Puente.
Un mar de hilos
se enciende
en tu haz devenido
en astro.
El día, viva puerta
y un rigor de don.
Te hago propia,
y es por tu intensa claridad,
por la íntima doradez,
la que te hace vuelo blanco,
fruto de la carne cantando
el son de su mejor página..
Sed, raíz, la verdad leve de
la sangre en vida mayor;
te izas intacta por
fuera de las tinieblas.
Ya lo supe al nombrarte,
al mirarte, había un rayo
de larga rosa y el grillo,
un ala furiosa y un trazo
de color con rastro a salvo,
una mañana y su bautizo de alba.
Ya lo sabía cuando se hizo
pan el primer mecer,
cuando se te hizo comienzo el ojo,
aquel de fuego llano
y bailado augurio,
aquel pintado con un toque
De tráfago ileso, ¡de color celestial afirmo!
Con todo lo que eso conlleva:
Haber visto nítidamente la vida de frente.
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