
—Ahora hay que ahorcarlo rápido —dijo Gustavo.
—Con un alambre —dijo Estebanñ en la calle de tierra don de empieza el barrio precario de los desocupados.
—Y adiós Stroppani ¡vamos! —dije yo.
Remontamos el cuerpo flojo del niño proletario hasta el lugar indicado. Nos proveímos de un alambre. Gustavo lo ahorcó bajo la luna, joyesca, tirando de los extremos del alambre. La lengua quedó colgante de la boca como en todo caso de estrangulación.
Osvaldo Lamborghini
O
Desde que empieza a dar sus primeros pasos en la vida, el niño proletario sufre las consecuencias de pertenecer a la clase explotada. Nace en una pieza que se cae a pedazos, generalmente con una inmensa herencia alcohólica en la sangre. Mientras la autora de sus días lo echa al mundo, asistida por una curandera vieja y reviciosa, el padre, el autor, entre vómitos que apagan los gemidos lícitos de la parturienta, se emborracha con un vino más denso que la mugre de su miseria.
Me congratulo por eso de no ser obrero, de no haber nacido en un hogar proletario.
El padre borracho y siempre al borde de la desocupación, le pega a su niño con una cadena de pegar, y cuando le habla es sólo para inculcarle ideas asesinas. Desde niño el niño proletario trabaja, saltando de tranvía en tranvía para vender sus periódicos. En la escuela, que nunca termina, es diariamente humillado por sus compañeros ricos. En su hogar, ese antro repulsivo, asiste a la prostitución de su madre, que se deja trincar por los comerciantes del barrio para conservar el fiado.
En mi escuela teníamos a uno, a un niño proletario.
Stroppani era su nombre, pero la maestra de inferior se lo había cambiado por el de ¡Estropeado! A rodillazos llevaba a la Dirección a ¡Estropeado! cada vez que, filtrado por el hambre, ¡Estropeado! no acertaba a entender sus explicaciones. Nosotros nos divertíamos en grande.
Evidentemente, la sociedad burguesa, se complace en torturar al nino proletario, esa baba, esa larva criada en medio de la idiotez y del terror.
Con el correr de los años el niño proletario se convierte en hombre proletario y vale menos que una cosa. Contrae sífilis y, enseguida que la contrae, siente el irresistible impulso de casarse para perpetuar la enfermedad a través de las generaciones. Como la única herencia que puede dejar es la de sus chancros jamás se abstiene de dejarla. Hace cuantas veces puede la bestia de dos espaldas con su esposa ilícita, y así, gracias a una alquimia que aún no puedo llegar a entender (o que tal vez nunca llegaré a entender), su semen se convierte en venéreos niños proletarios. De esa manera se cierra el círculo, exasperadamente se completa.
¡Estropeado!, con su pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo y los periódicos bajo el brazo, venía sin vernos caminando hacia nosotros, tres niños burgueses: Esteban, Gustavo, yo.
La execración de los obreros también nosotros la llevamos en la sangre.
Gustavo adelantó la rueda de su bicicleta azul y así ocupó toda la vereda. ¡Estropeado! hubo de parar y nos miró con ojos azorados, inquiriendo con la mirada a qué nueva humillación debía someterse. Nosotros tampoco lo sabíamos aún pero empezamos por incendiarle los periódicos y arrancarle las monedas ganadas del fondo destrozado de sus bolsillos. ¡Estropeado! nos miraba inquiriendo con la cara blanca de terror
oh por ese color blanco de terror en las caras odiadas, en las fachas obreras más odiadas, por verlo aparecer sin desaparición nosotros hubiéramos donado nuestros palacios multicolores, la atmósfera que nos envolvía de dorado color.
A empujones y patadas zambullimos a ¡Estropeado! en el fondo de una zanja de agua escasa. Chapoteaba de bruces ahí, con la cara manchada de barro, y. Nuestro delirio iba en aumento. La cara de Gustavo aparecía contraída por un espasmo de agónico placer. Esteban alcanzó un pedazo cortante de vidrio triangular. Los tres nos zambullimos en la zanja. Gustavo, con el brazo que le terminaba en un vidrio triangular en alto, se aproximó a ¡Estropeado!, y lo miró. Yo me aferraba a mis testículos por miedo a mi propio placer, temeroso de mi propio ululante, agónico placer. Gustavo le tajeó la cara al niño proletario de arriba hacia abajo y después ahondó lateralmente los labios de la herida. Esteban y yo ululábamos. Gustavo se sostenía el brazo del vidrio con la otra mano para aumentar la fuerza de la incisión.
No desfallecer, Gustavo, no desfallecer.
Nosotros quisiéramos morir así, cuando el goce y la venganza se penetran y llegan a su culminación.
Porque el goce llama al goce, llama a la venganza, llama a la culminación.
Porque Gustavo parecía, al sol, exhibir una espada espejeante con destellos que también a nosotros venían a herirnos en los ojos y en los órganos del goce.
Porque el goce ya estaba decretado ahí, por decreto, en ese pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo gris, mugriento y desflecado.
Esteban se lo arrancó y quedaron al aire las nalgas sin calzoncillos, amargamente desnutridas del niño proletario. El goce estaba ahí, ya decretado, y Esteban, Esteban de un solo manotazo, arrancó el sucio tirador. Pero fue Gustavo quien se le echó encima primero, el primero que arremetió contra el cuerpiño de ¡Estropeado!, Gustavo, quien nos lideraría luego en la edad madura, todos estos años de fracasada, estropeada pasión: él primero, clavó primero el vidrio triangular donde empezaba la raya del trasero de ¡Estropeado! y prolongó el tajo natural. Salió la sangre esparcida hacia arriba y hacia abajo, iluminada por el sol, y el agujero del ano quedó húmedo sin esfuerzo como para facilitar el acto que preparábamos. Y fue Gustavo, Gustavo el que lo traspasó primero con su falo, enorme para su edad, demasiado filoso para el amor.
Esteban y yo nos conteníamos ásperamente, con las gargantas bloqueadas por un silencio de ansiedad, desesperación. Esteban y yo. Con los falos enardecidos en las manos esperábamos y esperábamos, mientras Gustavo daba brincos que taladraban a ¡Estropeado! y ¡Estropeado! no podía gritar, ni siquiera gritar, porque su boca era firmernente hundida en el barro por la mano fuerte militari de Gustavo.
A Esteban se le contrajo el estómago a raíz de la ansiedad y luego de la arcada desalojó algo del estómago, algo que cayó a mis pies. Era un espléndido conjunto de objetos brillantes, ricamente ornamentados, espejeantes al sol. Me agaché, lo incorporé a mi estómago, y Esteban entendió mi hermanación. Se arrojó a mis brazos y yo me bajé los pantalones. Por el ano desocupé. Desalojé una masa luminosa que enceguecía con el sol. Esteban la comió y a sus brazos hermanados me arrojé.
Mientras tanto ¡Estropeado! se ahogaba en el barro, con su ano opaco rasgado por el falo de Gustavo, quien por fin tuvo su goce con un alarido. La inocencia del justiciero placer.
Esteban y yo nos precipitamos sobre el inmundo cuerpo abandonado. Esteban le enterró el falo, recóndito, fecal, y yo le horadé un pie con un punzón a través de la suela de soga de alpargata. Pero no me contentaba tristemente con eso. Le corté uno a uno los dedos mugrientos de los pies, malolientes de los pies, que ya de nada irían a servirle. Nunca más correteos, correteos y saltos de tranvía en tranvía, tranvías amarillos.
Promediaba mi turno pero yo no quería penetrarlo por el ano.
—Yo quiero succión —crují.
Esteban se afanaba en los últimos jadeos. Yo esperaba que Esteban terminara, que la cara de ¡Estropeado! se desuniera del barro para que ¡Estropeado! me lamiera el falo, pero debía entretener la espera, armarme en la tardanza. Entonces todas las cosas que le hice, en la tarde de sol menguante, azul, con el punzón. Le abrí un canal de doble labio en la pierna izquierda hasta que el hueso despreciable y atorrante quedó al desnudo. Era un hueso blanco como todos los demás, pero sus huesos no eran huesos semejantes. Le rebané la mano y vi otro hueso, crispados los nódulosfalanges aferrados, clavados en el barro, mientras Esteban agonizaba a punto de gozar. Con mi corbata roja hice un ensayo en el coello del niño proletario. Cuatro tirones rápidos, dolorosos, sin todavía el prístino argénteo fin de muerte. Todavía escabullirse literalmente en la tardanza.
Gustavo pedía a gritos por su parte un fino pañuelo de batista. Quería limpiarse la arremolinada materia fecal conque ¡Estropeado! le ensuciara la punta rósea hiriente de su falo. Parece que ¡Estropeado! se cagó. Era enorme y agresivo entre paréntesis el falo de Gustavo. Con entera independencia y solo se movía, así, y así, cabezadas y embestidas. Tensaba para colmo los labios delgados de su boca como si ya mismo y sin tardanza fuera a aullar. Y el sol se ponía, el sol que se ponía, ponía. Nos iluminaban los últimos rayos en la rompiente tarde azul. Cada cosa que se rompe y adentro que se rompe y afuera que se rompe, adentro y afuera, adentro y afuera, entra y sale que se rompe, lívido Gustavo miraba el sol que se moría y reclamaba aquel pañuelo de batista, bordado y maternal. Yo le di para calmarlo mi pañuelo de batista donde el rostro de mi madre augusta estaba bordado, rodeado por una esplendente aureola como de fingidos rayos, en tanto que tantas veces sequé mis lágrimas en ese mismo pañuelo, y sobre él volqué, años después, mi primera y trémula eyaculación.
Porque la venganza llama al goce y el goce a la venganza pero no en cualquier vagina y es preferible que en ninguna. Con mi pañuelo de batista en la mano Gustavo se limpió su punta agresiva y así me lo devolvió rojo sangre y marrón. Mi lengua lo limpió en un segundo, hasta devolverle al paño la cara augusta, el retrato con un collar de perlas en el cuello, eh. Con un collar en el cuello. Justo ahí.
Descansaba Esteban mirando el aire después de gozar y era mi turno. Yo me acerqué a la forma de ¡Estropeado! medio sepultada en el barro y la di vuelta con el pie. En la cara brillaba el tajo obra del vidrio triangular. El ombligo de raquítico lucía lívido azulado. Tenía los brazos y las piernas encogidos, como si ahora y todavía, después de la derrota, intentara protegerse del asalto. Reflejo que no pudo tener en su momento condenado por la clase. Con el punzón le alargué el ombligo de otro tajo. Manó la sangre entre los dedos de sus manos. En el estilo más feroz el punzón le vació los ojos con dos y sólo dos golpes exactos. Me felicitó Gustavo y Esteban abandonó el gesto de contemplar el vidrio esférico del sol para felicitar. Me agaché. Conecté el falo a la boca respirante de ¡Estropeado! Con los cinco dedos de la mano imité la forma de la fusta. A fustazos le arranqué tiras de la piel de la cara a ¡Estropeado! y le impartí la parca orden:
—Habrás de lamerlo. Succión—
¡Estropeado! se puso a lamerlo. Con escasas fuerzas, como si temiera hacerme daño, aumentándome el placer.
A otra cosa. La verdad nunca una muerte logró afectarme. Los que dije querer y que murieron, y si es que alguna vez lo dije, incluso camaradas, al irse me regalaron un claro sentimiento de liberación. Era un espacio en blanco aquel que se extendía para mi crujir.
Era un espacio en blanco.
Era un espacio en blanco.
Era un espacio en blanco.
Pero también vendrá por mí. Mi muerte será otro parto solitario del que ni sé siquiera si conservo memoria.
Desde la torre fría y de vidrio . De sde donde he con templado después el trabajo de los jornaleros tendiendo las vías del nuevo ferrocarril. Desde la torre erigida como si yo alguna vez pudiera estar erecto. Los cuerpos se aplanaban con paciencia sobre las labores de encargo. La muerte plana, aplanada, que me dejaba vacío y crispado. Yo soy aquel que ayer nomás decía y eso es lo que digo. La exasperación no me abandonó nunca y mi estilo lo confirma letra por letra.
Desde este ángulo de agonía la muerte de un niño proletario es un hecho perfectamente lógico y natural. Es un hecho perfecto.
Los despojos de ¡Estropeado! ya no daban para más. Mi mano los palpaba mientras él me lamía el falo. Con los ojos entrecerrados y a punto de gozar yo comprobaba, con una sola recorrida de mi mano, que todo estaba herido ya con exhaustiva precisión. Se ocultaba el sol, le negaba sus rayos a todo un hemisferio y la tarde moría. Descargué mi puño martillo sobre la cabeza achatada de animal de ¡Estropeado!: él me lamía el falo. Impacientes Gustavo y Esteban querían que aquello culminara para de una buena vez por todas: Ejecutar el acto. Empuñé mechones del pelo de ¡Estropeado! y le sacudí la cabeza para acelerar el goce. No podía salir de ahí para entrar al otro acto. Le metí en la boca el punzón para sentir el frío del metal junto a la punta del falo. Hasta que de puro estremecimiento pude gozar. Entonces dejé que se posara sobre el barro la cabeza achatada de animal.
—Ahora hay que ahorcarlo rápido —dijo Gustavo.
—Con un alambre —dijo Estebanñ en la calle de tierra don de empieza el barrio precario de los desocupados.
—Y adiós Stroppani ¡vamos! —dije yo.
Remontamos el cuerpo flojo del niño proletario hasta el lugar indicado. Nos proveímos de un alambre. Gustavo lo ahorcó bajo la luna, joyesca, tirando de los extremos del alambre. La lengua quedó colgante de la boca como en todo caso de estrangulación.
