martes, 17 de noviembre de 2009

Trabalenguas !in-aconsejable!

A lo largo de la histórica saga de metafísica mudicidad terrestre, el lenguaje a tenido y sigue teniendo sentido y utilidad gracias al ambage escurridizo de nuestro innominable interioridad implícita,
pues si podríamos mostrar en el decir el hablar entendido de nuestra interioridad IMPLICITA , el lenguaje en sí ya no tendría sentido, puesto que es él quien intenta, ancestralmente, revelar la fuerza de la ambigüedad adherida de la universalidad peculiar que se aloja en el contenido de cada individuo sin excepción, pues no hay yo semejantes, ni ninguno de éstos que pueda explicar la identidad de la substancialidad subjetiva del otro.
Es, entonces-a mi entender- el intento de entender la interioridad implicita, el manantial que mantiene al lenguaje activo, curioso, vehemente, despierto, vivo, que lo mantiene como constructo de traslación de interpretaciones que ayudan a palear, mínimamente, el espejismo del devenir, el timorato habitar sin certezas; que ayudan a palear la muda azarocidad ininterrumpidamente viniendo, naciendo como correlatada escala de herméticos símbolos.
Ahora bien, si el lenguaje es la traslación de nuestra universalidad peculiar salida de nuestra identidad substancialmente subjetiva, encallada éstas- la subjetividad, la peculiaridad- en el manantial de nuestra implícita interioridad , el lenguaje-indefectiblemente- a lo largo del tiempo aportará multifacéticas gamas emocionales, lo que llevará a que el lenguaje nunca deje de sumar nuevos símbolos a sus
Ya emblemas acumulados, acumulando así nuevos formatos de originalidad interpretativa a la repetición del tiempo mudo ininterrumpidamente viniendo, y ¿para qué servirá toda esta originalidad?, sería aquí la pregunta y respondo: en principio para calmar un poco la historicidad de la incertidumbre que nos persigue rauda sin abatatamientos visibles, sin revoleo de certezas en el talante acéfalo de sus señas simbólicas.

En esta suma de interpretaciones al revoleo acéfalo de la incertidumbre visiblemente in-abatatable, el lenguaje poético es el que mejor muestra el decir de nuestra implícita interioridad hablada, puesto que éste, a parte de romper con los petulantes dogmatismos de severa veracidad de la ciencia y la religión, aportan datos del rocambolesco sustrato del inconsciente, lo que ayuda al sujeto a liberarse del peso de los arquetipos canonizados del afuera que se plasman incómodamente en nuestro adentro, adentro formado por la indómita puricidad visceral de nuestras pulsiones afectivas y emocionales que son, a saber, el campo siempre naciente para la reproducción y renovación del lenguaje, que paralelo a su crecimiento no sólo se depura la mudicidad de la metafísica histórica saga terrenal, sino también la definición inconclusa de nuestro entender de la interioridad implícita que, supongo, el día que cada cual la defina no hará falta siquiera decir una sola palabra, será únicamente quien hable, para ese entonces, el mostrar revelado de nuestra definición interior dicha sin la necesidad del habla del lenguaje del simbólico.

En resumen, lo que quiero decir con todo esto es que es difícil encontrarnos en nuestro simbólico decir y mucho más complicado entender la unicidad del entender de nuestra propia interioridad adherida, pues la gesta de su manantial estuvo y está en manos de la universalidad indecible del decir originario, y para llegar a abatatar y mostrar lo inconcluso de lo indeciblemente primigenio es necesario hablar y hablar y así entendiendo de a poco la universalidad peculiar del manantial de la interioridad- que es simetría del decir mudo de lo primigenio- poder, finalmente, ¡callarnos!

2 comentarios:

  1. Creo que es muy interesante tu bajada final cuando planteàs, "es difícil encontrarnos en nuestro simbólico decir". El doctor Lacan trabajò estas cosas( vos tambièn aproximàs a cosas de manera muy lùcida) y le parecìa necesario "hablar y hablar", pero no tanto porque estuviera entusiamado por llegar al "manantial de la interioridad" como tan poèticamente lo planteàs.El creyò en alguna parte de su obra que "el inconsciente es el Otro", que alli se relanza la cadena , el bañomarìa del lenguaje. Hablados por el otro. Entoncès, el sujeto deberà saber elegir en que parte del otro se reconoce. Y agrego, que tampoco pensaba en terminos de" rocambolesco sustrato del inconsciente". y daba esta definiciòn "el inconciente se encuentra en lo mas superficial de la plabra", mierda otro campo para investigar, el tuyo esta muy bien hay que seguir. Abrazo.

    ResponderEliminar
  2. o sea que, uno esta para reconocerse en el otro y viceversa... o sea que el lenguaje nos ayuda a acercarnos y conocernos, mediante su uso, vamos hacia lo que somos y vemos como llegar a ello.
    las palabras atan, liberan y delatan, todo, todo a traves de las palabras... algo asi entendi... interesante pasar por acà... reconocerme en algo de lo leido...

    besos!

    Vero.

    ResponderEliminar