A
Julián, a José y a Iván, que leen, hacen y son el poema.
Se
verá: la poesía
no
evade tocar el sentido,
lo
gesta y lo afirma,
a veces
con la forma
nítida
que se forja
en el
brebaje de luz de la palabra;
otras,
a puro pulso de intuición,
con la
trama de indómita percepción
y la
lírica intratable de su efecto.
Abre la
larva de la vida
intenta
el halo intacto que
rige en
la mariposa,
busca
abrir el afán del pulso,
dar el
salto entre los tópicos
de ser
que agusanan.
Revuelve
hasta encontrar
la
inspiración de la entraña,
enhebra
ilesos entre el pecho de la
sangre
en estado de euforia
o
revelación.
Letra
en el bache.
el
poema es el
latido
dicho
con el
costado indecible
de su
son, color hondo
figurado
como vestigio
de
sabia adentro, paisaje
de raíz
que se vuelve
mito
táctil en la
escena
del lenguaje.
Se
verá: el poema
es el
puñal que abre
el
camino de la lengua,
el
brillo inédito de sus orillas;
juego
de transgresión
usando
paso y camino,
el añejo
canon que nos
rasga
como trama de virtud
como
invariable fulgor,
como
clave de magia dada.
De la
patina verdadera del poema
salimos
con el vocablo de la miseria lavada,
nombrando
los límites que nos doran y vulneran,
purgando
la mezcla entre
el
jardín y la tumba interior,
arrojando
luces y sombras,
arena y
la costra que nos silencia.
Pateando
el polvo, arrasando con
El peso
de máscaras, salimos de la poesía;
buscando
el desnudo de nuestro reflejo
el
espejo probable que nos sopesa.
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