EDITORIAL
Y siempre, el arte, es un retornado umbral de
augurio abierto, un añejo peso de formas del nacer
El arte es un rico rasgo del hombre, a veces es intento de erudición, de depuración, de búsqueda, de revelación de nuestra propia naturalidad o de lo que nos influye y afecta desde afuera, desde el “otro”.
El arte bien elaborado ayuda a rastrearnos, Michel Houellebecq (escritor francés) manifestó que la pintura a veces -en sus expresiones de mayor originalidad- ha intentado suspender el movimiento en el exacto de su equilibrio, en su punto de eternidad, y que en ese intento, a veces ha congelado la acción en su mayor tensión, en su punto de más intensa expresividad. Los artistas que han llegado a este cenit, nos otorgan una percepción de lo esencial, una traducción lúcida del distorsionado azar, un acorde natal donde ya los instantes se confunden.
El arte no es pasatiempo ni onanismo intelectual, como suelen decir muchos; el artista, por medio de las variantes del lenguaje, a veces busca obcecadamente -por necesidad- decir ese siempre difuminado concepto de la existencia, ese hilo conductor del todo que parece estar y no, esa combinación de susurro inalterable que parece digitarnos sin símbolos ostensibles, esa unicidad que tiene forma pero no definición. Y en determinadas ocasiones se acerca a este objetivo, un ejemplo de esto se vislumbra en una poesía de Octavio Paz: “Todo es Dios; la relación del hombre con este paraíso solar se produce a través de la participación sensorial; a través del tacto y la vista, los ojos ven, las manos tocan, y el hombre experimenta el contacto directo con las cosas. Ver, tocar formas hermosas, diarias, existiendo mis sentidos en la hora viva” manifiesta genialmente el poeta mexicano, traduciendo de alguna manera esa ambigüedad ontológica que tanto nos asedia.
En definitiva, lo que queremos sentenciar aquí junto con Houellebecq, Paz y, por supuesto, con el leguaje, es que el arte es un canal genuino de búsqueda, de autoconocimiento, es un saber experimental, una purga del ser a través de los excesos sensoriales, una forma de mitigar, de abrir lo escuchado hasta oír aquello siempre ileso entre todas las razones. El arte es un conducto propicio para remover lo que nos ata al automatismo, es una forma añeja y continua de resignificar el ser, es por eso que desde XsumArte, no aflojamos ni un milímetro en este deseo de propagar, de difundir, de publicar el eco de la invención que surge de nuestros propios artistas locales y de algunos otros (muchos) que nos conmueven.
Agradecemos a todos los que nos han apoyado hasta aquí para poder realizar estos dos números, a todos los que colaboran con la revista y a los que, sin ningún tipo de trabas, nos han otorgado notas y acercado trabajos para que podamos publicarlos.
Los que hacemos esta revista estamos orgullosos de poder formar un circuito más para mostrar aquellos artistas de nuestra ciudad que no son tan conocidos y aquellos que ya tienen parte de un camino hecho.