miércoles, 22 de enero de 2014

Muralla de pavor


Es necesario torcer la escala de lo que vemos,
Alguien cifra la trama de terminales obsoletas,
Un largo hilo de adargas en el vórtice del sentido.
Efecto de cheque y humo,
de burilados grises rampantes sobre el juego de la consciencia.

Hemos puntualizado sembrar el ojo dormido en nuestro adentro:
Trampas del ser entre trotiles de objetos de piedra y banquetes de vacio.
Un número en la vidriera sin consuelo,
cifrados en el cadena del invierno sin ética
somos el paisaje sin fruto,
el bruto temple del paredón que borra el engranaje del futuro

¿Dónde va el hombre creyendo acaparar la medida de su deseo?
A la pesca del asco y la ansiedad, a la gran obra de la horca del consumo..
Tramamos anestésicos el rigor de nuestro individualismo:
murallas de pavor entre halos del flamante precipicio.
Es el la epidemia del agudo dominio,
El sótano de llegar a ser frío de una flota señorial.
Yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo
de rodillas el animal pudre su cabeza en el azote
de la inercia.
Es la velocidad de las corpo, el guante blanco
enhebrando jaulas de la nueva arena.
Plomo, yo, yo, yo, yo, más plomo,
Yo,yo y yo.
El trapo de la deslealtad martilla su ancla
en la semilla de nuestro vuelo.
Está instalado el rigor de la lágrima,
El monstruo del billete es el que maneja los dados.
Se volverán surcos del abismo nuestros dioses,
desastre del sujeto veloz en ríos de fuga.
Honda es la obra completa del desastre.

Y yo me quedo en casa,
arriba de las pautas de un vértigo cósmico,
en la aguja de la encrucijada,
en una multitud de silencio
que son flores en comparación
con el registro inerte de lo ajeno.
No hay que ir de prisa ante la idiota fauna.

La carnicería del desierto mide con el rumbo de su filo.
El niño no entiende de temor,
tampoco de atrasos retrógrados
cautivos en manos del miedo.

Juega con la lengua única de lo fecundo
con el río de toda sangre rumbo
a verdades sin tiempos ni jaula.

No entiende el niño el brusco gris,
el ínfimo comercio del tajo,
la ineptitud encarnada en espejismos de bache.

Juega y juega el niño en caminos juntos de brillo,
a conjeturar auras en pantanos que aún no ve;
juega con ritos intangibles de ala en medio de
los imbéciles, de los escépticos, del mundo
de arena en vaivén de absortos velos.

Rigor de la flama entre cúpulas
de decadencia y lógica,
el niño juega al costado del dolor,
crea el efecto del equilibrio que borra
El filo por donde corta la inercia.

Historia del consuelo para
la gran obra de la lágrima,
el niño es la entrada de tu paisaje,
flash del sentido en la estación de tu mente.

Sólo abre tus ojos.
Dora la fábula,
el paisaje onírico
que arrastra el disparo
de tu sed.
Organiza, piensa los renglones
de luz que traman el número
de tu suerte.
Ve a la injerencia de tu pulso,
al presagio que se yergue
en el sol de tus cánones.

Aprende tras tu máscara,
donde la bestia hace contacto
con el fruto real de tu designio.


Para qué socavar
la prisa si no hay trébol
en la jaula.
La reja mental siempre es el velo
frente al refrán de la certeza.

Hay que plantar el árbol
en medio de la horca del ahogo,
suturar la yaga
en la edición tras edición
del acertijo.


sábado, 28 de diciembre de 2013

¡QUÉ SUR NI NORTE!



Voy a colgar lo
que no sé decir:
el espanto, la desidia
y el fulgor
entremezclados
en una trampa de
fe retrógrada,
a cuestas…

Como siempre la complejidad,
su frase austera de irónico dado.

Qué sur ni norte!
La vida trama en ocasiones el perfil
del espejismo,
su largo hilo de forma perdida.
Todo se vuelve pendiente.

¡Qué acuarela ni acuarela!
¡Qué frase desnuda de la boca!
Qué mañana ni alba!
Qué amor ni camino!

Se ve a veces por el lado
podrido de la existencia,
Por el croquis de su arte
de pérdida;
lo construido se vuelve espejismo
y toda compañía suena a noche,
a polvo y cuervo,
a la forma acabada de la cadena.

Yo soy una parte de tu isla,
la forma compartida de tu falla,
de tu huella desfondada,
de tu cuerpo de hostia machacada.

Soy como vos: la carne
pasajera entre tráfagos indómitos
de sensaciones,
la confusión exacta en el orden
del caos,
el impreciso cuerpo
buscando redención en
la larga pátina de la nada.

Solo un hombre entre sus propios baches,
equilibrio entre cúmulos de deseos

y largos símbolos de sempiternas frustraciones.