Osvaldo Lamborghini
O
Yo de cero en el todo
Y yo y mi cero
Entre aglomerados
De ceguera
Entre imágenes simétricas
Pauperizando la estética
Y yo y mi cero desesperado
Buscando la imposible puerta
Que me saque del todo
Y yo y yo sin mi yo
Con todos los ceros a cuestas
Entre músicas de rostros sin notas
Entre trozos volátiles
De nombres sin carne
Y las bocas, las bocas
De mis ceros sin mí
Vomitando cocktiles peñascos
De alma anochecida
Arrancados pelos vomitados
De mi corazón en efigie negra
Y yo yo
Yo sin mí
En la estética muerta
Del todo sin puerta
Ausente yo sin mí
Con mis brazos
Exasperados de ceros
Golpeando la
Puerta que no existe
De
Cero
Yo
varado
En
El
Todo
cerrado
Sin
mí
Entre aglomerados
De ceguera
Entre imágenes simétricas
Pauperizando la estética
Y yo y mi cero desesperado
Buscando la imposible puerta
Que me saque del todo
Y yo y yo sin mi yo
Con todos los ceros a cuestas
Entre músicas de rostros sin notas
Entre trozos volátiles
De nombres sin carne
Y las bocas, las bocas
De mis ceros sin mí
Vomitando cocktiles peñascos
De alma anochecida
Arrancados pelos vomitados
De mi corazón en efigie negra
Y yo yo
Yo sin mí
En la estética muerta
Del todo sin puerta
Ausente yo sin mí
Con mis brazos
Exasperados de ceros
Golpeando la
Puerta que no existe
De
Cero
Yo
varado
En
El
Todo
cerrado
Sin
mí
lunes, 2 de noviembre de 2009
Hermandad
A José Luis Larroca
Nunca había visto
En el mirar el decir
Tan claro de su
Diáfana interioridad hablada,
Yo venía, encima, jodido,
Con toda la oscuridad universal a cuestas,
Amasando depuraciones
De pesos de trozos de puentes
Clavados en la médula de la inocencia;
Tautológicos trozos violentos
Viniendo desde la historicidad
Primera del íntimo fuero,
Viniendo como olas de océano
Circularmente picado,
Como pistones de navajas con voces
De filo enervado,
Como enfática indivisibilidad
Asfixiada de ancla de naufrágio.
Era yo, en ese tiempo,
Arrancado vástago de infancia
Posado en el pináculo letano del olvido.
Algo así como un niño desmembrado;
Llorado de más, maduro de abandono.
Algo así como un niño carcomido
Hasta el tuétano piramidal de la sangre,
Hasta la médula de la puricidad inhallable.
Habían hecho un buen trabajo,
Una indefectiblemente malo, bah..
A esa altura ya tenía rostro
De aspereza de infancia momificada;
A esa altura fue cuando por primera vez
Nos encontramos de frente;
Fue en un viaje.
Íbamos a vivir juntos.
Así lo había decidido nuestras madres.
El contraste natal era ostensible:
El pelado, el defenestrado,
El aletargado con silbidos edificados
De trozos de puentes correlatados colgados
Del esqueleto de la sangre desdentada,
El harapiento plagado de bajas de inocencia
El abortadamente aniquilado sentado frente a él,
Sentado frente al mostrar de su interioridad
Dicha por su mirada hablada.
Súbitamente obnubilado
Frente al colorido radical de
Su talante autóctono,
Frente a la clarividencia inabordable
De su implícito manantial genético.
Ese punta pie inicial,
Ese viaje fue duro:
En desenfreno de mi oscuridad embutida,
La impresión dudosa de mis ojos exiliados,
El extravío nítido de mi rostro embaucado
Se entremezclaba con la desmesura
De su hilaridad diáfana.
Sin embargo, ese manifiesto contraste
De los intrínsecos cánones fue sólo
Un ilusorio laberinto,
Pues han pasado diez años
Y no se ha gestado una amistad,
Sino una hermandad encarnizada;
Hermandad hilvanada por
La orfebrería de su artística
Contención sistemática ,
Por el balancín esencial
De su luz paciente,
Por la inamovible sucesión
De sus brazos abiertos,
Por el contagio de su fe y fuerza poética,
Que son con las que hoy escribo este poema,
Que son las que me mantiene en pie,
Las que me sostienen aquí:
En este cerco de vanguardia de ratas,
En este drástico tiempo de
ESTÓLIDOS OBLITERADOS CIRCENSES;
Que son las que me salvan de la innata
Fragmentación del pasado.
Hermandad, como decía, niqueladamente aglomerada,
Sin escenificaciones, sin teatralidades, sin vacuidades,
Sin agachadas, sin granujeadas.
Hermandad izando cimientos
De veracidad indisoluble;
Erguida bandera de hermandad
Enarbolando vehemenciales colores
De vida viva,
Colores inefables de certeza de vida viva.
Hermandad desde hace ya diez años,
Hermandad mía, hermandad suya,
Hermandad nuestra,
Hermandad perfecta,
Hermandad que nos salva
Que nos salva, a veces, hasta
De nosotros mismos
Nunca había visto
En el mirar el decir
Tan claro de su
Diáfana interioridad hablada,
Yo venía, encima, jodido,
Con toda la oscuridad universal a cuestas,
Amasando depuraciones
De pesos de trozos de puentes
Clavados en la médula de la inocencia;
Tautológicos trozos violentos
Viniendo desde la historicidad
Primera del íntimo fuero,
Viniendo como olas de océano
Circularmente picado,
Como pistones de navajas con voces
De filo enervado,
Como enfática indivisibilidad
Asfixiada de ancla de naufrágio.
Era yo, en ese tiempo,
Arrancado vástago de infancia
Posado en el pináculo letano del olvido.
Algo así como un niño desmembrado;
Llorado de más, maduro de abandono.
Algo así como un niño carcomido
Hasta el tuétano piramidal de la sangre,
Hasta la médula de la puricidad inhallable.
Habían hecho un buen trabajo,
Una indefectiblemente malo, bah..
A esa altura ya tenía rostro
De aspereza de infancia momificada;
A esa altura fue cuando por primera vez
Nos encontramos de frente;
Fue en un viaje.
Íbamos a vivir juntos.
Así lo había decidido nuestras madres.
El contraste natal era ostensible:
El pelado, el defenestrado,
El aletargado con silbidos edificados
De trozos de puentes correlatados colgados
Del esqueleto de la sangre desdentada,
El harapiento plagado de bajas de inocencia
El abortadamente aniquilado sentado frente a él,
Sentado frente al mostrar de su interioridad
Dicha por su mirada hablada.
Súbitamente obnubilado
Frente al colorido radical de
Su talante autóctono,
Frente a la clarividencia inabordable
De su implícito manantial genético.
Ese punta pie inicial,
Ese viaje fue duro:
En desenfreno de mi oscuridad embutida,
La impresión dudosa de mis ojos exiliados,
El extravío nítido de mi rostro embaucado
Se entremezclaba con la desmesura
De su hilaridad diáfana.
Sin embargo, ese manifiesto contraste
De los intrínsecos cánones fue sólo
Un ilusorio laberinto,
Pues han pasado diez años
Y no se ha gestado una amistad,
Sino una hermandad encarnizada;
Hermandad hilvanada por
La orfebrería de su artística
Contención sistemática ,
Por el balancín esencial
De su luz paciente,
Por la inamovible sucesión
De sus brazos abiertos,
Por el contagio de su fe y fuerza poética,
Que son con las que hoy escribo este poema,
Que son las que me mantiene en pie,
Las que me sostienen aquí:
En este cerco de vanguardia de ratas,
En este drástico tiempo de
ESTÓLIDOS OBLITERADOS CIRCENSES;
Que son las que me salvan de la innata
Fragmentación del pasado.
Hermandad, como decía, niqueladamente aglomerada,
Sin escenificaciones, sin teatralidades, sin vacuidades,
Sin agachadas, sin granujeadas.
Hermandad izando cimientos
De veracidad indisoluble;
Erguida bandera de hermandad
Enarbolando vehemenciales colores
De vida viva,
Colores inefables de certeza de vida viva.
Hermandad desde hace ya diez años,
Hermandad mía, hermandad suya,
Hermandad nuestra,
Hermandad perfecta,
Hermandad que nos salva
Que nos salva, a veces, hasta
De nosotros mismos
viernes, 30 de octubre de 2009
Flor, dicha, sonrisa, hambre: compre el combo en los dos poemitas siguientes
Sonrisa estoica
Es cierto, hay hambre
Hay mareo,
Hay desesperación,
Seguramente la eficacia
De las ratas voraces disfrazadas
De progreso han dado un nuevo paso
Y la métrica exacta de la
Resignación apunta feo.
Se nota en la habitación
La suma irrefrenable de
Saturninas sombras consuetudinarias
Y el olor a acumulado a soledad rancia,
Es cierto, es cierto...
Sin embargo
Ni el barro de los días,
Ni la lima del tiempo,
Ni la sordina conspirativa
De la codicia pandémica,
Ni las calaveras amontonadas
En la mesa vacía
Han podido siquiera
Rosar la estola umbilical
De mi sonrisa estoica,
Ajena a toda la mierda,
Incorruptible, implicita;
Tatuada como mueca universal,
Creciendo, imparable, infranqueable;
Siquiera han podido rosar
La institución de mi dicha
Que es natural, que es esencial,
Que es divina, que es inmodificable.
Pero es cierto, indefectiblemente
Las ratas del progreso carcomiendo
la convicción y la inocencia
han dado un nuevo paso,
Pues hay hambre, hay mareo,
Hay desesperación,
Hay sombras nuevas,
Soledad creciente
Y calaveras repetidas en la mesa,
Pero es sólo eso:
Sólo el siniestro cáncer del desorden
Que se cuela,
Nada más,
Nada más que ese pequeñez exigua
Que poco puede hacer
Frente a mi risa perfecta,
Universal mente exacta,
Abarcatívamente insondable,
Cíclicamente inviolable.
Frente a mi risa de canto acumulado,
De todo el canto cósmico acumulado.
.....................................
Las cadenas del lenguaje
Si pudiera mostrar
en el decir anque sea
la mitad de la flor
que en mí me habla,
el mundo sería un juego
de lenguajes de pétalos interminables.
Y si pudiera mostrar
en el decir el hablar de
mi flor completa
el mundo ya no sería mundo,
sino
la belleza innominable de
mi jardín interior.
Santiago
Es cierto, hay hambre
Hay mareo,
Hay desesperación,
Seguramente la eficacia
De las ratas voraces disfrazadas
De progreso han dado un nuevo paso
Y la métrica exacta de la
Resignación apunta feo.
Se nota en la habitación
La suma irrefrenable de
Saturninas sombras consuetudinarias
Y el olor a acumulado a soledad rancia,
Es cierto, es cierto...
Sin embargo
Ni el barro de los días,
Ni la lima del tiempo,
Ni la sordina conspirativa
De la codicia pandémica,
Ni las calaveras amontonadas
En la mesa vacía
Han podido siquiera
Rosar la estola umbilical
De mi sonrisa estoica,
Ajena a toda la mierda,
Incorruptible, implicita;
Tatuada como mueca universal,
Creciendo, imparable, infranqueable;
Siquiera han podido rosar
La institución de mi dicha
Que es natural, que es esencial,
Que es divina, que es inmodificable.
Pero es cierto, indefectiblemente
Las ratas del progreso carcomiendo
la convicción y la inocencia
han dado un nuevo paso,
Pues hay hambre, hay mareo,
Hay desesperación,
Hay sombras nuevas,
Soledad creciente
Y calaveras repetidas en la mesa,
Pero es sólo eso:
Sólo el siniestro cáncer del desorden
Que se cuela,
Nada más,
Nada más que ese pequeñez exigua
Que poco puede hacer
Frente a mi risa perfecta,
Universal mente exacta,
Abarcatívamente insondable,
Cíclicamente inviolable.
Frente a mi risa de canto acumulado,
De todo el canto cósmico acumulado.
.....................................
Las cadenas del lenguaje
Si pudiera mostrar
en el decir anque sea
la mitad de la flor
que en mí me habla,
el mundo sería un juego
de lenguajes de pétalos interminables.
Y si pudiera mostrar
en el decir el hablar de
mi flor completa
el mundo ya no sería mundo,
sino
la belleza innominable de
mi jardín interior.
Santiago
miércoles, 28 de octubre de 2009
Espejismo cíclico 2
Lo que carcome
es la permanencia del ser
en el tatuaje comprimido
del aire desasido,
en la petrificación
del feto desabrido
que escupió la vulva frígida del origen.
Lo que carcome
es el olor rancio a esperma muerto
que viene desde la puerta de la historicidad,
desde el infecundo vientre primigenio.
El hilo hueco
de la ironía fundacional
escupió la codicia del
diente primero hacia
el lóbulo orbital
de la carne vacía,
hacia la unicidad irreversible
del gran hueso acumulado.
Por inercia, por naturaleza
comemos del revuelto alógico
y escupimos-siempre- calaveras mudas
de puertas cerradas,
aglomerados crispados de
luces asexuadas,
esencias simbólicas de
luciérnagas esqueléticas.
La lija del azar arremolina
esquirlas nebulosas de
montes obscuros,
la mancha medular
no suelta el velo:
velo labrado de cercos
de sombras troncales, inamovibles.
Mancha primera como
escudo mudo hasta el hartazgo,
péndulo de mancha
donde estamos perdidos,
perdidos para siempre
en el centro de su hermetismo,
en el trazo riguroso
de su siniestra mudez cíclica.
Santiago
es la permanencia del ser
en el tatuaje comprimido
del aire desasido,
en la petrificación
del feto desabrido
que escupió la vulva frígida del origen.
Lo que carcome
es el olor rancio a esperma muerto
que viene desde la puerta de la historicidad,
desde el infecundo vientre primigenio.
El hilo hueco
de la ironía fundacional
escupió la codicia del
diente primero hacia
el lóbulo orbital
de la carne vacía,
hacia la unicidad irreversible
del gran hueso acumulado.
Por inercia, por naturaleza
comemos del revuelto alógico
y escupimos-siempre- calaveras mudas
de puertas cerradas,
aglomerados crispados de
luces asexuadas,
esencias simbólicas de
luciérnagas esqueléticas.
La lija del azar arremolina
esquirlas nebulosas de
montes obscuros,
la mancha medular
no suelta el velo:
velo labrado de cercos
de sombras troncales, inamovibles.
