Hasta donde cuaja
Lo tísico del rechazo,
Allí hasta donde ya ciñe el ciclópeo
Óptimo de lo impío,
Hasta el tabido ostracismo
Del desdén en viceversa,
Hasta el suplicio suspendido de Tántalo
Me confinó.
Me arrastró hasta dejarme
En el trampantojo de la psiquis torpente;
Turulado, transido sin tarja alguna
Me dejó.
Umbrío en la peripecia de lo vacuo,
Vacante de rastro en la precisión
Desfondada de la volatinería,
¡En la penuria del opaco pergeñado
Me dejó!
Embotado hace ya parece siglos
En el pésame del absurdo.
Sin embargo aquí
-sentado secreto, decretado
Inédito en la zozobras de lo impersonal-
Algo crece,
Pareciera que restalla sediento el
Brote de un nace,
Un ojo en la mirada,
Un existir en el cuerpo,
Un corazón en el pálpito;
Algo crece rotundo
Desde la cárcava de lo vegetativo;
Tal vez ha de ser un nuevo
Vivir en la sustancia
O tal vez sea sólo la obstinación
Del seguir metiéndose en la
Mecánica ilusoria de la insistencia,
O quizás sea un nuevo amor,
Sí quizás sea eso:
El desastre del desvío
Nuevamente naciendo
Y sobre todo mirar con inocencia, como si nada pasara, lo cual es cierto. Alejandra Pizarnik
sábado, 13 de noviembre de 2010
jueves, 4 de noviembre de 2010
El grito
Parapetado en el ungüento clave
del nihilo en bruto: el grito,
sí, el grito:
especie sin estructura,
integridad univoca de lo que falta,
declaración justa
de la nomenclatura de lo libre.
Sí, yo grito,
Y en mi grito va el tapete
exacto de lo blanco,
La creación ufana de lo inhumano.
Yo grito, sí,
Y en cada grito se descarga
La mayéutica inane
De las estructuras sin claro,
El despioje ensimismado
De la organza orangutana.
Yo grito,
Y en cada grito
va la bosta magna de la
pergeniería psíquica carcañada,
va el atabernado meneo
de lo violatoria que me sustituye.
Yo grito, sí,
Grito y escupo la escualidez
Árida del pignorado bombo,
Grito y desaturo el atufo
Dogmático del carcelario
Clorazepamo;
La ontología ambigua
Del entrambos intrínseco.
Sí, yo grito,
Grito el petrifico vilo del
Endodesdoblamiento,
El gárgol rotativo de
La mierda del sentido.
Yo grito,
Grito para destragar
El itinerario incorrecto del
Largo chasquido monáico
Que me piensa,
Grito para no plagiar
La etiqueta de mi malentendido,
Para bifurcar el fustigazo inerme
De lo que me autoproclama;
Y en cada grito veo la
Simultaneidad despejada
De mi anverso,
El polvo neutro antes de lo nacido;
Grito y veo la veracidad
De lo inaprensible:
El flameo de su caravana volátil
Oriunda de lo estallado,
Del periplo de la esfera
Redondamente fulminada.
del nihilo en bruto: el grito,
sí, el grito:
especie sin estructura,
integridad univoca de lo que falta,
declaración justa
de la nomenclatura de lo libre.
Sí, yo grito,
Y en mi grito va el tapete
exacto de lo blanco,
La creación ufana de lo inhumano.
Yo grito, sí,
Y en cada grito se descarga
La mayéutica inane
De las estructuras sin claro,
El despioje ensimismado
De la organza orangutana.
Yo grito,
Y en cada grito
va la bosta magna de la
pergeniería psíquica carcañada,
va el atabernado meneo
de lo violatoria que me sustituye.
Yo grito, sí,
Grito y escupo la escualidez
Árida del pignorado bombo,
Grito y desaturo el atufo
Dogmático del carcelario
Clorazepamo;
La ontología ambigua
Del entrambos intrínseco.
Sí, yo grito,
Grito el petrifico vilo del
Endodesdoblamiento,
El gárgol rotativo de
La mierda del sentido.
Yo grito,
Grito para destragar
El itinerario incorrecto del
Largo chasquido monáico
Que me piensa,
Grito para no plagiar
La etiqueta de mi malentendido,
Para bifurcar el fustigazo inerme
De lo que me autoproclama;
Y en cada grito veo la
Simultaneidad despejada
De mi anverso,
El polvo neutro antes de lo nacido;
Grito y veo la veracidad
De lo inaprensible:
El flameo de su caravana volátil
Oriunda de lo estallado,
Del periplo de la esfera
Redondamente fulminada.
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