ME DIGO



Recaigo en el grado
cero de la escritura,
y rearmo la letra
con la serpiente
perdurable de la emociones,
con las contingencias
abstractas de sus claves.

Arrojo el dogma de mis
ritos repetidos,
depuro lo que me dice,
juego, o intento hacerlo,
con los sedimentos
de quien ha hecho
mella estéril
en el temple de
mi lenguaje.

Depuro lo que me birla
y tapuja,
el velo hablado
de mis sombras mentales,
fantasmas del cruel legado.

Intento el lenguaje cero,
diseñar el salto hablado ante
la roca de mi hipocresía,
la voz en off
que rompa con la inercia
plantada entre espectros
de la memoria.

Me digo: cero
pulsión, tajo, abrir
falo, jugar
retornado, fluye
trastorno, libre, no,
fatal, vértigo, suyo
cadena.
Me digo: hoyo, luz, cavar,
bruto, rígido, iluso
adentro largo, caída,
muro, fragmentos, borde
falso negro, bache.

El efectivo espectro va depurando
Al son de este lúdico ejercicio.

Me digo, intento ser uno hacía
mí, de frente, diciéndome sin
tapujos: goce, odio
trémulo, mortal, final
encallado, border,
frontera, envase,
no señal, lucha,
complejo, falaz,
tinta, perverso,
defensa, instinto,
padre, ya soy, breve
humano, ligero, poema,
tachar, pena, romper,
siervo, sujeto, juez, otro,
quimera, hambre indeleble
de la utopía, pulso, arena
sarcófago, me absorbe, testigo,
mudo, efecto, impreciso, miedo,
ve, corral, caos, flash, brote, se pudre,
acéfalo, anárquico, sordo, dejar,
neutro, ala, silencio.

Me digo y me descubro ante
este poema, en estado puro,
con el ancla en la mano apuntando
hacia los instrumentos viscerales.
Quiero ser pulsión,
mi exacta

claridad fuera de equilibrio.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Fomento de la entraña





Un hilo de fundamento
determinantemente tosco,
un secreto de
filiación de hoy mitigada
entre fracciones
de pálpitos y
ponzoñas de espasmo,
entre rugidos de trino y
cenizas de lasitud.

Es lo que arde
atrapado entre baches
de celdas mentales,
un incisivo temblor
entre caídas de lujuria,
y arrebatos de deseo que
arremeten desde la guarida
del disimulo.

Se menta la memoria
entre fileras de límites
y las fieras del adentro.

Un secreto de tibio rumor golpea
en las sílabas marcadas
del escepticismo,
en lo que yace como
alma de tapujo.

Es el fomento de la entraña
intentando borrar los mapas
de agujero,
las largas hazañas de la niebla,
la espesura indescifrable
de este insistente negro,
de esta indivisa bruma pautada
en  el alimento interior.

Hora del bache,
y el árido cuervo,
de las fibras del pecho
enroladas en cactus de sierpes.

¿Que se hace en medio de la caída?

El tibio rumor y la fiera adentro
preverán,
el verdugo del deseo
siempre se sale con la suya:
dinamita de semilla
en el hielo del velo.


lunes, 4 de noviembre de 2013

Intrepidarse en picos de luz


Redondo lo andante.
Entre dudas de
ontológica niebla
es hoy el asombro el
que cuaja,
la chance que oscila cerca…

Dorar el aire en la espera,
irradiar en la pátina de la
cavilación, intrepidarse
entre las sombras con
el pico de luz que acerca
el secreto de cada instante.

Vararse en el coktail del interior,
trepar por la vasija de enormes
nítidos y espejismos que esconde
el vaivén de nuestra honda huella,
nucleico brebaje de sentido
compuesto de salitre y congoja,
de herramientas magistrales de
latidos y creencia.

Fantástico el pormenor
de este criar entre guadañas
una blanca y sostenida herejía de fe,
de nutrir la vista
ante lo que evidencia
crucial lo sabio de
cada reflejo, el neto
color de lo que aún
no tiene cruz.

Lo que flamea uranio
al son de lo cercano:
corazones de la flor,
del opaco gorrión,
la elástica goma gastada
de este dedo en el teclado
con pasión.

Oscila lejos hoy
la mortaja viva
que intuyo al unísono.

Espero el sol de mañana,
la risa de lo personal
que coagula pleno en osadía,
la mujer que mira con el
elixir despampanante de la pasión,
aquel que bolea el grave estertor
del espanto.
Y el niño, el camino en él
alejando la treta del paso hueco y sudado.
Un proceso viviente que muestra
por dónde madura el gesto cabal,
el aparato noble de su orfebrería.