Mancha primera como
escudo mudo hasta el hartazgo,
péndulo de mancha
donde estamos perdidos,
perdidos para siempre
en el centro de su hermetismo,
en el trazo riguroso
de su siniestra mudez cíclica.
Santiago
jueves, 22 de octubre de 2009
El cuarto no contaminado
Corre el oxigeno vivo
En las bocanadas rítmicas
De tabaco cálido.
Las sonrisas desatadas
Se tocan en el cuarto de corola;
Sonrisas hilvanando
La honda autenticidad
De la huella fraterna,
Reunidas bocas inocentes
Besando los labios
Cómplices del vino,
Depurando los símbolos espesos
Del barro del día.
De una punta a la otra del cuarto
Se siente la protección envolvente
De los rostros desnudos de simpleza,
Unívocos de ternura genuína;
Rostros de nítida luz,
De táctil clarividencia tatuada, inviolable;
Rostros sueltos de certeza de abrazo,
De abrazo compacto, seguro.
En si el cuarto de corola es joven, es cierto,
Pero la raíz de sus cimientos
Es la prolongación de generosidad antigua
Que habita en las entrañas de su mentor,
Del poeta inclasificable,
Del poeta de espíritu entero, incorruptible.
El cuarto tiene la forma
De su abrazo abierto,
El cuarto nos espera siempre
Como él también lo hace.
El cuarto es, para que se entienda,
La simetría exacta de su esencia noble,
De su esencia rebasada de vida.
Cada tanto allí nos reunimos,
Cada tanto tenemos la sensación
De estar salvados,
De que ya nada puede lacerarnos,
De que los años volteados ya no existen
De que el aturdimiento es una metáfora muerta,
Un símbolo acéfalo, desconocido.
Cada tanto nos juntamos allí
A sentir el vapor de nuestros propios
Valores inalienables, difíciles de llevar
Pero, al fin y al cabo, inclaudicables;
A sentir la consonancia
Exacta de la vida viva,
A contemplar su vestigio
De aura intangible.
Siempre esperamos
Que llegue la hora del cuarto,
La hora del vino suelto,
De las palabras verdaderas,
La hora de soñar
Con caminos puros,
De hilvanar imposibles mundos ideales,
Mundos de remansos claros,
De destinos de remansos apacibles.
Siempre esperamos
Que llegue la hora del cuarto,
La hora de compartir
La autenticidad de nosotros mismos,
La hora encendida,
La hora correcta,
La hora sagrada,
La hora perfecta.
La hora de nosostros,
De nosotros
Salvándonos del mundo.
Santiago
En las bocanadas rítmicas
De tabaco cálido.
Las sonrisas desatadas
Se tocan en el cuarto de corola;
Sonrisas hilvanando
La honda autenticidad
De la huella fraterna,
Reunidas bocas inocentes
Besando los labios
Cómplices del vino,
Depurando los símbolos espesos
Del barro del día.
De una punta a la otra del cuarto
Se siente la protección envolvente
De los rostros desnudos de simpleza,
Unívocos de ternura genuína;
Rostros de nítida luz,
De táctil clarividencia tatuada, inviolable;
Rostros sueltos de certeza de abrazo,
De abrazo compacto, seguro.
En si el cuarto de corola es joven, es cierto,
Pero la raíz de sus cimientos
Es la prolongación de generosidad antigua
Que habita en las entrañas de su mentor,
Del poeta inclasificable,
Del poeta de espíritu entero, incorruptible.
El cuarto tiene la forma
De su abrazo abierto,
El cuarto nos espera siempre
Como él también lo hace.
El cuarto es, para que se entienda,
La simetría exacta de su esencia noble,
De su esencia rebasada de vida.
Cada tanto allí nos reunimos,
Cada tanto tenemos la sensación
De estar salvados,
De que ya nada puede lacerarnos,
De que los años volteados ya no existen
De que el aturdimiento es una metáfora muerta,
Un símbolo acéfalo, desconocido.
Cada tanto nos juntamos allí
A sentir el vapor de nuestros propios
Valores inalienables, difíciles de llevar
Pero, al fin y al cabo, inclaudicables;
A sentir la consonancia
Exacta de la vida viva,
A contemplar su vestigio
De aura intangible.
Siempre esperamos
Que llegue la hora del cuarto,
La hora del vino suelto,
De las palabras verdaderas,
La hora de soñar
Con caminos puros,
De hilvanar imposibles mundos ideales,
Mundos de remansos claros,
De destinos de remansos apacibles.
Siempre esperamos
Que llegue la hora del cuarto,
La hora de compartir
La autenticidad de nosotros mismos,
La hora encendida,
La hora correcta,
La hora sagrada,
La hora perfecta.
La hora de nosostros,
De nosotros
Salvándonos del mundo.
Santiago
miércoles, 21 de octubre de 2009
Espejismo cíclico
Fundamento abandonado
En el legado desapareciendo,
En el centro inmemorial
De la volatilización inminente.
La aguja irreversible segundea la unanimidad del eco abstracto. La conflagración del eje originario escupe la geometría estéril de la acefalía uniforme. La fisicidad de la orbe tiene voz de engranaje desmembrado, rostro de escollo fisurado en la hilaridad extraviada del abismo.
Somos masa
Abandonada
Caminando hacia
El legado inexistente
De la huida,
Neutralidad en desuso
Avanzando hacia
El archivo del vacío,
Hacia la asfixia crispada
Del espacio desfondado.
Atados, al unísono, a la cáscara finita del sentido absurdo. ¿Quién nos ahorca despacio en la soga acalambrada del aire inanimado? Soga simbólica de silencio rancio de púas, Soga atemporal de cuchillo alzado aleteando el filo. Naturaleza madrugada de horca de lepra correlatada . Horca sin fisuras en su eficacia de empujar a la carne hacia el horizonte de la boca de muro.
Lo que carcome aquí es estar encerrado en este cerco de calaveras de ojos chorreados de ceniza de flor, es habitar en este océano de latigazos de lengua de hoguera, es estar en este resquicio olvidado de brasa calculada, cálculo de fuego de diente certero.
Lo que carcome aquí, en esta rosca indefinida de descuajeringada sincronización terrestre, es saber que el espejismo es cíclico.
Santiago
En el legado desapareciendo,
En el centro inmemorial
De la volatilización inminente.
La aguja irreversible segundea la unanimidad del eco abstracto. La conflagración del eje originario escupe la geometría estéril de la acefalía uniforme. La fisicidad de la orbe tiene voz de engranaje desmembrado, rostro de escollo fisurado en la hilaridad extraviada del abismo.
Somos masa
Abandonada
Caminando hacia
El legado inexistente
De la huida,
Neutralidad en desuso
Avanzando hacia
El archivo del vacío,
Hacia la asfixia crispada
Del espacio desfondado.
Atados, al unísono, a la cáscara finita del sentido absurdo. ¿Quién nos ahorca despacio en la soga acalambrada del aire inanimado? Soga simbólica de silencio rancio de púas, Soga atemporal de cuchillo alzado aleteando el filo. Naturaleza madrugada de horca de lepra correlatada . Horca sin fisuras en su eficacia de empujar a la carne hacia el horizonte de la boca de muro.
Lo que carcome aquí es estar encerrado en este cerco de calaveras de ojos chorreados de ceniza de flor, es habitar en este océano de latigazos de lengua de hoguera, es estar en este resquicio olvidado de brasa calculada, cálculo de fuego de diente certero.
Lo que carcome aquí, en esta rosca indefinida de descuajeringada sincronización terrestre, es saber que el espejismo es cíclico.
Santiago
jueves, 15 de octubre de 2009
Melodía fofa
Eran los vestigios de mi clave central los que se difuminaban como patada de espacio vacío. Recuerdo los pasos de amnesia sólida chocando contra el letargo repetido del muro en perspectiva claustrofobica.
Habitando en la clausura de lo sórdido, andaba. Armonía de lo blanco cansado en el labio vomitado de palabras hueras
Camino de llanura enlutada en el descuajeringo de mi mismo. Ensimismamiento de féretro avanzando en el filo de Súbito gélido del día de pájaro ahogado de alas, en el día de consternación táctil de pueblada desterrada de sentido ¡¡vendaval de la materia al nódulo del ostracismo!!
Como decía capusotto, andaba ligero de casco, verborragia de neurona atascada en el nervio mudo de lo opaco, ramillete de pensamiento desperdigado en el habla de la transparencia ciega.
Caminaba adormecido en el arquetipo de mi defasaje mixto, aletargado en mi soliloquio de desperdicio bilingüe.
Ya no sentía los epiches del péndulo, no sentía el peso de su inconmovible formato aciago, ni su frondosa e indeleble corrida trágica, immutable.
Soy
Aguja
vaciada
en el soporte
del camino.
hora huerfana
postrada
en el reverso
cero
de la
memoria
terrestre.
A veces, ni la borra de uno mismo queda. A veces uno camina en el rotor volátil de la amnesia, en el seno de su propio oxigeno ahogado. A veces uno se distorsiona en su propio resquicio andrajoso y ya no queda como clave caminada, sino como paso trémulo en el horizonte desfondado del camino, como inconsonancia molesta en el centro medular de la forma, como melodía fofa en el concierto rasca de la existencia.
Sangentleman
Habitando en la clausura de lo sórdido, andaba. Armonía de lo blanco cansado en el labio vomitado de palabras hueras
Camino de llanura enlutada en el descuajeringo de mi mismo. Ensimismamiento de féretro avanzando en el filo de Súbito gélido del día de pájaro ahogado de alas, en el día de consternación táctil de pueblada desterrada de sentido ¡¡vendaval de la materia al nódulo del ostracismo!!
Como decía capusotto, andaba ligero de casco, verborragia de neurona atascada en el nervio mudo de lo opaco, ramillete de pensamiento desperdigado en el habla de la transparencia ciega.
Caminaba adormecido en el arquetipo de mi defasaje mixto, aletargado en mi soliloquio de desperdicio bilingüe.
Ya no sentía los epiches del péndulo, no sentía el peso de su inconmovible formato aciago, ni su frondosa e indeleble corrida trágica, immutable.
Soy
Aguja
vaciada
en el soporte
del camino.
hora huerfana
postrada
en el reverso
cero
de la
memoria
terrestre.
A veces, ni la borra de uno mismo queda. A veces uno camina en el rotor volátil de la amnesia, en el seno de su propio oxigeno ahogado. A veces uno se distorsiona en su propio resquicio andrajoso y ya no queda como clave caminada, sino como paso trémulo en el horizonte desfondado del camino, como inconsonancia molesta en el centro medular de la forma, como melodía fofa en el concierto rasca de la existencia.
Sangentleman
martes, 13 de octubre de 2009
Teoría doble
Teoria en desuso
En el discurso
De dios
Somos
la
Teoría
En
desuso.
Carne
gastada
En el
último
Resquicio
Del
cosmos
.............................
Mística teoría muda
El univoco
Del mundo
Se manifiesta
En formato
De
Intemperie.
Los arquetipos
Teóricos
Se
dislocan
En la ironía
Del
Tiempo,
En la matriz
Inclasificable
Del
Espacio
desfondado.
El tacto hermético
De la realidad
No
Otorga
Rasgos
de
Clarividencia
Estamos encerrados
En la teoría
De un
Dios
Que nos habla
En
Claves
mudas
Somos la voz
Ciega
hablandole
A
la sordera
cosmopolita.
Sangenlteman
En el discurso
De dios
Somos
la
Teoría
En
desuso.
Carne
gastada
En el
último
Resquicio
Del
cosmos
.............................
Mística teoría muda
El univoco
Del mundo
Se manifiesta
En formato
De
Intemperie.
Los arquetipos
Teóricos
Se
dislocan
En la ironía
Del
Tiempo,
En la matriz
Inclasificable
Del
Espacio
desfondado.
El tacto hermético
De la realidad
No
Otorga
Rasgos
de
Clarividencia
Estamos encerrados
En la teoría
De un
Dios
Que nos habla
En
Claves
mudas
Somos la voz
Ciega
hablandole
A
la sordera
cosmopolita.
Sangenlteman
Futurología
Aprieta
El mundo
Con sus
Brazos
De
Fuego.
Dedos
Terrestres
En forma
De horca.
Somos ancla
Inamovible
En la
Hoguera
Del
tiempo
Ceniza
Colgada
En la
Soga
Del
futuro.
Sangentleman
El mundo
Con sus
Brazos
De
Fuego.
Dedos
Terrestres
En forma
De horca.
Somos ancla
Inamovible
En la
Hoguera
Del
tiempo
Ceniza
Colgada
En la
Soga
Del
futuro.
Sangentleman
sábado, 10 de octubre de 2009
Para rodar
Perfiles en la tarde noche.
Corre el vino y todos nos sentimos
mejor
bajo el mismo fuego de siempre.
Borrachos idealistas.
Herejes donde ya no queda
herejía por hacer ,
funcionamos con temáticas
variadas.
Poseemos una credulidad pareja.
Religión dispuesta al hambre y
la intemperie metafísica ;
siempre que el vino
corra.
Ludovico Fonda
Corre el vino y todos nos sentimos
mejor
bajo el mismo fuego de siempre.
Borrachos idealistas.
Herejes donde ya no queda
herejía por hacer ,
funcionamos con temáticas
variadas.
Poseemos una credulidad pareja.
Religión dispuesta al hambre y
la intemperie metafísica ;
siempre que el vino
corra.
Ludovico Fonda
viernes, 9 de octubre de 2009
Hablando en flor (a Vanesa)
Habló el silencio
Mítico de la flor
Por el capullo de su piel.
Yo, con el oído de mi lengua,
Escuchaba el inefable
Sonido de su perfume.
San-gentleman
Mítico de la flor
Por el capullo de su piel.
Yo, con el oído de mi lengua,
Escuchaba el inefable
Sonido de su perfume.
San-gentleman
miércoles, 7 de octubre de 2009
Poemitas sueltos
Asfixia del ojo
Distorsión
Embutida
en el ojo
Clausurado
Se ancló
el nombre
del claustro
en el rótulo
de la mirada.
