Y siempre la salida
en la otra vivencia,
en la faz del amparo
de la belleza aún no dicha,
de las palabras como flores ineditas
esperando ser nombradas.
Papel y lápiz son la entrada
hacia el jardín de la otra hilaridad:
hilaridad entre la mano y el poema
donde el elemento clarividente de la interioridad
suma al carromato de lo "dicho"
el mostrar de la belleza inédita,
donde la otra vivencia del no decir
revelada en semántica de furor visceral,
venida desde la luz ignota del hundimiento pre-verbal,
desde la gramática inasible de la autenticidad,
sube al papel para renovar una y otra vez
la PUERIL ancestralidad del decir que nos nombra
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