Resortes de quimera por sobre
el puñal de la ceniza,
el retrato en horizonte visto
desde el son maduro de
de su larga huella,
la que tapa el efecto
madre de toda herida.

Trasciendo en jerarquías
de nutrida luz,
suelto en la austera
resonancia de cada cosa,
omitiendo el bache de la renuncia,
los añejos trajines del pavor,
el juego ambiguo de la
antigua trama.

Es tiempo de rótulos de fragor, es cierto;
de contar a viva pluma
el trajín crucial de estas certezas.
Y no hay azar que se interponga,
ninguno de sus espectros inmediatos.
El encuentro con ciertas contundencias

es llanamente indeleble.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Limpia orfebrería




El alumbrado júbilo de cometer
la misma herejía.
En la masacre del destino de hoy
caminamos por el secreto de su costado,
por el furtivo fragor que se muestra a tientas
cuando uno resuelve solo con la epidemia
humana que obliga hoy, siempre, a la utopía.

El hambre de lo lejos es un mal espejismo,
la carga del error es encontrarse
en el destierro de lo complejo,
buscar la furia de lo que florece
solo en la vorágine inmolada del deseo,
en la cúspide de su designio.

Victoriosos y encontrados
en el gesto leve de lo simple,
hemos hallado la clave
para vernos solo por la hoguera
del pecho, por el quilate
indecible de su joyante color.

Ni máscaras ni paredes en el rostro;
no hay verdugos hechos ni
lacerados latires.

No hay blancos velos, hielos
o monstruos en las formas
del hacer.
La ironía del estupor ha caído y cae
en lo frágil de otras gracias.

Hemos erradicado la distancia vulgar
más allá del temor y de lo que gira
negro en los tiempos de derrota.

Donación de latido,
la orfebrería limpia
de acariciarse a puro pulso.

Hemos sabido ver
la medida de nuestro círculo ardiente,
la calle por donde el paisaje
interior muestra su horizonte.

Sentados en el verde de nuestra raíz
descansamos sedientos el ojo
conjunto en el deposito mago
de las estrellas, en el anclaje de acierto
de su luz.

El alba, el astro y el pájaro a la vista
también proveen para que
se fragüen las plumas
de nuestro vuelo.

La flor, la estación de la mano
siempre a la espera,
la escala de sudor antes de un entero beso
te pueden otorgar la quimera
de un sitio propio, el documento
Indeleble de una rayana visión,
Un destino de pétalos a lo largo
De tus ojos, como el que se ha posado
En los míos, y también en este poema.





lunes, 16 de septiembre de 2013

Andemos en grupo



A Julián, dueño de este título y centro de este grupo.


Resonar en grupo,
perlar la laboriosa memoria
de las largas noches de
palabras de alambre
y jugados latires,
aquellos de verdes hábitos
hilvanando entre tumbas y son
el crudo flash del enigma.

Rodeados ya con una repasada
alianza. No fingimos el venturoso
círculo común que depura y repara
la bruma y la escoria, cofre de
complicidad que esfuma la triza,
que forja el afortunado
hilo de parámetros
donde comulgar.

Retumbando entre pares
por el ovillo largo de la duda,
encontrados en compañía por
la larga patina de efectos y sentidos,
aquellos que vienen podridos o claves,
limpios o duros, como vaho o sobrada claridad.

Cara a cara, paleando hogueras
y sentencias que nos marcan,
armando las formas que descubren
el buen costado de la vida.

Sosteniendo el gesto perdurable,
las miradas de encuentro
entre tejidos de pavores
emanados desde la realidad,
resonando en diáfano por el
humus del camino.
Así el armado de este grupo,
colectivo de semilla donde
siempre florecemos,
el intento del paso
Entre suburbios del abismo.




jueves, 12 de septiembre de 2013

Buscar el alto matiz en la espera



No es por infortunio o infructuosidad
tampoco por indesurdible ineficacia,
es por el atragantamiento de dios,
por el sentido que se apaga siempre
en el apogeo de su definición.

Entre entera fluctuaciones
funciona la trampa de lo que somos,
efecto del fundamento entre
costras de destinos erráticos.

Es por el centro farsante,
la desidia y la torpeza del ser
funcionan entre marchas
de un silencio acabado,
treta del polvo que no
se compadece.
Va a cesar? No!
El tiempo de la certeza
recubre su forma
en la espontaneidad de la espera,
compuestas de pequeña belleza:
la flor, un niño, el amor,
la confusión entre laberintos
del deseo, una melodía de vuelo,
el alba y su decidida luz
siempre insondable.

El hombre vive entre
halos del largo
trastabillar, verdugo de
sí mismo subsiste
tocando a tientas
la búsqueda de su
propia razón.
Cúmulo de ambivalencia
que trae consigo
el perplejo quehacer
de la vida,
amalgama de rango
sospecho, indefinido.