…………………
Podredumbre implícita
Se reveló
El nombre
De su fondo
Degradado
Mostró, por fin,
Embaucando
Su propia luz
Parida,
El sustrato
Elemental
De su niebla
Implícita.
El imprudente
Distorsión
Embutida
en el ojo
Clausurado
Se ancló
el nombre
del claustro
en el rótulo
de la mirada.
…………………
Podredumbre implícita
Se reveló
El nombre
De su fondo
Degradado
Mostró, por fin,
Embaucando
Su propia luz
Parida,
El sustrato
Elemental
De su niebla
Implícita.
El imprudente
martes, 6 de octubre de 2009
Ver lo ciego adentro
Trazo aunado
de la fragmentación
en el existir
del ojo
Todo visto desde
el univoco pináculo
de mi dislocación
cosmopolita
Desde la unicidad
de mi cimiento
imparido
Veo
Desde la coartada
Primigenia
De mi tragedia
implícita
Con la visión de quien ve
desde la fisura ocular
De la carne sin latidos.
El imprudente
de la fragmentación
en el existir
del ojo
Todo visto desde
el univoco pináculo
de mi dislocación
cosmopolita
Desde la unicidad
de mi cimiento
imparido
Veo
Desde la coartada
Primigenia
De mi tragedia
implícita
Con la visión de quien ve
desde la fisura ocular
De la carne sin latidos.
El imprudente
viernes, 2 de octubre de 2009
Cine
Persecución de agujas y ansiedades
plagadas de impuntualidad; círculo
pretencioso tratando de asir lo monstruoso,
lo deforme de puro infinito.
Me alejo y me ataco con la piedad de un cáncer fulminante,
para que la motivación diaria no se empaste
en la baba de la mentira. Y fracaso, y me arrojo
sobre la inercia,
la apuñalo
con el perfume bellamente corrosivo
de las promesas más altas que puede
parir la voluntad más ingenua.
Y me quedo con todo lo que no me pertenece,
con lo que nunca perteneció ni pertenecerá a nadie;
y lo organizo, lo fecho, lo persuado, y lo animo,
para después eyectarlo
en el aire intacto
y llamarlo: mi vida.
Y allá va, corre hasta la orilla del mismo río de sed
que nutre las venas
de tantos otros, y se pone a beber, tímida
y desesperada, la idéntica arena
que levanta muros
o sostiene jardines;
cuerpo entre cuerpos, palabra pegada
al lomo del absurdo.
Número rayando el abismo.
Mi vida. Viviendo de mi.
Traficando sentido
entre el espacio que dejan
el sonido y el golpe;
entre la ética de la mugre
y la estética de lo inmaculado.
Y es fabuloso como
se derrama sobre el tiempo
el cariño vetusto sabio criminal fastuoso exacto lírico seco
de los poetas y los dementes, los cansados y los emprendedores,
los lujuriosos y los célibes, los prosternados y los que saltan,
los muy callados y los muy felices con su lluvia verbal,
los que anotan todo en su piel y los que nada recuerdan,
los que ganan con desgano y los que pierden con entusiasmo;
todos de alguna u otra manera
empujando el carro inamovible
del mundo,
todos juntos tratando de alterar
la falla primaria,
aunque más no sea fallando
titánicamente
hasta borrar
cualquier herida
que oficie de ancla
del espíritu.
Y no.
Aunque sí.
Todo en este cine
es una
afirmación
mutilada.
La buena resignación
es ciencia de los dioses
más altos.
Ludovico Fonda
plagadas de impuntualidad; círculo
pretencioso tratando de asir lo monstruoso,
lo deforme de puro infinito.
Me alejo y me ataco con la piedad de un cáncer fulminante,
para que la motivación diaria no se empaste
en la baba de la mentira. Y fracaso, y me arrojo
sobre la inercia,
la apuñalo
con el perfume bellamente corrosivo
de las promesas más altas que puede
parir la voluntad más ingenua.
Y me quedo con todo lo que no me pertenece,
con lo que nunca perteneció ni pertenecerá a nadie;
y lo organizo, lo fecho, lo persuado, y lo animo,
para después eyectarlo
en el aire intacto
y llamarlo: mi vida.
Y allá va, corre hasta la orilla del mismo río de sed
que nutre las venas
de tantos otros, y se pone a beber, tímida
y desesperada, la idéntica arena
que levanta muros
o sostiene jardines;
cuerpo entre cuerpos, palabra pegada
al lomo del absurdo.
Número rayando el abismo.
Mi vida. Viviendo de mi.
Traficando sentido
entre el espacio que dejan
el sonido y el golpe;
entre la ética de la mugre
y la estética de lo inmaculado.
Y es fabuloso como
se derrama sobre el tiempo
el cariño vetusto sabio criminal fastuoso exacto lírico seco
de los poetas y los dementes, los cansados y los emprendedores,
los lujuriosos y los célibes, los prosternados y los que saltan,
los muy callados y los muy felices con su lluvia verbal,
los que anotan todo en su piel y los que nada recuerdan,
los que ganan con desgano y los que pierden con entusiasmo;
todos de alguna u otra manera
empujando el carro inamovible
del mundo,
todos juntos tratando de alterar
la falla primaria,
aunque más no sea fallando
titánicamente
hasta borrar
cualquier herida
que oficie de ancla
del espíritu.
Y no.
Aunque sí.
Todo en este cine
es una
afirmación
mutilada.
La buena resignación
es ciencia de los dioses
más altos.
Ludovico Fonda
lunes, 28 de septiembre de 2009
Hermosos cuadros
El tiempo clausurado en relojes y calendarios
es tan inútil y absurdo como una escalera
tirada en el
piso.
Aquí o allá,
democrática metafísica,
en chozas de barro y paja o
o en
camas de seda y rubíes,
mascamos el freno
del no entender;
este de nuestro lado
el filo de lo perverso,
dios, las paradojas, las ausencias
o la áspera santidad del que vomita sobre la avaricia.
No entendemos.
Y al decir paciencia pensamos
en anchas planicies
recibiendo el sol
cada mañana,
cada tarde,
cada noche ( esquilmado en luna),
para parir
con humildad eterna
miles de hijos:
yuyos o animales, lagunas
o caminos polvorientos,
coplas o ánimas:
todos hermanados
en el alto milagro
de ser paisaje sin saberlo.
Y nosotros,
hábilmente ocultos
en la penumbra,
parados con genial sarcasmo
en medio de ella,
hablamos el idioma
gélido
de los números
y
en cada hombro nos crecen flores secas
y
al hablar nos brota el chillido
de la indiferencia
hija del miedo a lo que no se entiende :
sanidad espiritual de las razas puras.
Así el esmero
tonto
nos trabaja desde
adentro,
hasta convertirnos en una
música efectiva;
amando todo lo que niegue el buen silencio,
hogar de nuestra verdadera máscara.
La que solo puede caer si nosotros
enteros
caemos.
Abriendo una puerta
hacia la libertad
extraterrestre
de lo que vuela sin culpa.
Pero es probable que siempre persista
el timbre a la madrugada
que nos hace sudar frío y nos llena los pies
de extrañas cosquillas;
los versos idiotas agotando el espacio
que debería
ocupar
una lírica descarnada y bruta,
vital y afirmadora.
Sacándole la lengua a las tumbas.
Lamiéndolas.
Aunque se quemen con agua bendita.
Desvaríos.
Desvaríos
de cualquier tarde,
cuadros hermosos
que pintan prestigiosas instituciones
volando por los aires,
¡fragmentadas!,
hermanas, por un rato, de las aves y el aire;
¡fragmentadas!: las instituciones;
en pedacitos bien chiquitos
como semillas
de un árbol insignificante.
Hermosos cuadros.
Hermosos desvaríos.
Que se amontonan y
Reclaman
algo honesto,
un plato convidado
sin el mordisco venenoso
de la caridad.
Hermosos cuadros.
Pateando al muerto
más vivo de la
historia.
LUDOVICO FONDA
es tan inútil y absurdo como una escalera
tirada en el
piso.
Aquí o allá,
democrática metafísica,
en chozas de barro y paja o
o en
camas de seda y rubíes,
mascamos el freno
del no entender;
este de nuestro lado
el filo de lo perverso,
dios, las paradojas, las ausencias
o la áspera santidad del que vomita sobre la avaricia.
No entendemos.
Y al decir paciencia pensamos
en anchas planicies
recibiendo el sol
cada mañana,
cada tarde,
cada noche ( esquilmado en luna),
para parir
con humildad eterna
miles de hijos:
yuyos o animales, lagunas
o caminos polvorientos,
coplas o ánimas:
todos hermanados
en el alto milagro
de ser paisaje sin saberlo.
Y nosotros,
hábilmente ocultos
en la penumbra,
parados con genial sarcasmo
en medio de ella,
hablamos el idioma
gélido
de los números
y
en cada hombro nos crecen flores secas
y
al hablar nos brota el chillido
de la indiferencia
hija del miedo a lo que no se entiende :
sanidad espiritual de las razas puras.
Así el esmero
tonto
nos trabaja desde
adentro,
hasta convertirnos en una
música efectiva;
amando todo lo que niegue el buen silencio,
hogar de nuestra verdadera máscara.
La que solo puede caer si nosotros
enteros
caemos.
Abriendo una puerta
hacia la libertad
extraterrestre
de lo que vuela sin culpa.
Pero es probable que siempre persista
el timbre a la madrugada
que nos hace sudar frío y nos llena los pies
de extrañas cosquillas;
los versos idiotas agotando el espacio
que debería
ocupar
una lírica descarnada y bruta,
vital y afirmadora.
Sacándole la lengua a las tumbas.
Lamiéndolas.
Aunque se quemen con agua bendita.
Desvaríos.
Desvaríos
de cualquier tarde,
cuadros hermosos
que pintan prestigiosas instituciones
volando por los aires,
¡fragmentadas!,
hermanas, por un rato, de las aves y el aire;
¡fragmentadas!: las instituciones;
en pedacitos bien chiquitos
como semillas
de un árbol insignificante.
Hermosos cuadros.
Hermosos desvaríos.
Que se amontonan y
Reclaman
algo honesto,
un plato convidado
sin el mordisco venenoso
de la caridad.
Hermosos cuadros.
Pateando al muerto
más vivo de la
historia.
LUDOVICO FONDA
sábado, 26 de septiembre de 2009
Paijeaje del erecto-coito
Abruptos cimbronazos
de anhelos penetrantes.
Brebaje bestial
de lo erecto
súbitamente segregando
vértigo.
La deseo desde
una desconfiguración
viril irrefrenable, ajena,
que surte absorta
desde la fálica estola madre
de la sangre.
La deseo desde
el tuétano medular
del miembro purpureo
desde la errática distorsión
del enajenado órgano erguido,
La deseo hasta el límite
del entramado elemental
de la carne,
si, sólo hasta el sexo,
sólo hasta el eco final
del coito.
de anhelos penetrantes.
Brebaje bestial
de lo erecto
súbitamente segregando
vértigo.
La deseo desde
una desconfiguración
viril irrefrenable, ajena,
que surte absorta
desde la fálica estola madre
de la sangre.
La deseo desde
el tuétano medular
del miembro purpureo
desde la errática distorsión
del enajenado órgano erguido,
La deseo hasta el límite
del entramado elemental
de la carne,
si, sólo hasta el sexo,
sólo hasta el eco final
del coito.
martes, 22 de septiembre de 2009
Algunos poemitas perdurables, indelebles
La historicidad de la palabra es el acontecer tautológico de metáforas erráticas tratando de describir la raíz incierta de la totalidad.
No podemos alumbrar con nuestros símbolos el caos innato de la incertidumbre. Lo que podemos hacer es describir con la mayor estética posible- que EN GENERAL no es mucha- nuestra ceguera indefinida para no estar tan pendiente de nuestra ubicación problemática, que es ubicación infinita en el campo incierto, o sea tragedia implícita en el circuito mudo del tiempo.
Estamos instalados en el acaecer de un error inasible tratando de decirlo.
La palabra es, como decía Nietzsche, la reproducción sonora de una excitación nerviosa, o sea: conjunto de levedad de símbolos estridentes tratando de discernir infructuosamente la intemperie hermética de la cosa en si. Sin embargo la voz- pórtico fundacional de la palabra- es el entramado elemental de nuestra esencia anatómica, es la herramienta de depuración necesaria para las continuas representaciones en conflicto del afuera, es el constructor que amalgama en hechos simbólicos la abstracción de nuestra intuición intrínseca y de nuestras sensaciones que llegan a nuestro adentro desde el exterior; y que terminan siendo siempre arbitrarias ¡hete aquí el centro de la cuestión! , pues es en este punto donde se genera la subjetividad universal o, digamos, las múltiples lecturas de la distorsión inefable que, inanimada y desdeñosa, nos invade insaciable; es en esas múltiples lecturas donde mostramos la formación de nuestros cimientos sensitivos, en donde mostramos el arquetipo de nuestro semblante con respecto a la voraz e ininterrumpida finitud que, de a poco, nos va carcomiendo.
Pero ¿qué queda en medio de esa corrosión de la finitud carcomiendonos y frente a la impotencia que genera la circunvalación indefinida del tiempo que, por su potencial azarocidad, pone a todas las verdades creadas en jaque? Lo que queda, y a esto quería llegar, es la riqueza en ciertas búsquedas individuales, es la particular indagación de ciertos personajes que saben rigurosamente del claustro donde están encerrados, (o sea de la eterna zona de angustia y acefalía de sentido que es el mundo), pero que intentan, de todas maneras, alumbrarlo por medio de la palabra. Lo que queda, entonces, es la especificidad reducida de ciertos sujetos tratando de describir de manera estética la innominable universalidad que lo azora y, generalmente, (a mi entender) pocos son los personajes que tiene esta virtud, la virtud de, sabiéndose abandonados en el terrenal cíclico ciclo de penumbras terrestre, pueden describirlo estéticamente y este textito (por supuesto reducido a las letras, pues no conozco el entramado de los demás circuitos artísticos) es la excusa justa para nombrar a algunos de ellos, es la excusa justa para citarlos, para citar sus textos que a mí, personalmente, me conmueven una y otra vez, que, por su genialidad, nunca dejaré de leerlos:
“_ No alcanza con rozar,
e incluso intimar con la sabiduría ;
hay que tomar las cosas por el cuello y exprimirlas
de banalidad. Violarlas salvajemente,
para que, después de un exacto período de gestación,
expulsen, desde el fondo de sus entrañas,
una flor bañada en estiércol,
que, vista de cerca, horrorice y fascine con la misma
intensidad.”
