lunes, 28 de enero de 2013

Eco de la huella vacía



Es el nombre que no tiene
el polvo que te nombra.
Estragos de identidad
es el resumen
de tu HUELLA.
En su gran mayoría
todo en ti se
ha quedado solo.
Huecos en el paradigma
de tu rasgo,
golpes de eco de tu nada:
aquel vacío intimidante
Por donde miras.

Oficio del exterminio



Danzante de una doble máscara,
de una dualidad debatida
entre el polvo y el asco de 
apariencia.
Territorio del fragmento
aunado en el quebranto
De las sombras.
A modo de interior
es nucleo de opacidad,
oficio del exterminio
por abstracción de lo propio.
Lo que le pertenece es su distancia,
el largo tapujo hacía sí mismo.
¿Qué se entreteje en el hilo del desencuentro?
La nitidez del velo en el
Ideal del ojo,
aquella lejanía imperecedera
entre el latido y la sangre,
entre lo que nos delimita
en el fragor de la esencia.
Magnífico Humo,
hoguera de su propio fuego.
El asco de la apariencia:
dualidad que lo devora
Desde su alma de sospecha.

El sin rostro



Un sostén de dualidad,
una trampa elucubrada en mascara.
Un adentro espectro que silba.
Un detrás arrojado al polvo de la amnesia.
¿Y el añejo discurso de ala?
¿Y el vuelo verde refregando nieblas?
¿Y el fuego alzado destronando inercias?
Dónde quedó tu boca de puño
preñando trascendencias?

Un irse en hilos de abolir.
un trazo ya abstracto
en hoyos de ceniza.

¿Dónde se muerde el sin rostro?
En la incomprensión de su propio enigma.
¿Qué es la sombra en uno?
El vaivén cíclico de un concepto doble.

El canon del cristal
pereció temprano.
Arena y sarcófago
es la huella de tu sangre.
Tumba de vos es el misterio de tu huida.

Giro

Giro neto hacia el lenguaje del grito.
Me acerco en fundamentos,
me atravieso con la historicidad de mi decir
y quedo estampado en el fango de mi singularidad.
En la resonancia de luz luego de su velo.