La hipótesis resuelta del pájaro,
un niño entorpecido de nobleza,
el amor y el color
áspero de sus designios.
En la espera escupimos a dios

mediante estos altos matices.

Escuela adentro




¿Cuál es la condición
para ser formato hombre?
¿Cuál la sentencia
que medita entre
contornos de la
limpia sanción?

La mente busca semillas
de liberación por donde
enraizar títulos de certeza,
los que fluctúan entre
escenarios de cultos
de forzada sospecha.

También el impulso
está hecho de impacto
y fealdad,
de trabas salvajes
y largas líneas de zozobra,
epítome arrojando el largo
refrán global de lo humano:
siempre el dado intempestivo
entre giros del azar.

¿Por qué siempre violentar la estética?

A veces el pájaro de adentro se pierde
en las posibilidades de su vuelo,
la guía se vuelve inusual, se agotan los efectos y
El color de las influencias.

También somos suburbios de la belleza
el hecho posible del fondo evanescente,
un vomito visceral empañando el camino,
la huella fuera del dictado ícono.

El violín de la costra
a su tiempo raya nuestras cuerdas,
somos a la vez yuyo y humo,
Arena y umbral,
el ritmo claro y el desafinado hueso.

¿Cómo se palea el libreto verdugo
de la eficacia?

Predecible, servil,
domesticado,
cívico, evolucionado,
cargo, rentable,
solución, feliz,
raíz, sentido,
material y consumo,
ideal y el prolijo gesto,
el hombre en sistema,
el fruto automático, la llama
entonada entre costuras de hielo.
Desear, desear y desear,
repitiendo esta honorable receta
uno se hace formato hombre.

Ante el eco del error propuesto,
que se me permita la fealdad!
la falta de eficacia,
el mareado vuelo,
la autentica legitimidad
de ser duda interior,
la sospecha de todo balance,
escuela propia
donde prefiero
inmolarme.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Afán del poema



A Julián, a José y a Iván, que leen, hacen y son el poema.

Se verá: la poesía
no evade tocar el sentido,
lo gesta y lo afirma,
a veces con la forma
nítida que se forja
en el brebaje de luz de la palabra;
otras, a puro pulso de intuición,
con la trama de indómita percepción
y la lírica intratable de su efecto.

Abre la larva de la vida
intenta el halo intacto que
rige en la mariposa,
busca abrir el afán del pulso,
dar el salto entre los tópicos
de ser que agusanan.

Revuelve hasta encontrar
la inspiración de la entraña,
enhebra ilesos entre el pecho de la
sangre en estado de euforia
o revelación.

Letra en el bache.
el poema es el
latido dicho
con el costado indecible
de su son, color hondo
figurado como vestigio
de sabia adentro, paisaje
de raíz que se vuelve
mito táctil en la
escena del lenguaje.

Se verá: el poema
es el puñal que abre
el camino de la lengua,
el brillo inédito de sus orillas;
juego de transgresión
usando paso y camino,
el añejo canon que nos
rasga como trama de virtud
como invariable fulgor,
como clave de magia dada.

De la patina verdadera del poema
salimos con el vocablo de la miseria lavada,
nombrando los límites que nos doran y vulneran,
purgando la mezcla entre
el jardín y la tumba interior,
arrojando luces y sombras,
arena y la costra que nos silencia.

Pateando el polvo, arrasando con
El peso de máscaras, salimos de la poesía;
buscando el desnudo de nuestro reflejo
el espejo probable que nos sopesa.


Semilla en la x del rostro adentro



Dar el salto,
Cambiar la escena,
Romper con este ritmo
Intratable de off perturbado,
De vacío de patio de fe.

Dar el puñal a este vaho
De amasijo de cólera,
De búsqueda cuerpo a cuerpo
Del inhallable equilibrio.

En los días de inercia y
Encajada mugre hay que
Arrasar con los acuerdos
Del desastre, con el hedor
Que rumia en los papeles
Del adentro y del afuera.

Abrirse al perdón,
Avanzar con luz sobre
El óxido de la sangre,
Mirarse al espejo y buscarse
El verdugo, el espectro
De la falla,
La alta máscara añejada:
Parálisis asentado en la
Clave del desnudo.

Dar el salto,
Lamer la costra del ojo,
Abrir la visión y ver por
Dónde viene la tierrita,
La agria legión de estatuas de polvo.

El hambre del poema proveerá,
Dirá la piedra incrustada
O la hará metáfora,
Desoirá el diamante
Del horror y escuchará la raíz
Entre girones de la duda.

En días de inercia
Será el poema el salto
Entre la asfixia, la palabra
Que me escuche en intersticios
De interrogación,
Será la semilla…
La semilla del trazo
En la x del rostro adentro.