………………………………………………………………
SIGILO
Cada vez más : perdurar escépticos.
Inquietante : hasta la luna
fue lamida por la bestia.
Hay que escupir sobre la eficiencia.
Hablo de abandonarse al vino;
de beber hasta perder el habla.
De argumentar ante un amigo,
confusos, cómo tratamos de estar
al margen de la mugre ;
y subirse a trenes que
desaparecen a nuestros pies,
exiliados de la ternura,
con nuestro pudor a salvo.
Hablo de noches que posan su encanto
en nuestro artificio,
y lo invalidan, para que surja,
liviana, la buena
risa.
………………………………………………………………
POSMO
Soy de edición
limitada.
Cuento los días en
horas de reumática felicidad.
Tengo varios rostros
y un corazón simpático
que celebra todo.
Las fiestas que frecuento
estrenan siempre, siempre,
un nuevo encanto;
yo converso en ámbitos
en donde el alma aprende.
Yo soy
el que ríe
de no estar.
Ludovico Fonda
………………………………………………………………
“Árbol, roca, latido, accidentes,
Apariencias adentro de algo en donde
La bolsa liza del mundo
Rueda sin fin.”
Juan José Saer
…………………………………………………………………
“El tiempo es Dios y Dios tiene prisa.
Nada cambia de sitio sin perder un poco el miedo.
Nadie tiene mas miedo que el tiempo.”
……………………………………………………………….
El camino es eso que se desase haciendo.
El milenario acto de caminar no admite concesiones,
Un camino suele ser algo irreprochable,
Un argumento extenso y sólido, vehículo del deseo,
Vena de la melancolía, asfalto bajo una lluvia infernal,
Andén de tierra para el tren de los otoños
José Luis Larroca
………………………………………………………………
ORILLAS
Afuera ladra un perro
a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.
Siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.
Adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.
Hugo Mujica
……………………………………………………………………………
Los cántaros
En las largas mesas del tiempo
Beben a raudales los cantaros de Dios.
Beben hasta vaciar los ojos de los que ven y los ojos de los ciegos,
Los corazones de las sombras vigentes,
La mejilla hueca del crepúsculo.
Son los bebedores más violentos:
Llevan a la boca lo vacío como lo lleno
Y no desbordan la espuma como tu y yo.
Paúl Celán
………………………………………………………………………………………..
A veces, en la noche,
Me dijeron que mi corazón no existe
………………………………………………
Si solamente hicieran una hoguera en mis labios
Para quemar las sílabas que no se unen.
…………………………………………………………..
De súbito
no he nacido
No he muerto.
El centro de la sombra
Es la sombra en mi espera
Alajandra Pizarnik
:::……………………………………………………………………………..
No podemos alumbrar con nuestros símbolos el caos innato de la incertidumbre. Lo que podemos hacer es describir con la mayor estética posible- que EN GENERAL no es mucha- nuestra ceguera indefinida para no estar tan pendiente de nuestra ubicación problemática, que es ubicación infinita en el campo incierto, o sea tragedia implícita en el circuito mudo del tiempo.
Estamos instalados en el acaecer de un error inasible tratando de decirlo.
La palabra es, como decía Nietzsche, la reproducción sonora de una excitación nerviosa, o sea: conjunto de levedad de símbolos estridentes tratando de discernir infructuosamente la intemperie hermética de la cosa en si. Sin embargo la voz- pórtico fundacional de la palabra- es el entramado elemental de nuestra esencia anatómica, es la herramienta de depuración necesaria para las continuas representaciones en conflicto del afuera, es el constructor que amalgama en hechos simbólicos la abstracción de nuestra intuición intrínseca y de nuestras sensaciones que llegan a nuestro adentro desde el exterior; y que terminan siendo siempre arbitrarias ¡hete aquí el centro de la cuestión! , pues es en este punto donde se genera la subjetividad universal o, digamos, las múltiples lecturas de la distorsión inefable que, inanimada y desdeñosa, nos invade insaciable; es en esas múltiples lecturas donde mostramos la formación de nuestros cimientos sensitivos, en donde mostramos el arquetipo de nuestro semblante con respecto a la voraz e ininterrumpida finitud que, de a poco, nos va carcomiendo.
Pero ¿qué queda en medio de esa corrosión de la finitud carcomiendonos y frente a la impotencia que genera la circunvalación indefinida del tiempo que, por su potencial azarocidad, pone a todas las verdades creadas en jaque? Lo que queda, y a esto quería llegar, es la riqueza en ciertas búsquedas individuales, es la particular indagación de ciertos personajes que saben rigurosamente del claustro donde están encerrados, (o sea de la eterna zona de angustia y acefalía de sentido que es el mundo), pero que intentan, de todas maneras, alumbrarlo por medio de la palabra. Lo que queda, entonces, es la especificidad reducida de ciertos sujetos tratando de describir de manera estética la innominable universalidad que lo azora y, generalmente, (a mi entender) pocos son los personajes que tiene esta virtud, la virtud de, sabiéndose abandonados en el terrenal cíclico ciclo de penumbras terrestre, pueden describirlo estéticamente y este textito (por supuesto reducido a las letras, pues no conozco el entramado de los demás circuitos artísticos) es la excusa justa para nombrar a algunos de ellos, es la excusa justa para citarlos, para citar sus textos que a mí, personalmente, me conmueven una y otra vez, que, por su genialidad, nunca dejaré de leerlos:
“_ No alcanza con rozar,
e incluso intimar con la sabiduría ;
hay que tomar las cosas por el cuello y exprimirlas
de banalidad. Violarlas salvajemente,
para que, después de un exacto período de gestación,
expulsen, desde el fondo de sus entrañas,
una flor bañada en estiércol,
que, vista de cerca, horrorice y fascine con la misma
intensidad.”
………………………………………………………………
SIGILO
Cada vez más : perdurar escépticos.
Inquietante : hasta la luna
fue lamida por la bestia.
Hay que escupir sobre la eficiencia.
Hablo de abandonarse al vino;
de beber hasta perder el habla.
De argumentar ante un amigo,
confusos, cómo tratamos de estar
al margen de la mugre ;
y subirse a trenes que
desaparecen a nuestros pies,
exiliados de la ternura,
con nuestro pudor a salvo.
Hablo de noches que posan su encanto
en nuestro artificio,
y lo invalidan, para que surja,
liviana, la buena
risa.
………………………………………………………………
POSMO
Soy de edición
limitada.
Cuento los días en
horas de reumática felicidad.
Tengo varios rostros
y un corazón simpático
que celebra todo.
Las fiestas que frecuento
estrenan siempre, siempre,
un nuevo encanto;
yo converso en ámbitos
en donde el alma aprende.
Yo soy
el que ríe
de no estar.
Ludovico Fonda
………………………………………………………………
“Árbol, roca, latido, accidentes,
Apariencias adentro de algo en donde
La bolsa liza del mundo
Rueda sin fin.”
Juan José Saer
…………………………………………………………………
“El tiempo es Dios y Dios tiene prisa.
Nada cambia de sitio sin perder un poco el miedo.
Nadie tiene mas miedo que el tiempo.”
……………………………………………………………….
El camino es eso que se desase haciendo.
El milenario acto de caminar no admite concesiones,
Un camino suele ser algo irreprochable,
Un argumento extenso y sólido, vehículo del deseo,
Vena de la melancolía, asfalto bajo una lluvia infernal,
Andén de tierra para el tren de los otoños
José Luis Larroca
………………………………………………………………
ORILLAS
Afuera ladra un perro
a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.
Siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.
Adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.
Hugo Mujica
……………………………………………………………………………
Los cántaros
En las largas mesas del tiempo
Beben a raudales los cantaros de Dios.
Beben hasta vaciar los ojos de los que ven y los ojos de los ciegos,
Los corazones de las sombras vigentes,
La mejilla hueca del crepúsculo.
Son los bebedores más violentos:
Llevan a la boca lo vacío como lo lleno
Y no desbordan la espuma como tu y yo.
Paúl Celán
………………………………………………………………………………………..
A veces, en la noche,
Me dijeron que mi corazón no existe
………………………………………………
Si solamente hicieran una hoguera en mis labios
Para quemar las sílabas que no se unen.
…………………………………………………………..
De súbito
no he nacido
No he muerto.
El centro de la sombra
Es la sombra en mi espera
Alajandra Pizarnik
:::……………………………………………………………………………..
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Tres poemitas
Centro de la carencia
A la vista
sólo el nódulo
de un muro
soplando penumbras
Soy el centro de la carencia
con fondo inconcluso.
La huella abandonada
en la zona
de claustro.
.................
Sitiado
Entre cercos de púa
con el nombre de sobra.
En medio
de la atemporalidad
de tu última expresión
diciéndome.
................
Desde la acefalía
Yo hablo de las formas
de tu ausencia
de las voces de mi identidad
perdidas en el eco
de tu olvido
Yo hablo de mi rastro dilapidado
en la amnesia
de tu memoria
!sii, mujer!
yo hablo
de tu síndrome
de exilio abrupto
de tu huida súbita
con mi nombre en tus manos.
San-gentleman
A la vista
sólo el nódulo
de un muro
soplando penumbras
Soy el centro de la carencia
con fondo inconcluso.
La huella abandonada
en la zona
de claustro.
.................
Sitiado
Entre cercos de púa
con el nombre de sobra.
En medio
de la atemporalidad
de tu última expresión
diciéndome.
................
Desde la acefalía
Yo hablo de las formas
de tu ausencia
de las voces de mi identidad
perdidas en el eco
de tu olvido
Yo hablo de mi rastro dilapidado
en la amnesia
de tu memoria
!sii, mujer!
yo hablo
de tu síndrome
de exilio abrupto
de tu huida súbita
con mi nombre en tus manos.
San-gentleman
jueves, 10 de septiembre de 2009
QUE AMENACE NOMÁS LA MIERDA!
Y que sea encumbrado amarillo, nomás,
Que sea pináculo de distorsión
Y tardes neutras.
Que el entongado tiempo
Venga con la lepra del vacío,
¡Que se de toda la mierda que me amenaza, nomás!.
Que se venga el rumor a callejón sin salida,
A emboscada de orilla esquelética esperándome.
Que se venga el aliento a intemperie de manos,
A brisa de brazos cerrados.
Que se venga el choque de la nada
En muro compacto, nomás
¡Qué se venga macizo el bufido de penumbra!
Yo espero aquí con soberana indiferencia,
Pues ando entre ídolos furtivos
Entre hombres de lírica despierta
Entre hombres que ondean dentro
de la conformidad de un te de caléndula
Y de la escritura de un poema.
Ando entre hombres envueltos
En plumas de miel.
Hombres de intratable palpito,
De libertad ilegible,
De inocencia perfecta.
Ando con soberana indiferencia
Porque estoy entre hombres que
clavan el tiempo en la atemporalidad de la luz,
en el defasaje donde se oculta la musa.
Son hombres niños,
hombres con los que se esta
sin pensar en el tiempo
hombres que hacen olvidar, indefectiblemente,
de todo este monticulo de mierda viniendo
de toda esta mierda !!que se las trae!!
sanchestelman
Que sea pináculo de distorsión
Y tardes neutras.
Que el entongado tiempo
Venga con la lepra del vacío,
¡Que se de toda la mierda que me amenaza, nomás!.
Que se venga el rumor a callejón sin salida,
A emboscada de orilla esquelética esperándome.
Que se venga el aliento a intemperie de manos,
A brisa de brazos cerrados.
Que se venga el choque de la nada
En muro compacto, nomás
¡Qué se venga macizo el bufido de penumbra!
Yo espero aquí con soberana indiferencia,
Pues ando entre ídolos furtivos
Entre hombres de lírica despierta
Entre hombres que ondean dentro
de la conformidad de un te de caléndula
Y de la escritura de un poema.
Ando entre hombres envueltos
En plumas de miel.
Hombres de intratable palpito,
De libertad ilegible,
De inocencia perfecta.
Ando con soberana indiferencia
Porque estoy entre hombres que
clavan el tiempo en la atemporalidad de la luz,
en el defasaje donde se oculta la musa.
Son hombres niños,
hombres con los que se esta
sin pensar en el tiempo
hombres que hacen olvidar, indefectiblemente,
de todo este monticulo de mierda viniendo
de toda esta mierda !!que se las trae!!
sanchestelman
jueves, 3 de septiembre de 2009
De luz al unísono
¡Oh, pequeño mito de leve atardecer,
Unificado me fusiono
En la musa de tu cosmos,
En tu insigne melodía que no se exilia!
Oh, niña de luz,
Viniste de azur,
De tinta madre de ala de aura,
Con el semblante de la intimidad del alba,
¡Desde el eco fulgoroso de su matriz, viniste!
¿Cómo no ensimismarme en la suntuosa balada
Que hay en el acorde de tus pupilas?
Cómo no abismarme en la estela de tu relumbre innata?
Cómo no perderme en los bastiones de tu voz
Que suenan a flora indómita?
¡Oh! Niña de albor,
Ojala que tu pálpito siga siendo
Prolongada luz revelándose
En tus yemas como caricias,
Ojala que sigas siendo implacable, indestructible;
Que sigas siendo brillo polimorfo surgido
Del milagro nativo que te enarbola.
Ojala, niña,
Ojala que sigas siendo replegada
Melodía de sol,
Que sigas siendo inefable brillo no corrompido;
Ojala, niña,
Ojala que no se estrelle en la intensidad de tu luz
El hálito pútrido de este mundo.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Desde la fisura del tiempo
Parió, el azar,
el polvo de tu éxodo
sobre la cara de mi horizonte.
Ahora, en la fisura del tiempo,
soy toda la resaca
de lo que fue tu sed en mi.
