domingo, 27 de marzo de 2011

Vitalismo de la mismidad

El intento es ser
a imagen de raíz,
propender al registro
interior de los extremos,
a la dicción eléctrica
del impacto físico.

Un continuo emular
lo que pulsa súbitos
en vértigo de
esencias vacantes:
bufido veraz del hueso,
fervor Icónico
del oficio sangre

Un obcecado recobrarse,
un deletrear el fragor disperso
del rótulo inserto.
un-ir hasta la vorágine del
lema innato,
depurando careta por careta,
tapujos de razón por razón,
y llegar al papel con la pericia
furibunda del vitalismo interior:
musa en éxtasis del rasgo propio,
metáfora medular del pulso,
que no es más que la imagen
de la raíz en tinta:
cataclismo esplendente
de la mismidad develada.

lunes, 14 de marzo de 2011

El vacilante

Indaga su existencia
Para sólo describir
La vacilación exacta.
Geométrico en vértigo
De interrogación
Sábese accesorio,
Invariable en su condición
De rumor abierto, incognoscible.

Solemos reconocernos
En su augusta lucidez,
En sus perfectos versos
De universalidad oscilante,
En su lírica rigurosa
De distorsionados murmullos:
Lenta obra describiéndonos
Como apogeo sin sendero,
Como asociación de equívocos,
Como ancestralidad sin bosquejo:
Permutación empírica sin razón,
Sombra sumada a cuestas.

domingo, 6 de marzo de 2011

Sublime en simultáneo

Arropada en contornos de
sutil infantilidad,
sostiénese en notoriedad
De musa.
¡Ah! percíbola siempre –infranqueable-
de frente en erudición de luz,
destilando –plena-
Risas en hierba.
Percíbola en propagado júbilo
diciendo -en cada
emanar- el blando color
de las palabras,
el equilibrio de su sublime
en simultaneo,
la forma indiferenciada
de su claridad –siempre- restallante.
Ahh! Obsérvola –atónito-
verter en cada mueca
el prestigio de lo frágil,
esparciendo -en cada gesto-
el cristal de la inocencia
su inmaculación inmortalizada.
Obsérvola de un tibio atento,
mirando con fundición de cielo,
con su incólume espíritu sin orillas,
con su evocación
de transparencia palpitada.
Alta en azul, percíbola…
Cenital en esplendor primero
intacta en fragor de creces.

Sí -con ecuánimes ojos-
obsérvola de sonorización dorada:
eco de fulgor recreado,
magistralidad de la poesía hablándola,
que es ella misma diciéndose