Están, ven
crean, tocan
hablan, son
resultan, subsisten
viven, aman
desde la ceguera
de su propia musa.
Hay hombres
que viven muriendo
en el asombro de su
propia lírica,
que mueren por insistencia
hablada de su luz vista;
hombres vividos
por la ostentación
de su maestría;
chupados por la cresta
lúcida de su pálpito hablado;
hombres arrancados de sí por la tautología
empalagosa de su sublime
raíz contada, cantada.
Hombres ya ahogados en la
Blasfemia volitiva
de sus propios dones.
Hay hombres, sí,
hombres muertos en
la presunción
de su propio genio,
hombres hablandose
en su escuchar.
Sordos-del-Otro,
diría,
hombres mancos
de su plenitud por
poder nombrarla
sin poderla escuchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario