Lo que carcome
es la permanencia del ser
en el tatuaje comprimido
del aire desasido,
en la petrificación
del feto desabrido
que escupió la vulva frígida del origen.
Lo que carcome
es el olor rancio a esperma muerto
que viene desde la puerta de la historicidad,
desde el infecundo vientre primigenio.
El hilo hueco
de la ironía fundacional
escupió la codicia del
diente primero hacia
el lóbulo orbital
de la carne vacía,
hacia la unicidad irreversible
del gran hueso acumulado.
Por inercia, por naturaleza
comemos del revuelto alógico
y escupimos-siempre- calaveras mudas
de puertas cerradas,
aglomerados crispados de
luces asexuadas,
esencias simbólicas de
luciérnagas esqueléticas.
La lija del azar arremolina
esquirlas nebulosas de
montes obscuros,
la mancha medular
no suelta el velo:
velo labrado de cercos
de sombras troncales, inamovibles.
Mancha primera como
escudo mudo hasta el hartazgo,
péndulo de mancha
donde estamos perdidos,
perdidos para siempre
en el centro de su hermetismo,
en el trazo riguroso
de su siniestra mudez cíclica.
Santiago
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