¿Cuál sería la hazaña
dentro de las estructuras
cíclicas de tu huida,
dentro de esta nostalgia de gris superior?
¿Cuál sería la hazaña
hundiéndome en el fango mudo de tu olvido,
perdido en el soneto ciego
que deja la melodía de tu exilio?
La hazaña sería no ser prolongada
esencia de los ecos de tu abandono,
la hazaña sería no seguir
para siempre las huellas claras
de tu correlatada ausencia.
Si, es cierto,
la hazaña sería
no ser, finalmente,
reencarnado nombre
de tu intemperie madura.
Santiago
el polvo de tu éxodo
sobre la cara de mi horizonte.
Ahora, en la fisura del tiempo,
soy toda la resaca
de lo que fue tu sed en mi.
¿Cuál sería la hazaña
dentro de las estructuras
cíclicas de tu huida,
dentro de esta nostalgia de gris superior?
¿Cuál sería la hazaña
hundiéndome en el fango mudo de tu olvido,
perdido en el soneto ciego
que deja la melodía de tu exilio?
La hazaña sería no ser prolongada
esencia de los ecos de tu abandono,
la hazaña sería no seguir
para siempre las huellas claras
de tu correlatada ausencia.
Si, es cierto,
la hazaña sería
no ser, finalmente,
reencarnado nombre
de tu intemperie madura.
Santiago
miércoles, 26 de agosto de 2009
Devenir de raíz
Quién, de r-r-r-aiz, te genetizó
Tu aliento a
Luz lacerada
De vísceras?
Quién subyugó el cromo de tu pulsión
A la carencia
Ancestral del dogma?
Quién, con fantasmática finura, tatuó
La fisonomía
De
Tu
Sombra
Autóctona?
¡!Pero quién!!, quién te hizo unicidad
De tierra muerta
Naciendo en
La invención
Medular
De
Cada
Brote?
Alguien te invirtió el rotor de
Tu
Relumbre
Primigenia,
Con arritmia terminal alguien
Te susurró
En la
Nuca
Del
latido .
Puedes verte?
Ves el paradigma de tu transparencia exiliada?,
El nombre distorsionado de tu propio horizonte?
Puedes verte POBLANDO tu s-o-l-e-d-a-d con
Los espectros pálidos de tu
Propia esquizofrenia?.
Llegas a verte madurando
En el
Agónico
Gemido
De tu
Propio
Desierto?
Alguien, desde la verdad del origen,
Te mandó
Ya quebrada de DIOS.
Alguien, con gema de penumbra,
Te envió como
Materia
De
Desolación
Cíclica.
Ojala, por el bien de todos,
Que te desdentes en la potencialidad
De tu
Propia
Esencia.
Tu aliento a
Luz lacerada
De vísceras?
Quién subyugó el cromo de tu pulsión
A la carencia
Ancestral del dogma?
Quién, con fantasmática finura, tatuó
La fisonomía
De
Tu
Sombra
Autóctona?
¡!Pero quién!!, quién te hizo unicidad
De tierra muerta
Naciendo en
La invención
Medular
De
Cada
Brote?
Alguien te invirtió el rotor de
Tu
Relumbre
Primigenia,
Con arritmia terminal alguien
Te susurró
En la
Nuca
Del
latido .
Puedes verte?
Ves el paradigma de tu transparencia exiliada?,
El nombre distorsionado de tu propio horizonte?
Puedes verte POBLANDO tu s-o-l-e-d-a-d con
Los espectros pálidos de tu
Propia esquizofrenia?.
Llegas a verte madurando
En el
Agónico
Gemido
De tu
Propio
Desierto?
Alguien, desde la verdad del origen,
Te mandó
Ya quebrada de DIOS.
Alguien, con gema de penumbra,
Te envió como
Materia
De
Desolación
Cíclica.
Ojala, por el bien de todos,
Que te desdentes en la potencialidad
De tu
Propia
Esencia.
domingo, 23 de agosto de 2009
Mi reflejo de ceguera abierta
Desde aquí,
desde el hundimiento táctil
de su mirada exiliada,
sólo véome a través
de mi reflejo de ceguera abierta.
Hoy la claridad se corrompió
desde el núcleo de su enfoque.
Hoy, desde aquí, desde el eco
de su luz letana,
arrastro mis horizontes mutilados
cantando melodías mudas
de penumbra agitada.
El Imprudente
desde el hundimiento táctil
de su mirada exiliada,
sólo véome a través
de mi reflejo de ceguera abierta.
Hoy la claridad se corrompió
desde el núcleo de su enfoque.
Hoy, desde aquí, desde el eco
de su luz letana,
arrastro mis horizontes mutilados
cantando melodías mudas
de penumbra agitada.
El Imprudente
viernes, 14 de agosto de 2009
Desde abajo del que me custodia en mí
Oh! Despertar sobrepasando
La altura inorbita del muro,
Hablando súbitamente con la
Rebelión idiomática de las vísceras.
Abruptamente abrir los ojos
Parafraseando el fragor inefable
De símbolos desmembrados,
Observando el rígido constructo
De mis cenagosos dogmas
Tácitamente fisurados.
Oh, Si! Despertarse escupiendo
Inasibles cimbronazos de
Descuartizadas estructuras,
Descubriendo el camino inédito
De mis horizontes sin cruces,
Sin raíces primigenias de penumbra.
Oh, si! hoy he despertado sin
El rancio sabor del que en mí me arroja
A la plenitud de este mundo
de matriz de luz lacerada,
He despertado sin aliento a mandato
Del que en mí me bebe
Hoy me he transfugado del otro
Lado del custodio de mi “yo” reprimido,
Y he podido observar el caos clarividente
Del núcleo de mi alma.
Oh, si!
hoy en sueños he vislumbrado el frenesí irrefrenable
De todos mis rostros pulsionales,
Hoy se me ha re-ve-la-do el secreto autóctono
De mi irrefrenable instinto originario:
Debo de anotarlo, pues este pinaculo de cosmo onírico
generalmente se vuelvenme abruptamente evanescente.
SANCHESTELMAN
La altura inorbita del muro,
Hablando súbitamente con la
Rebelión idiomática de las vísceras.
Abruptamente abrir los ojos
Parafraseando el fragor inefable
De símbolos desmembrados,
Observando el rígido constructo
De mis cenagosos dogmas
Tácitamente fisurados.
Oh, Si! Despertarse escupiendo
Inasibles cimbronazos de
Descuartizadas estructuras,
Descubriendo el camino inédito
De mis horizontes sin cruces,
Sin raíces primigenias de penumbra.
Oh, si! hoy he despertado sin
El rancio sabor del que en mí me arroja
A la plenitud de este mundo
de matriz de luz lacerada,
He despertado sin aliento a mandato
Del que en mí me bebe
Hoy me he transfugado del otro
Lado del custodio de mi “yo” reprimido,
Y he podido observar el caos clarividente
Del núcleo de mi alma.
Oh, si!
hoy en sueños he vislumbrado el frenesí irrefrenable
De todos mis rostros pulsionales,
Hoy se me ha re-ve-la-do el secreto autóctono
De mi irrefrenable instinto originario:
Debo de anotarlo, pues este pinaculo de cosmo onírico
generalmente se vuelvenme abruptamente evanescente.
SANCHESTELMAN
jueves, 6 de agosto de 2009
Evidencia
Cimbronazo universal de evidencia de luz!
Transparencia de fulgor melódico!
Certeza de vértice para la dirección confusa del paso!
Oh!
Hoy se paró la oscilación volátil de la utopia letana.
Hoy todos las cosas se ven
Desde su origen inmaculado.
Hoy te siento en todo lo que veo,
Hoy te veo en todo lo que siento.
Transparencia de fulgor melódico!
Certeza de vértice para la dirección confusa del paso!
Oh!
Hoy se paró la oscilación volátil de la utopia letana.
Hoy todos las cosas se ven
Desde su origen inmaculado.
Hoy te siento en todo lo que veo,
Hoy te veo en todo lo que siento.
Repetición
!Malditas reglas de la pulsión!
Dictado por ellas sólo voy
del muro al vaso,
del vaso al muro.
Dictado por ellas sólo voy
del muro al vaso,
del vaso al muro.
lunes, 3 de agosto de 2009
Poesía
Alguien me dijo por ahi que la poesía es el intento más superficial de llamar la atención, y, por supuesto, sintiendome agredido, no me quedó otra que responderle con esta amalgama de concepciones ambiguas.De alguna manera tenía que defenderme, pues es para mi la poesía, aunque no tenga clara su definición, lo mas parecido al sentido.
LA POESÍA
El ritmo de la poesía surge del repiqueteo de nuestra impronta tatuada, del eco de la voz de los implícitos enigmas incrustados.
La poesía es la naturaleza propia que nos arrebata para, por medio del lenguaje, escupir su propia esencia, aunque este último-el lenguaje- nunca termine de definir esa inconsonante sonoridad salida de nuestros propios laterales inéditos, de ese resoplar pulsional lanzado desde nuestra más honda escala visceral.
Es así, a veces el lenguaje no alcanza para transcribir los ambages súbitos de nuestra dinámica volitiva y termina funcionando no como una revelación poética sino como una herramienta de opresión para el intento de expresión de nuestra propia naturaleza. O sea que a veces la poesía deja de ser poesía cuando empieza a ser poesía en el papel, porque en algunos casos la historicidad completa del lenguaje no alcanza a unificar expresivamente el contenido de nuestras intrínsecas esferas emocionales. Pero vayamos más lejos: aunque el lenguaje no alcance para figurar la poesía, es él quien sale enriquecido ¿por qué? Porque lo que intenta realizar la poesía es descifrar las propias vertientes de la naturaleza, y cuando lo logra, dado que la naturaleza es siempre campo abierto para nuevas invenciones, suma nuevos símbolos y conceptos a sus pilares.
Lo que quiero decir con esto es que, en determinadas ocasiones, no es el lenguaje quien hace a la poesía, sino la poesía quien hace al lenguaje. Por medio del verso -que es el idioma con que nos habla nuestra propia luz desde el hundimiento preverbal- no sólo se beneficia el soporte de la palabra sino la existencia por completo, que acorta u poco más su tan presente azarocidad.
La poesía renueva la lingüística con el idioma furtivo y vago del inconsciente, abre en sus paredes puertas hacia nuevos símbolos. Si revisamos a los grandes poetas como lo son Juan L Ortiz. Girondo, Saer, Perlongher, o Pizarnik (sin olvidarnos del señor Larroca) podremos dilucidar que el idioma del espíritu se cuela en la mente para que ésta, apabullada por las estocadas de una fuerza remota y poderosamente ambigua, tanto como frenética y excitante, obligue a la mano (sin lugar a queja alguna) a ir hacia la birome.
La gestación de nuevas estéticas aumenta la perspectiva de crecimiento de la ética, pues quien elaborar cosas bellas también intenta representar cierto grado de sensibilidad, y donde hay sensibilidad generalmente no aparecen las bajezas más grandes del hombre, que vendrían a ser el inverso de la ética. Delante de la sensibilidad el hombre remueve sus prefijadas estructuras y bastiones emocionales súbitamente y, casi de manera automática, empieza a observarse a sí mismo y a las cosas que lo rodean con mayor predisposición. Hasta el más turbio y hasta el más dogmático puede conmoverse y llegar hasta la más honda contradicción frente a una bella obra, pero alguien preguntara que relación tiene la poesía con todo esto, y digo que mucho, pues a mi entender la poesía es la mayor fuente de belleza porque el espíritu pulsional de ésta provee al poeta los secretos herméticos de nuestra autenticidad más originaria, que luego, transformadas en metáforas, conducen, iluminan y provocan -indefectiblemente- la evolución de todo el ser.
La metáforas reveladoras del lenguaje de la poesía desarrollan la verdadera función del arte, que es la de hacer volver al lector a éstas (a las frases reveladoras) una y otra vez con la misma perplejidad y sorpresa siempre, y en esa vuelta cíclica el hombre resuelve uno de sus mayores problemas, a saber: el de poner el maldito puto tiempo en algún lado.
Se podría decir, finalmente, que la poesía se encuentra cuando uno, por medio del lenguaje, trata de representar la naturaleza propia; naturaleza formada por nuestra propia subjetividad adherida y por la plasmación del afuera en nuestro adentro.
También se podría agregar que el verso se mantiene vivo cuando uno lo escribe con libertad absoluta y a esto se llega pensando que él no es importante para el reconocimiento del otro ni para pertenecer a algo, sino para acercarse más a uno mismo, para llegar al acercamiento de nuestros intersticios más fulgurantes y oscuros, que son los cimientos que toma el lenguaje para darle forma a la potencial abstracción de belleza y fealdad que tenemos dentro.
Por ultimo se podría decir que en el proceso de construcción de la poesía se encuentra uno con la magia de dejar todos los conflictos en suspenso; se encuentra un lugar de certidumbre y de interacción; se genera el encuentro con un lugar de apropiación y de indagación consigo mismo. Es por medio del verso que uno puede remover la caterva ancestral e ignota que tenemos detrás de la conciencia con el fin único de poder resguardarse de la propia superficialidad y duda que nos rasga al unísono.
Santiago
LA POESÍA
El ritmo de la poesía surge del repiqueteo de nuestra impronta tatuada, del eco de la voz de los implícitos enigmas incrustados.
La poesía es la naturaleza propia que nos arrebata para, por medio del lenguaje, escupir su propia esencia, aunque este último-el lenguaje- nunca termine de definir esa inconsonante sonoridad salida de nuestros propios laterales inéditos, de ese resoplar pulsional lanzado desde nuestra más honda escala visceral.
Es así, a veces el lenguaje no alcanza para transcribir los ambages súbitos de nuestra dinámica volitiva y termina funcionando no como una revelación poética sino como una herramienta de opresión para el intento de expresión de nuestra propia naturaleza. O sea que a veces la poesía deja de ser poesía cuando empieza a ser poesía en el papel, porque en algunos casos la historicidad completa del lenguaje no alcanza a unificar expresivamente el contenido de nuestras intrínsecas esferas emocionales. Pero vayamos más lejos: aunque el lenguaje no alcance para figurar la poesía, es él quien sale enriquecido ¿por qué? Porque lo que intenta realizar la poesía es descifrar las propias vertientes de la naturaleza, y cuando lo logra, dado que la naturaleza es siempre campo abierto para nuevas invenciones, suma nuevos símbolos y conceptos a sus pilares.
