viernes, 15 de enero de 2010

Amnesia (poema de Ludovico Fonda) !Impresionante!!

Yo estuve cuando la presión
de infinitas manos dictaminó el contrasentido
de la piedad.
Yo alcé la bandera equivocada y me di muerte
a mi mismo desde el otro frente;
el acertado.
Yo comí carne cruda
en medio de un páramo de hielo y más tarde
me arranqué los dientes
para después alejarme solo y salvarme
de la pesadilla
de la caridad.
Yo guié la mano que escribió:
¨ Uno es para sí lo distante ¨.
Yo bebí el vino que sangra la memoria
y me arrodillé
ante el sol que pedía vísceras
humanas
para entibiar los narcisos
de reyes inmortales aún en sus sepulcros.
Yo dije sí y vi caer los calendarios,
envenenados de precaución
y fatiga previsoria.
Yo lamí el rocío sobre el lomo del absurdo
y le di nombre y destino a cada fracaso,
condenando, así,
a que la gloria sea.
Yo reí junto a los muertos
y los hundí en mi pecho
para saber la exacta temperatura
del misterio.
Yo te vi permanecer despierta seis días con sus seis noches
y me dije: caramba.
Yo he apaleado una y mil veces palabras murciélagos
que masticaban la verdad que era horrible y
hermosa como un nacimiento.
Yo empujé el arpón
que hundieron los malos brujos,
los muy imbéciles,
en el corazón de la risa.
Yo prendí el fuego que asó la carne
que comieron mis ancestros.
Yo decoré el futuro con números mutilados
para que los eficientes
zozobren al mirar sus
relojes.
Yo invité a tu ausencia a caminar sobre mis tajos
y le dije : este es tuyo,
aquel también , ¿ no son hermosos ?;
y te vi contestar , con mucha calma,
que se parecían mucho a mi canto.
Yo bailé en las fiestas
donde los traidores conspiraban hasta debajo de las piedras,
mientras los rectos
besaban las manos de ¨ Aquel Que Todo Lo Ve ¨.
Yo me hundí en el lodo de la cordura y me escapé
para ver
que colores tienen
los yugos de los locos.
yo temblé al escuchar mi nombre
sostenido por una cifra.
Yo estuve cuando el diablo fue decretado
Monarca
del aire, del cielo, la tierra y
las pantallas.
Yo me abismé en preguntas
de niño
y comprendí que lo que se pierde
vuelve con aspecto de flor,
filo de espada y frío de duda.
Yo sentencié la textura de cada piedra.
yo mentí cuando la verdad era lo único posible.
Yo fui capaz de ser indiferente ante la felicidad más dócil,
la que aparece sin lógica y nadie merece,
la que se tiene o no se tiene,
la más puta, la más santa,
la más humana.
Yo diseñé los monumentos más ambiciosos,
los más desesperados,
los más idiotas,
para alabar a los que sólo
pueden mirar hacia abajo.
Yo hice de la lepra una doctrina
y caminé junto a los fantasmas
que conforman
lo anónimo.
Yo amé la incertidumbre
cuando monos de fino atuendo la crucificaron
en la fragua de la lógica.
Yo tallé el cáliz que hizo de este tiempo
un vidrio sin alas.
Yo me abstuve de frases y gritos
ante tu espalda desnuda,
y penetré lo imposible de penetrar
con un acorde que desarmaba el silencio.
Yo defraudé a los que esperaban
lo inefable,
lo preciso,
lo justo,
lo alquímico,
lo irreversiblemente
alegre,
lo gigante.
Yo supe aguantar, hacia el siglo VI de nuestro señor ,
las inclemencias de un desierto
vasto como la palma de Dios,
con apenas un mendrugo de pan
y un verso que recordaba
la lluvia .
Yo cambié, mano a mano,
todo mi oro y mis amores,
por siete segundo de no pensar.
Yo incité a mis miedos
a ser parte de mis mañanas
invencibles ,
y hasta logré hacer de algunos
estandartes
generosos.
Yo recorrí , sin dudas en el alma,
todas las músicas de todos los continentes
y aprendí
que el sonido es la única respuesta
al infinito.

Yo hice todo esto y mucho más,
yo estuve en todas partes y aún
en la nada misma.
Pero no me acuerdo.
No me acuerdo.
No puedo recordarlo.


LUDOVICO FONDA

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