Y sobre todo mirar con inocencia, como si nada pasara, lo cual es cierto. Alejandra Pizarnik
domingo, 15 de julio de 2012
Clareando
El néctar claro,
la porfía ilesa de su hondo color
a vida: aura del sentido intacto
que fulgura en su simpleza.
¿Qué hay en el umbral de su estela?
El vestigio despampanante
de lo que posa en búsqueda de huella,
de persecución hacia la luz audible.
¿Qué hay en el hilo nativo que lo funda?
La secuencia escalonada del ideal sin palabras:
escalafón de la materia en pináculo de desnudez
sin nombre.
Que hay en el misterio de su eje?
Aéreo verde liso que perdura y perdura
en la volatilidad de lo tangible,
redondez áurica de la sabia viva,
partículas de la sutileza intactas.
¿Qué hay en un instante de su latir?
Me atrevo a decir que todo fuera de lo mezquino,
El sagrado júbilo enteramente.
Historia exacta de la semilla feroz,
así es mi amigo Ludo.
Y leerlo en su vivir
es escribirse audazmente.
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