Lo que quiero decir con esto es que, en determinadas ocasiones, no es el lenguaje quien hace a la poesía, sino la poesía quien hace al lenguaje. Por medio del verso -que es el idioma con que nos habla nuestra propia luz desde el hundimiento preverbal- no sólo se beneficia el soporte de la palabra sino la existencia por completo, que acorta u poco más su tan presente azarocidad.
La poesía renueva la lingüística con el idioma furtivo y vago del inconsciente, abre en sus paredes puertas hacia nuevos símbolos. Si revisamos a los grandes poetas como lo son Juan L Ortiz. Girondo, Saer, Perlongher, o Pizarnik (sin olvidarnos del señor Larroca) podremos dilucidar que el idioma del espíritu se cuela en la mente para que ésta, apabullada por las estocadas de una fuerza remota y poderosamente ambigua, tanto como frenética y excitante, obligue a la mano (sin lugar a queja alguna) a ir hacia la birome.
La gestación de nuevas estéticas aumenta la perspectiva de crecimiento de la ética, pues quien elaborar cosas bellas también intenta representar cierto grado de sensibilidad, y donde hay sensibilidad generalmente no aparecen las bajezas más grandes del hombre, que vendrían a ser el inverso de la ética. Delante de la sensibilidad el hombre remueve sus prefijadas estructuras y bastiones emocionales súbitamente y, casi de manera automática, empieza a observarse a sí mismo y a las cosas que lo rodean con mayor predisposición. Hasta el más turbio y hasta el más dogmático puede conmoverse y llegar hasta la más honda contradicción frente a una bella obra, pero alguien preguntara que relación tiene la poesía con todo esto, y digo que mucho, pues a mi entender la poesía es la mayor fuente de belleza porque el espíritu pulsional de ésta provee al poeta los secretos herméticos de nuestra autenticidad más originaria, que luego, transformadas en metáforas, conducen, iluminan y provocan -indefectiblemente- la evolución de todo el ser.
La metáforas reveladoras del lenguaje de la poesía desarrollan la verdadera función del arte, que es la de hacer volver al lector a éstas (a las frases reveladoras) una y otra vez con la misma perplejidad y sorpresa siempre, y en esa vuelta cíclica el hombre resuelve uno de sus mayores problemas, a saber: el de poner el maldito puto tiempo en algún lado.
Se podría decir, finalmente, que la poesía se encuentra cuando uno, por medio del lenguaje, trata de representar la naturaleza propia; naturaleza formada por nuestra propia subjetividad adherida y por la plasmación del afuera en nuestro adentro.
También se podría agregar que el verso se mantiene vivo cuando uno lo escribe con libertad absoluta y a esto se llega pensando que él no es importante para el reconocimiento del otro ni para pertenecer a algo, sino para acercarse más a uno mismo, para llegar al acercamiento de nuestros intersticios más fulgurantes y oscuros, que son los cimientos que toma el lenguaje para darle forma a la potencial abstracción de belleza y fealdad que tenemos dentro.
Por ultimo se podría decir que en el proceso de construcción de la poesía se encuentra uno con la magia de dejar todos los conflictos en suspenso; se encuentra un lugar de certidumbre y de interacción; se genera el encuentro con un lugar de apropiación y de indagación consigo mismo. Es por medio del verso que uno puede remover la caterva ancestral e ignota que tenemos detrás de la conciencia con el fin único de poder resguardarse de la propia superficialidad y duda que nos rasga al unísono.
Santiago
martes, 28 de julio de 2009
Hoy no te vi
domingo, 19 de julio de 2009
Frente a los (mis) filamentos invertebrados
viernes, 17 de julio de 2009
Desuso
¡Se acorraló el paso!
Sii!! Finalmente
Me he traído hasta
El deseo
del desuso
Del anhelo.
Soy, hoy, enterrado
Estar en el embaucamiento
De mi propio
abismo.
Alguien desde mi yo
Me desvió hacia la herrumbre
De la hora
cero.
Furtivamente alguien desde
Lo ignoto de mi mismicidad
Me extravió dentro de la
boca
Cerrada de
un muro.
Santiago
jueves, 9 de julio de 2009
Teoría
Mi trabajo es
discernir lo
autóctono
Piel adentro.
Es desarrollar una teoría
que revele la implícita
fuerza de
la ambigüedad
Adherida.
Es encontrar el barómetro
que mida
la oscilación
De las
Pulsiones.
Es llegar a que el fulgor de la palabra
Ilumine el oscuro e
innominable
acervo de las
Vísceras.
Santiago
viernes, 26 de junio de 2009
Sin palabras, o más bien con todo el don de la palabra
Camerata
Claro que siempre están los que deciden acabar, fulminar sería más exacto, con sus probabilidades de dejar algo sobre estas tierras, que agregue o, al menos, no perturbe la belleza que se expande y flota entre nuestros egoísmos, que se palpan y se tasan, se cotizan y se aman pareciera, ¿ es ?, por pura confirmación de castas ; tan naditas, tan fueguitos temerosos del soplido desafortunado que los borre sin dejar siquiera un rescoldo en el que otros se entibien, un poco aunque sea, mientras planean si asumir o no, un poco de toda la tristeza o la felicidad, da lo mismo, que en las vidrieras se posa con el convincente rigor banal de los mitos que recién empiezan a ser carne.
No creo que alguna vez el abrazo triunfe ; más creo que las lágrimas serán el último manto de este planeta. Aunque, a decir verdad, no lo pienso con esas excesivas solemnes palabras ; más bien me digo, me suelo decir : ni el gato va a quedar, ni el gato.
En fin, hay que maquillar un poco las opiniones, para que los demás no crean que uno entra a un bar o entre las piernas de una mujer con la idea de fugarse de la ¨ espesa selva virgen de lo real ¨ , aunque en rigor de verdad esto sea cierto. No hay que alimentar a la chusma, diría un alto cargo de un altísimo organismo. Es decir, antes que nada hay que fingir ante uno mismo, disimular ante nuestro propio criterio, nuestra vulgaridad asombrosa, nuestro eje de amor y de odio tan horriblemente igual, exactamente igual, al de todos. Debemos ser corteses, dicta nuestra vanidad, con toda nuestra simpatía por lo obvio. Debemos darle un cierto aire de profecía a nuestro anuncio de que mañana suplantará al hoy diciendo, por ejemplo :
¨ Ya sé que el tiempo es presente contínuo, pero en pos de la estabilidad del Todo, en pos de la cordura y el bienestar del resto, adjudico a la vasta arbitrariedad de los calendarios la razón intratable de lo natural ¨.
Qué se yo. Algo así. Algo que suene como que uno le a dado vueltas a la cosa y a encontrado el qui de la cuestión. Cotillón y trascendentalismo. Algo para que escuche el vecino y reviente de envidia. Aunque para esto, es cierto, bien sería más efectivo adquirir un cero kilómetro y estacionarlo en la vereda para pasarle un franela sutilmente humedecida con el más eficiente macabrillo. A la tardecita as perfect. Pero en fin, eso es otra cosa.
Aunque bien mirado, un nutrido patrimonio suele cumplir la función de un arduo sistema
filosófico :
Esas nubes que están ahí,
subiendo y rogando calor
para seguir creciendo,
esas nubes digo,
están ahí para cegarte
tras la experiencia que expira en humo.
Porque esas nubes son el humo,
y ese humo, entonces,
¿ me explico ?,
son el epílogo de nuestros amos,
su pieles en regalías,
sus frutos hechos con carne y
madera.
Esas nubes agrias y espesas
son la cuota de gracia
que ellos dan a la brisa derrotada.
Mientras vos disfrutas hallando rostros
y formas prodigiosas
en la marcha callada de ese humo
que se va con la memoria sucia
de tanta,
tanta hermosa tierra
que,
a decir verdad,
no da ni un poco, ni un poquito de risa.
Pero bueno, tarde o temprano, todos tenemos que lidiar con el balbuceo de nuestra boca hablando ajena a nosotros ; narrando lo que nunca fuimos capaces de hacer, pero que, en nuestra condición de YA NO PUDIENTES, es un derecho que tenemos, el de decir como verdades las cosas que perdimos por la sencilla y cruel razón de no habernos empeñado en hacerlas.
Por eso, desde la sencilla y maciza alegría que me recorre por la sencilla y maciza razón de estar viendo como se forman palabras al impactar mis dedos, constantes y seguros ( ¡ por dios, constantes y seguros ! ) sobre teclas negras, me lleno la frente de dudas y promesas imposibles y digo, me digo : ni el gato va ha quedar ; ni el gato. Y me apuro a enviar este montón de palabras a alguien porque ya es tarde y mañana hay que madrugar.
Ludovico Fonda
Claro que siempre están los que deciden acabar, fulminar sería más exacto, con sus probabilidades de dejar algo sobre estas tierras, que agregue o, al menos, no perturbe la belleza que se expande y flota entre nuestros egoísmos, que se palpan y se tasan, se cotizan y se aman pareciera, ¿ es ?, por pura confirmación de castas ; tan naditas, tan fueguitos temerosos del soplido desafortunado que los borre sin dejar siquiera un rescoldo en el que otros se entibien, un poco aunque sea, mientras planean si asumir o no, un poco de toda la tristeza o la felicidad, da lo mismo, que en las vidrieras se posa con el convincente rigor banal de los mitos que recién empiezan a ser carne.
No creo que alguna vez el abrazo triunfe ; más creo que las lágrimas serán el último manto de este planeta. Aunque, a decir verdad, no lo pienso con esas excesivas solemnes palabras ; más bien me digo, me suelo decir : ni el gato va a quedar, ni el gato.
En fin, hay que maquillar un poco las opiniones, para que los demás no crean que uno entra a un bar o entre las piernas de una mujer con la idea de fugarse de la ¨ espesa selva virgen de lo real ¨ , aunque en rigor de verdad esto sea cierto. No hay que alimentar a la chusma, diría un alto cargo de un altísimo organismo. Es decir, antes que nada hay que fingir ante uno mismo, disimular ante nuestro propio criterio, nuestra vulgaridad asombrosa, nuestro eje de amor y de odio tan horriblemente igual, exactamente igual, al de todos. Debemos ser corteses, dicta nuestra vanidad, con toda nuestra simpatía por lo obvio. Debemos darle un cierto aire de profecía a nuestro anuncio de que mañana suplantará al hoy diciendo, por ejemplo :
¨ Ya sé que el tiempo es presente contínuo, pero en pos de la estabilidad del Todo, en pos de la cordura y el bienestar del resto, adjudico a la vasta arbitrariedad de los calendarios la razón intratable de lo natural ¨.
Qué se yo. Algo así. Algo que suene como que uno le a dado vueltas a la cosa y a encontrado el qui de la cuestión. Cotillón y trascendentalismo. Algo para que escuche el vecino y reviente de envidia. Aunque para esto, es cierto, bien sería más efectivo adquirir un cero kilómetro y estacionarlo en la vereda para pasarle un franela sutilmente humedecida con el más eficiente macabrillo. A la tardecita as perfect. Pero en fin, eso es otra cosa.
Aunque bien mirado, un nutrido patrimonio suele cumplir la función de un arduo sistema
filosófico :
Esas nubes que están ahí,
subiendo y rogando calor
para seguir creciendo,
esas nubes digo,
están ahí para cegarte
tras la experiencia que expira en humo.
Porque esas nubes son el humo,
y ese humo, entonces,
¿ me explico ?,
son el epílogo de nuestros amos,
su pieles en regalías,
sus frutos hechos con carne y
madera.
Esas nubes agrias y espesas
son la cuota de gracia
que ellos dan a la brisa derrotada.
Mientras vos disfrutas hallando rostros
y formas prodigiosas
en la marcha callada de ese humo
que se va con la memoria sucia
de tanta,
tanta hermosa tierra
que,
a decir verdad,
no da ni un poco, ni un poquito de risa.
Pero bueno, tarde o temprano, todos tenemos que lidiar con el balbuceo de nuestra boca hablando ajena a nosotros ; narrando lo que nunca fuimos capaces de hacer, pero que, en nuestra condición de YA NO PUDIENTES, es un derecho que tenemos, el de decir como verdades las cosas que perdimos por la sencilla y cruel razón de no habernos empeñado en hacerlas.
Por eso, desde la sencilla y maciza alegría que me recorre por la sencilla y maciza razón de estar viendo como se forman palabras al impactar mis dedos, constantes y seguros ( ¡ por dios, constantes y seguros ! ) sobre teclas negras, me lleno la frente de dudas y promesas imposibles y digo, me digo : ni el gato va ha quedar ; ni el gato. Y me apuro a enviar este montón de palabras a alguien porque ya es tarde y mañana hay que madrugar.
Ludovico Fonda
miércoles, 17 de junio de 2009
Brevedad alargada
SALIRSE
Del automatismo y de la evasión,
salirse de lo irreversible
del tiempo mudo,
del silencio trémulo.
Salirse de la constancia de lo que no dice,
de la historicidad de la palabra des-encontrada.
Buscarse en el otro callar,
en la certeza del silencio
detrás del muerto.
...
Y aprender a quererse
en el medio de la tragedia.
No recontarse la cantidad de latidos caídos.
No alcanzarse en el punto donde se nota
que la sombra espera.
...
Siempre con la finalización de tu ida,
siempre recibir el alba
con el sabor irreversible
del primer espacio vacío
...
Hasta los ojos de la ausencia
se me posan.
Ya ni en la soledad
puede uno
desmoronarse tranquilamente.
...
Y buscarse, y recorrerse
a la inversa
hasta caer en el no recuerdo,
hasta llegar al silencio detrás de la memoria
Santiago
Del automatismo y de la evasión,
salirse de lo irreversible
del tiempo mudo,
del silencio trémulo.
