domingo, 8 de septiembre de 2013

Afán del poema



A Julián, a José y a Iván, que leen, hacen y son el poema.

Se verá: la poesía
no evade tocar el sentido,
lo gesta y lo afirma,
a veces con la forma
nítida que se forja
en el brebaje de luz de la palabra;
otras, a puro pulso de intuición,
con la trama de indómita percepción
y la lírica intratable de su efecto.

Abre la larva de la vida
intenta el halo intacto que
rige en la mariposa,
busca abrir el afán del pulso,
dar el salto entre los tópicos
de ser que agusanan.

Revuelve hasta encontrar
la inspiración de la entraña,
enhebra ilesos entre el pecho de la
sangre en estado de euforia
o revelación.

Letra en el bache.
el poema es el
latido dicho
con el costado indecible
de su son, color hondo
figurado como vestigio
de sabia adentro, paisaje
de raíz que se vuelve
mito táctil en la
escena del lenguaje.

Se verá: el poema
es el puñal que abre
el camino de la lengua,
el brillo inédito de sus orillas;
juego de transgresión
usando paso y camino,
el añejo canon que nos
rasga como trama de virtud
como invariable fulgor,
como clave de magia dada.

De la patina verdadera del poema
salimos con el vocablo de la miseria lavada,
nombrando los límites que nos doran y vulneran,
purgando la mezcla entre
el jardín y la tumba interior,
arrojando luces y sombras,
arena y la costra que nos silencia.

Pateando el polvo, arrasando con
El peso de máscaras, salimos de la poesía;
buscando el desnudo de nuestro reflejo
el espejo probable que nos sopesa.


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