jueves, 12 de septiembre de 2013

Escuela adentro




¿Cuál es la condición
para ser formato hombre?
¿Cuál la sentencia
que medita entre
contornos de la
limpia sanción?

La mente busca semillas
de liberación por donde
enraizar títulos de certeza,
los que fluctúan entre
escenarios de cultos
de forzada sospecha.

También el impulso
está hecho de impacto
y fealdad,
de trabas salvajes
y largas líneas de zozobra,
epítome arrojando el largo
refrán global de lo humano:
siempre el dado intempestivo
entre giros del azar.

¿Por qué siempre violentar la estética?

A veces el pájaro de adentro se pierde
en las posibilidades de su vuelo,
la guía se vuelve inusual, se agotan los efectos y
El color de las influencias.

También somos suburbios de la belleza
el hecho posible del fondo evanescente,
un vomito visceral empañando el camino,
la huella fuera del dictado ícono.

El violín de la costra
a su tiempo raya nuestras cuerdas,
somos a la vez yuyo y humo,
Arena y umbral,
el ritmo claro y el desafinado hueso.

¿Cómo se palea el libreto verdugo
de la eficacia?

Predecible, servil,
domesticado,
cívico, evolucionado,
cargo, rentable,
solución, feliz,
raíz, sentido,
material y consumo,
ideal y el prolijo gesto,
el hombre en sistema,
el fruto automático, la llama
entonada entre costuras de hielo.
Desear, desear y desear,
repitiendo esta honorable receta
uno se hace formato hombre.

Ante el eco del error propuesto,
que se me permita la fealdad!
la falta de eficacia,
el mareado vuelo,
la autentica legitimidad
de ser duda interior,
la sospecha de todo balance,
escuela propia
donde prefiero
inmolarme.

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