sábado, 13 de noviembre de 2010

Arrastra!haa!do

Hasta donde cuaja
Lo tísico del rechazo,
Allí hasta donde ya ciñe el ciclópeo
Óptimo de lo impío,
Hasta el tabido ostracismo
Del desdén en viceversa,
Hasta el suplicio suspendido de Tántalo
Me confinó.
Me arrastró hasta dejarme
En el trampantojo de la psiquis torpente;
Turulado, transido sin tarja alguna
Me dejó.
Umbrío en la peripecia de lo vacuo,
Vacante de rastro en la precisión
Desfondada de la volatinería,
¡En la penuria del opaco pergeñado
Me dejó!
Embotado hace ya parece siglos
En el pésame del absurdo.
Sin embargo aquí
-sentado secreto, decretado
Inédito en la zozobras de lo impersonal-
Algo crece,
Pareciera que restalla sediento el
Brote de un nace,
Un ojo en la mirada,
Un existir en el cuerpo,
Un corazón en el pálpito;
Algo crece rotundo
Desde la cárcava de lo vegetativo;
Tal vez ha de ser un nuevo
Vivir en la sustancia
O tal vez sea sólo la obstinación
Del seguir metiéndose en la
Mecánica ilusoria de la insistencia,
O quizás sea un nuevo amor,
Sí quizás sea eso:
El desastre del desvío
Nuevamente naciendo

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