Salirse de la constancia de lo que no dice,
de la historicidad de la palabra des-encontrada.
Buscarse en el otro callar,
en la certeza del silencio
detrás del muerto.
...
Y aprender a quererse
en el medio de la tragedia.
No recontarse la cantidad de latidos caídos.
No alcanzarse en el punto donde se nota
que la sombra espera.
...
Siempre con la finalización de tu ida,
siempre recibir el alba
con el sabor irreversible
del primer espacio vacío
...
Hasta los ojos de la ausencia
se me posan.
Ya ni en la soledad
puede uno
desmoronarse tranquilamente.
...
Y buscarse, y recorrerse
a la inversa
hasta caer en el no recuerdo,
hasta llegar al silencio detrás de la memoria
Santiago
jueves, 11 de junio de 2009
Más brevedad
Somos dos!!
el que soy y el que intenta hablarse sin poder decirse
dos!!!!
que locuraaa
dos conmigo
siempre!!
después no quieren que me desdente a mi mismo,
pero ya lo he decidido:
me voy a arranca el secreto mismo mío
para ponérmelo en la boca
Y poder decirme
Decirme aunque salga un panfleto de colores
ataud
Un racimo de ausencia absorta.
Poemas
Caída en el lugar sin lugar
Y esta manera siempre
de caer la caricia en el
lugar equivocado,
en el fondo tal vez sea
una manera inconsciente de
elegir la intrascendencia
o de aferrarme, sin querer,
a esta soledad tan petrificada.
...
Idioma mudo
El cuerpo me habla
con el idioma que hay
detrás de la existencia.
Me busco infructuoso en el
diccionario.
Mi boca se me ríe
...
Doble
Somos dos:
el que soy
y el que intenta
hablarse
sin poder
decirse.
...
Huecos palpables
No intuyo los huecos del
porvenir,
sino ya los palpo.
Alteración irreversible
por el eco de tu ausencia.
...
Intento decir mi soledad
a la inversa
y sólo digo
el silencio de tu ausencia.
...
Fondo negro
No hay fondo de palabra
que pueda describir
los engranajes mudos
que están detrás
de la existencia.
...
Buscarse, caminarse
en la palabra
hasta desdentar el idioma
de la carne muda.
Santiago
el que soy y el que intenta hablarse sin poder decirse
dos!!!!
que locuraaa
dos conmigo
siempre!!
después no quieren que me desdente a mi mismo,
pero ya lo he decidido:
me voy a arranca el secreto mismo mío
para ponérmelo en la boca
Y poder decirme
Decirme aunque salga un panfleto de colores
ataud
Un racimo de ausencia absorta.
Poemas
Caída en el lugar sin lugar
Y esta manera siempre
de caer la caricia en el
lugar equivocado,
en el fondo tal vez sea
una manera inconsciente de
elegir la intrascendencia
o de aferrarme, sin querer,
a esta soledad tan petrificada.
...
Idioma mudo
El cuerpo me habla
con el idioma que hay
detrás de la existencia.
Me busco infructuoso en el
diccionario.
Mi boca se me ríe
...
Doble
Somos dos:
el que soy
y el que intenta
hablarse
sin poder
decirse.
...
Huecos palpables
No intuyo los huecos del
porvenir,
sino ya los palpo.
Alteración irreversible
por el eco de tu ausencia.
...
Intento decir mi soledad
a la inversa
y sólo digo
el silencio de tu ausencia.
...
Fondo negro
No hay fondo de palabra
que pueda describir
los engranajes mudos
que están detrás
de la existencia.
...
Buscarse, caminarse
en la palabra
hasta desdentar el idioma
de la carne muda.
Santiago
martes, 9 de junio de 2009
Siete poemas breves
Muro ebrio
Es en la desmesura del trago
donde se clarifica el entretejido
del verso.
Antes del vaso
las palabras son cimientos incompletos
o, digamos,
letras labrando
lo que luego
será, indefectiblemente,
un muro hecho de palabras ebrias.
...
Soledad siguiente
Es tiempo de doblegar la furia,
de tomar valor he incinerar
a este espejismo cíclico de esperanza autista,
a este cumulo de escombros de amor claudicado.
Es tiempo ya,
tiempo de desenamorarse de las ruinas,
tiempo de tomar valor
e invertir en el silencio de adelante,
en la soledad que se presenta a continuación
...
Asiento negro
Espero, posado
en la intimidad desenterrada
de la soledad,
a la que sé
que no va a venir
...
Voy, con los perfiles
de la palabra,
esculpiendo las
pulsiones de la carne.
Seguro saldrá
un verso
de palabras des-conjuntas,
azoradas por la compañía de sí mismas.
...
De donde no se vuelve
Tan lejos he ido
en la soledad
que puedo tocar
el origen de su creación,
la esencia de su parido silencio primero.
...
El habitar
como el siempre noser.
y así, en el des-habitar,
en el olvido,
afirmo la vida
sin darme cuenta.
...
Lugar del sin-espera
Hay que ir hacia donde
No hay donde:
Único lugar donde
No se cuela la ilusión,
Donde no se mete el cáncer
De la esperanza,
donde no hay absolutos
Santiago
Es en la desmesura del trago
donde se clarifica el entretejido
del verso.
Antes del vaso
las palabras son cimientos incompletos
o, digamos,
letras labrando
lo que luego
será, indefectiblemente,
un muro hecho de palabras ebrias.
...
Soledad siguiente
Es tiempo de doblegar la furia,
de tomar valor he incinerar
a este espejismo cíclico de esperanza autista,
a este cumulo de escombros de amor claudicado.
Es tiempo ya,
tiempo de desenamorarse de las ruinas,
tiempo de tomar valor
e invertir en el silencio de adelante,
en la soledad que se presenta a continuación
...
Asiento negro
Espero, posado
en la intimidad desenterrada
de la soledad,
a la que sé
que no va a venir
...
Voy, con los perfiles
de la palabra,
esculpiendo las
pulsiones de la carne.
Seguro saldrá
un verso
de palabras des-conjuntas,
azoradas por la compañía de sí mismas.
...
De donde no se vuelve
Tan lejos he ido
en la soledad
que puedo tocar
el origen de su creación,
la esencia de su parido silencio primero.
...
El habitar
como el siempre noser.
y así, en el des-habitar,
en el olvido,
afirmo la vida
sin darme cuenta.
...
Lugar del sin-espera
Hay que ir hacia donde
No hay donde:
Único lugar donde
No se cuela la ilusión,
Donde no se mete el cáncer
De la esperanza,
donde no hay absolutos
Santiago
sábado, 6 de junio de 2009
miércoles, 20 de mayo de 2009
Qué más?
Y qué más!?
¿Qué más que
atardecer en la movilidad de tus
brotes crecientes, en tu
pleamar de matices etéreos?
¡Que más que atardecer
en la escultura intacta de tu paño
de alba,
sin el ruido de los hombres.
Olvidando totalmente los presagios
de torrenciales muros vacíos,
olvidando el cofre de cenizas del pasado?.
¿Que más que atardecer en tu isla de flores,
abrazando el silencio de tu luz,
sin evaluar las ausencias que duelen,
desdeñando las jornadas de desgarrados precipicio
de niebla?.
¿Que más que atardecer contigo
con la certeza de haber perdido el miedo a ser dos.
De haber perdido el miedo a amar sin rebrotes furtivos de sombras?
Atardecer contigo, pequeñísima dama.
Atardecer en la inmovilidad de tu belleza,
En tus vísceras de melodía de umbral.
Atardecer con la certeza de haber preñado
La rivera de mi corazón con la melodía
¿Qué más que
atardecer en la movilidad de tus
brotes crecientes, en tu
pleamar de matices etéreos?
¡Que más que atardecer
en la escultura intacta de tu paño
de alba,
sin el ruido de los hombres.
Olvidando totalmente los presagios
de torrenciales muros vacíos,
olvidando el cofre de cenizas del pasado?.
¿Que más que atardecer en tu isla de flores,
abrazando el silencio de tu luz,
sin evaluar las ausencias que duelen,
desdeñando las jornadas de desgarrados precipicio
de niebla?.
¿Que más que atardecer contigo
con la certeza de haber perdido el miedo a ser dos.
De haber perdido el miedo a amar sin rebrotes furtivos de sombras?
Atardecer contigo, pequeñísima dama.
Atardecer en la inmovilidad de tu belleza,
En tus vísceras de melodía de umbral.
Atardecer con la certeza de haber preñado
La rivera de mi corazón con la melodía
de tu latido abierto:
único centro de verdad en cada uno de mis días.
Santiago
martes, 19 de mayo de 2009
A Juana, a su luz piel adentro
Y con su diáfana fragilidad
Esculpe márgenes
Fuera de esta tierra;
Y allí se gesta, se gesta
El camino hacia la pericia
Que constata que hay un después
Del celeste,
Que hay después de los poros del cielo,
Un inédito, un inasible sendero
Donde se sientan los colores a
Planear el próximo arco iris.
Allí es el principio,
El principio de la cascada donde nace la luz,
Es la senda ancestral, es el viaducto
Directo hacia el molde primigenio de
Los cordeles que guardan el sentido
Secreto de las estrellas.
Es el nuevo margen,
El paradigmático lugar de paraísos cíclicos
Que inclaudicables embalsaman a los ojos
En el resplandor eterno
Si!, es en los anaqueles de su fragilidad
Donde danzan fragores de follajes estetas,
Si!, es en su cofre sienes adentro
Donde habita la sustancia inicial
Que motoriza la génesis de la sonrisa.
Allí me adentro, y con
alas de manantial
vago en los lazos indelebles,
En la maraña armonil donde se entretejen
Calmos, incognoscibles
Vientos que en popa me llevan
Al ombligo exacto del éxtasis,
A la tierra de caricias sin intemperie.
Allí me sumerjo:
En su fragilidad,
Donde su luz desparramada
Va enraizando ciclos interminables de fulgor,
Donde su corazón sin piel va anidando
Latidos sin topes de éter,
Sin condena de pulsiones fosforescas.
Santiago
jueves, 14 de mayo de 2009
sábado, 9 de mayo de 2009
Otra vez caricia de paloma
Y otra vez derruiste
La batahola inenarrable de lo tieso.
Con tu enjambre duro y compacto
De caricia de paloma
Divorciásteme del cúmulo de niebla,
Del montículo de desnuda catástrofe.
Y otra vez me difuminaste las espantura
Petrificada de la obcecada ráfaga de bruma correlatada,
De la in orbitada zarza vitalicia de sienes de lanza apagada,
Y otra vez!
Otra vez estuve dentro de tu tremolante fogón de fuego
Reverdecido de mariposa acorazada,
Otra vez junto
al Arpegio de tu Ala de rocío púrpura,
De tu Preñez de pálpito de luz esbelta.
Si! Otra vez fui magma de vehemencia ardorosamente no mutilada
fuíseme balada de porfía de huesos llenos de umbrales
Ante este mundo curda,
Ante este mundo de matriz de musa perdida
La batahola inenarrable de lo tieso.
Con tu enjambre duro y compacto
De caricia de paloma
Divorciásteme del cúmulo de niebla,
Del montículo de desnuda catástrofe.
Y otra vez me difuminaste las espantura
Petrificada de la obcecada ráfaga de bruma correlatada,
De la in orbitada zarza vitalicia de sienes de lanza apagada,
Y otra vez!
Otra vez estuve dentro de tu tremolante fogón de fuego
Reverdecido de mariposa acorazada,
Otra vez junto
al Arpegio de tu Ala de rocío púrpura,
De tu Preñez de pálpito de luz esbelta.
Si! Otra vez fui magma de vehemencia ardorosamente no mutilada
fuíseme balada de porfía de huesos llenos de umbrales
Ante este mundo curda,
Ante este mundo de matriz de musa perdida
lunes, 4 de mayo de 2009
Demago-fálico
Y hay una cuenca
Inflamada
De
Mirtos
Llameantes,
Una exaltación
Del cauce
De
La
Cópula
Carnal,
Un ardor
En el
Timbal
Que penetra hay!.
Yo te lo ofrezco.
Te ofrezco la punta vibrátil de perennes paraísos
Con colores correlatados de frenesí abrupto,
Te ofrezco la furia del éxtasis hervorosamente desentrañado
Y el deseo inasible de mi flujo que quiere
Frotar las
Fauces
De tu inhóspito
Centelleo
Orgásmico.
Oh si!
Te ofrezco mi incorruptible
Ansia de fuego penetrante
Con flameos
Torrenciales
De aullidos erectos,
Aunque luego, por la mañana,
Sólo quede el eco
Del falo
Vomitando una
Promesa muerta.
Inflamada
De
Mirtos
Llameantes,
Una exaltación
Del cauce
De
La
Cópula
Carnal,
Un ardor
En el
Timbal
Que penetra hay!.
Yo te lo ofrezco.
Te ofrezco la punta vibrátil de perennes paraísos
Con colores correlatados de frenesí abrupto,
Te ofrezco la furia del éxtasis hervorosamente desentrañado
Y el deseo inasible de mi flujo que quiere
Frotar las
Fauces
De tu inhóspito
Centelleo
Orgásmico.
Oh si!
Te ofrezco mi incorruptible
Ansia de fuego penetrante
Con flameos
Torrenciales
De aullidos erectos,
Aunque luego, por la mañana,
Sólo quede el eco
Del falo
Vomitando una
Promesa muerta.
Santiago
lunes, 27 de abril de 2009
Del mundo tragado de cada mañana
Por la bocanada
Ahogada
De cada generalmente
Mugiente noche,
De disecada
Aurora,
De flores sin oleajes de
Capullo
o, más bien, de yacido
lloradero
indeleble,sin vasos de amnésico alcohol
para el lagrimal que no encuentra
el cesar del llanto,
voy escupiendo
gimiente negro
pájaro,
pastoso resquemor que
gesta que te gesta
el balbucear
continuo,
la bruma catastrófica que
suspira timorata
ante la
no
certidumbre,
ante la clara blanca
directriz desollada
que se enhebra en la inluz
continua del
tragado mundo
de cada
mañana.
Santiago
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